Cuando recibes en tu casa a personas que aprecias de corazón y sientes que se encuentran a gusto, uno experimenta la emoción de la felicidad, de querer entregarse para con quienes han querido acompañarte. Ser el mejor anfitrión.
Esto lo he experimentado yo estos días de puente largo en que he tenido la suerte de albergar a Jaume y Mercedes (Merceditas), además de, en algún momento puntual, a Elenita y Nuria.
Sientes el deseo de agradar, de volcarte, de ofrecerles aquello que más pueda gustarles, de procurar su comodidad, de transformar, mediante la magia del afecto y el compartir, tu casa en hogar.
A cambio, lo que recibes es mucho: degustar ricos manjares en compañía, vestir tus paseos rutinarios de excursiones donde descubrirás lugares que, por no poder verlos, te han pasado desapercibidos, enriquecerte con charlas y pintar la vida con colores de armonía y sonrisa.
Y, si además, te adornan la casa con motivos navideños, te traen algún presente y te llevan a lugares que, de no ir acompañado, no podrías estar en ellos, el resultado es todo un premio.
Que experimentéis también vosotras y vosotros esta misma realidad junto a vuestra gente.
jueves, 9 de diciembre de 2010
La emoción de ejercer la hospitalidad
Publicado por Alberto en 10:31 p. m.
Etiquetas: Así soy
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)
2 comentarios:
estuviste con Mechis!!!!! qué alegría!
es hermoso recibir amigos.
allá voy, Albertito! llevo mi torta de especias!
mil besos
Allí estuvimos, Rayuela! Y fue genial!!!!!!!!!
Publicar un comentario