Los cafés gozan de grandes reminiscencias tanto literarias como históricas por las tertulias que en ellos se llevaron a cabo.
Si os apetece os invito a un café (con algún dulce, faltaría más) y emulamos a aquellos apasionados tertulianos y tertulianas.
Fue en Arabia donde posiblemente se abrió el primer establecimiento dedicado al café o cafetería, ya que los derviches lo tomaban para ahuyentar el sueño y poder orar en las horas de la noche, costumbre que se extendió a otras ceremonias religiosas. Tanto se extendió la costumbre de tomar café que para satisfacer la gran demanda se abrieron los primeros kehveh kanes o cafeterías, y fue tanto el escándalo que causó, ya que los feligreses descuidaban los oficios religiosos, que en 1.511 se dió la orden de cerrar todos los establecimientos.
La costumbre de tomar café llega a Turquía en el año 1.517 tras la conquista de Egipto por Salim I y bajo el reinado de su hijo Solimán el Magnífico se abrieron los primeros cafés en el año 1.554 en el barrio Taktacalah de Constantinopla siendo desde entonces lugar de reunión de intelectuales. Sus propietarios, Schemsi de Damasco y Hekem de Alepo recibían a sus clientes en su establecimiento lleno de sofás y alfombras orientales lujosamente ornamentadas, cobrando un centavo por tazón o escudilla de café.
En Europa no se tiene constancia cierta de los primeros cafés pero imaginamos que por el comercio con Constantinopla, debieron ser los venecianos los primeros en abrir cafeterías, aunque se tiene constancia que el primer café se abrió en Italia en el año 1.645 con aprobación papal.
Las cafeterías italianas nacieron en Venecia hacia 1647,. Uno de los más conocidos fue el abierto en 1720 por Floriano Francesconi, con el nombre de Caffè de la Venecia Triunfante, que cambió luego su nombre a Caffè Florian, emplazado en la plaza de San Marcos, y que se convirtió en un importante centro de actividades culturales y comerciales. Más tarde, en 1759, había en Venecia más de 100 cafés. En Roma, encontramos otros cafés como el del Greco, fundado en 1760, sobre la vía Condotti, y que se ha convertido en uno de los cafés más famosos del mundo.
En Inglaterra según Isaac Disraeli en su obra "Curiosities of literature" relata que en el año 1.650 un judío procedente del Líbano, llamado Jacob, abrió en Oxford el primer café público. William Oldys (fallecido en 1.761) nos relata lo siguiente: Un mercader de Londres, mister Edwars, adquirió la costumbre del café en Turquía. Al instalarse en Inglaterra llevó consigo a un joven, Pasqua Rosée, que había conocido en Ragusa y preparaba la bebida para él. Como esta novedad le trajo mucha compañía a la hora del café, concibió la idea de abrir un establecimiento, asociando a Parqua Rosée con un yerno de mister Edwars.
La implantación en Viena del café es curiosa por lo original de su historia. En 1.683 el sultán turco Mohamed IV envía a 300.000 hombres, al mando de Kara Mustafá, a sitiar la ciudad, el emperador escapa de milagro del cerco otomano. Un antiguo intérprete del ejército sitiador, Franz George Kolschitzky, de origen polaco, disfrazado con uniforme turco pasa las filas y se reúne con el emperador Leopoldo comunicándole toda la información del enemigo. Gracias a estos informes los turcos fueron derrotados dejando en el campo de batalla un inmenso botín compuesto por 25.000 tiendas de campaña, 10.000 bueyes, 5.000 camellos, gran cantidad de oro y muchos sacos de café. Los austriacos se repartieron el botín excepto el café que no sabían para que servía y Kolschitzky lo reclamó para sí. Al poco tiempo este hombre abrió el primer establecimiento en Bischofhof y se popularizó tanto que en el año 1.839 existían en Viena ochenta establecimientos y cincuenta más en los suburbios, todo un gran negocio.
