miércoles, 10 de diciembre de 2014

De lameculos y pelotas



Buena noche.
Deseando que te encuentres ya en brazos del ciempiés, esto… del bueno de Morfeo, te cuento un nuevo diálogo satírico entre nuestros amigos, el ciempiés y la oruga.
Espero puedas disculpar que mañana no comparta contigo un nuevo esbozo poético, pero estaré en tierras zaragozanas bautizando a mi segundo hijo, ese libro al que he dado en llamar “Mis pequeñas odiseas: viajando con otros ojos”.
Entretanto, brinda conmigo por la sonrisa y el ingenio.
Un abrazo guasón.

De lameculos y pelotas

-Oru, qué bien besas. Ver, no verás; pero besar… como la mejor.
-Ciempi, tú también besas muy bien. Besas en color mientras que yo… lo hago en blanco y negro.
-Qué va, amor. Tú besas como el sol besa al mar en las tardes de verano.
-Ciempi… qué romántico eres… tendremos que organizarnos. Vaya pareja, un ciempiés paralítico y una oruga ciega…
-Bien chulos que somos. Más que un ocho…
-¿Un ocho que rima con…?
-Rime con lo que rime, el caso es besar…
-Besar y tocar, que si no toco no veo.
-Pues toca, toca. Pasa tus patitas por mis pelitos.
-A ver… a ver. Uy, qué pelitos más suaves. Déjame que te los peine con mi boquita.
-¿Me vas a contar chismes nuevos de los humanos? Es que estás tan dulce últimamente…
-Puaaj, no me recuerdes a los humanos.Cómo son.
-Calla, calla. No vaya a ser que nos escuchen y les dé por buscarnos como tapita de aperitivo vomitivo.
-Sí, de los que a veces organizan y en los que tanto abundan los lameculos y los pelotas.
-¿Lameculos? ¿Pelotas? Pues sí que es buena ésa. Yo creía que para el culo usaban papel y las pelotas eran bolas con las que juegan.
-Qué va, cariño. Lameculos son aquéllos que lisonjean a los que son algo y por los que son capaces de arrastrarse. Y pelotas son los que a todo jalean siempre que ese todo pueda suponerles algún beneficio. He visto, en mi vida de oruga vidente, cada cosa… Cómo corrían y se daban de codazos para ponerse al lado de los jefes, cómo les alababan las más solemnes extravagancias o cómo eran capaces, sin más ni más, de decir blanco si el culilameado decía blanco y negro si el peloteado decía que era negro, aunque en vez de blanco fuera negro o en vez de negro fuera blanco. Qué gentuza, qué chusma de mostrencos. Se vendían por una lenteja o por un grano de maíz.
-Ah, pues ya me gustaría a mí ser lameculeado, jejejej. Que tengo un culete que… toma y mete…
-Pues como quisieras que te metiera mis pelotas…
-¿Pelotas tú, cielito? Si tú lo que tienes es granitos de anís.
-Ahora dime una cosa, ciempi… si te dijeran que puedes recuperar la movilidad de uno de tus pies, ¿cuál elegirías?
-Ummm. Difícil me lo pones. Tener cien pies y que ninguno me sirva… siquiera uno… el que sirve para hacer cosquillas a mi oru favorita.
-¡NO! Cosquillas a mí, ni hablar ni hablar…A que vuelvo a mis andadas…
-¿A qué andadas? Con lo bien que se va en el carricoche que me construiste con las setas aquéllas.
-¿Se ve algo a lo lejos?-Oru… yo lo más lejos que llego es a la charca de ahí abajo y desde la fiesta que le organizamos a tu señora hermana, la mariposa, por cierto, que no ha vuelto a aparecer, ni sapos, ni moscas ni zorros se han dado a ver por este cortijo nuestro.
-Mi hermana debe estar puliendo a algún zorro con suerte…
 -Los zorros no sé si tendrán suerte, pero desde luego yo bien gorda que la tengo. Entre pie y pie…
-Sí, canapié. Jejeje.
Canapié de hormigas en salazón y huevas de saltamontes.
-Anda, recuéstate sobre esta ramita que la he vestido de musgo y…
-Uyuyuy, qué mullido y qué mojadito está…
-Oru… ¿me quieres?
-Ciempuzo… patán…
-Cómo eres, oru… anda, dame un besito…
-Que se gastan…
-Pero si estás deseando….
-¿Qué se ha oído? ¿No te habrás desgarrado ese culete del que tanto presumes?
-Shshshsh… Oru…


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