En París fue conocido el café de la mano del embajador turco Silomán Aga que desde junio de 1.669 hasta mayo de 1.670 estuvo en la ciudad del Sena. Llevó gran cantidad de café para consumo propio y para las recepciones en la embajada. Isaac Disraeli nos relata cómo se servía: El café era servido por esclavos negros, ofreciéndolo de rodillas y ornados con los más suntuosos vestidos orientales. Un moka escogido era escanciado desde una especie de salsera de oro y plata, posada sobre servilletas de seda bordadas, orladas de oro puro, a unas minúsculas copas de porcelana fina.
En el año 1.672 se abre el primer café en París, regentado por un armenio llamado Pascal en una barraca en el mercado de Saint-Germain, siendo la bebida servida por jóvenes camareros turcos.
Durante el siglo XVII el café se arraigó en los países nórdicos, que luego se convertirán en grandes consumidores. En 1685 el café llega a Estocolmo, y cinco años después, en 1690, se abren allí dos cafeterías. En esos años la moda del café también se impone en Noruega (1675), Dinamarca (1685), y Finlandia (1700).
De todos los países europeos en los cuales arraigó la moda del café e hicieron furor las cafeterías, la excepción fue Holanda, que tanto había contribuido con la difusión del cafeto y del hábito del consumo de café. Ellos no crearon establecimientos particulares destinados al consumo público del café, y se contentaron con tomarlo en el interior de sus hogares, a pesar de que se había convertido en una moda nacional.
Antes de que el café sustituyera al té, a raíz de la Stamp Act de 1766, que originó la rebelión del Tea Party en 1773, ya el café era consumido en el siglo XVII en la colonia holandesa de New Amsterdam, enclavada en lo que hoy es Estados Unidos. Más tarde, el capitán John Smith lo daría a conocer en la colonia de Virginia. En los primeros años del siglo XVIII encontramos coffee-houses en algunas ciudades como Boston, Nueva York y Filadelfia. Así como afirman que la Revolución Francesa nació en el Café Foy de París, algunos sostienen que la Revolución Americana vio la luz en el Green Dragon de Boston.
Los primeros cafés fueron introducidos en España durante la segunda mitad del siglo XVIII por italianos como Gippini, que poseía establecimientos en Barcelona, Cádiz, Madrid, San Sebastián y Sevilla. A pesar de lo tardía de la introducción, los cafés prosperaron rápidamente, convirtiéndose en centro de la discusión política.
Luego, a finales del siglo XIX y en la primera mitad del siglo XX se crearon muchos cafés que se convirtieron en verdaderos círculos literarios, avivados por las tertulias. De ellos dijo Miguel de Unamuno, en su discurso de jubilación de la Universidad de Salamanca, que "la verdadera universidad popular española ha sido el café y la plaza pública", para salirle al paso a los que criticaban las tertulias literarias en los cafés, considerando que allí se derrochaba irresponsablemente el tiempo para el ocio creador.
Varios cafés madrileños han sido tema de sainetes, como ocurrió con el Cádiz, el Barcelona y el Pombo, amado por Ramón Gómez de la Serna. El café Fontana de Oro, por ejemplo, inspiró el tema de la primera novela de Pérez Galdós, en 1870.
Otra ciudad española famosa por sus cafés es Barcelona, donde había a mediados del siglo XIX varios cafés reputados por su servicio y su tertulia, como el Café de las Siete Puertas, inaugurado en 1840, o el de Los Guardias, el de Useletti y el Rincón, en las Ramblas.
martes, 22 de marzo de 2011
Los primeros cafés públicos
Publicado por Alberto en 9:54 p. m.
Etiquetas: Un paseo por la Historia
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1 comentario:
Ya ves tú, una historia tan rica para que en nuestros días el café se haya convertido en una cápsula de colorines que se introduce en una máquina infernal y produce una bebida con olor a tabaco. Y porque no quiero decir la marca, no sea que se enfade George Clooney, jajaja.
Besósculos de parte de una tetera!
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