lunes, 22 de diciembre de 2014

Balance año 2014: avanzando por el camino de la vida



Y mientras muchos celebramos hoy que tenemos salud ya que no millones de euros gracias a la lotería, como cada año, permíteme que comparta contigo un breve balance de este año que acaba. Como siempre no lo hago con ánimo pretencioso, si no con el de agradecerte que tú hayas sido protagonista principal de todo esto y animarte a que tengas la certeza de que se pueden alcanzar los sueños con empeño, apoyo y constancia. Anímate que “tú puedes, tú lo vales y lo sé de buena tinta: lo vas a conseguir.”

Año éste 2014, muy intenso en emociones y claroscuros. Año de objetivos cumplidos pero también de incumplidos. Año de salud para mí y mis seres más cercanos aunque también los hospitales hayan tenido que ver en él. Mis padres superaron con bien las intervenciones a las que fueron sometidos y continúan fuertes dándome su luz y entrega sin límites.
No pueden decir lo mismo otras personas que vieron cómo sus seres queridos partían al País de los Sueños. Personas queridas por mí y personas mediáticas y de relevancia social. Ya sabes… la duquesa de Alba, Emilio Botín, Lauren bacall o Paco de Lucía.
Año de renuncias a eso de colaborar como voluntario en Cáritas tras meses en 2013 de reuniones, y a aprender a nadar después de haberlo intentado fines de semana sí, fines de semana, no. Se ve que uno es de secano. Dos renuncias éstas en las que puse, corazón y voluntad, pero a las que hube de decir no para seguir avanzando en otros retos. Tampoco pude cumplir aquello de reencontrarme con mis queridos amigos barceloneses aunque sí me encontré con nuevas gentes que se fijaron en mí dándome su confianza..
Mantengo intacta la ilusión en soñar con aportar mi valer, después de haber tenido que asumir, otra vez más,  por la vía de los hechos que continúo sin tener la varita mágica que solucione los problemas y tristezas de quien camina junto amí.
Pero sí, he seguido caminando y, paso a paso, llegué a Santiago de Compostela en pos de la tumba del Apóstol. Un sueño largamente perseguido, éste de disponer de la compostela que lo acreditara y que, sorprendentemente, me dejó un oscuro vacío físico y emocional que hube de llenar gracias a las manos de quienes me sostienen cada día y a eso de escribir.
Y escribir, mucho escribí. Tanto que, al fin, vio la luz mi segundo libro. Y horas y horas de sentarme ante este teclado para proyectar mis emociones, fantasías, reflexiones y creaciones.
Ha habido momentos inolvidables a lo largo de este año. Momentos con nombre de encuentros y regalos. Encuentros inesperados y regalos increíbles. Encuentros con el hilo conductor del viajero que yendo a Sepúlveda se trajo la amistad de Inma y Susana o que yendo a Zaragoza recuperó tiempos pasados de complicidad y viajes. Regalos con nombre de concierto musical, ramo de flores, cuerno de corzo y llavero sorianos que constituyen símbolos preciosos de la máxima categoría, la de quien me los hizo.
Aunque también querría que hubiera momentos para olvidar, pero que no olvido.
Viajes a Murcia y Bilbao, a Burgo de Osma y Esquivias, a León y Gran Canaria, a Estocolmo, en fin…
Días de aprendizaje y tareas nuevas recuperando mi vocación catalográfica e impartiendo charlas ante niños y mayores en torno a los grandes beneficios que aporta esa barandilla en la que apoyarse para ver el mundo que es la lectura, en todos los formatos posibles, aunque eso sí, manteniendo el braille como señera. Lectura que vio su punto álgido con la conmemoración del centenario de la publicación de “Platero y yo”, pero en la que no falté a clubs literarios y conferencias, además de visitar la biblioteca Nacional.
Año de claroscuros, sí. Año, a pesar de todo, en que he llegado a su fin con la guinda de lo vivido este pasado sábado y que se completó el domingo con un renovador paseo por el campo en medio de un sol radiante, impropio de la estación en que nos encontramos.
No dejé pasar la oportunidad de dar color cuando pude, como al asistir al espectáculo de magia a cargo de Juan Tamariz, al empuñar la dalla de siega en mi pueblo o al protagonizar un cameo de “actor de pro” jajajajaj, colaborando en la grabación de un spot sobre turismo accesible, que espero no tarde mucho en presentarse.
Sin duda que ha habido errores y renuncias, pero pueden más los momentos de luz que he tenido el lujo de experimentar gracias a quienes me apoyáis. Como siempre suelo decir, “sin apoyo, uno no es que no sea nada, pero es muy poco.”
¿Y 2015? Ese año que tendrá número de niña bonita como esa niña Lena a la que le escribí su cuento el otro día o aquella Miryam que me guiaba en Pilar de la Horadada, traerá realidades, pero también sueños.
Las realidades se verán en la meta del próximo diciembre, sabido es que no tengo tampoco una bola de cristal a la que mirar con ese ojo de ciego tan curioso, pero los sueños sí puedo decirte alguno: renovar el blog en cuanto a apariencia y utilidades, que 7 años son ya bastantes como para darle un empujón (veremos quién encuentro para que se lo dé, aunque algo ya voy mirando); viajar a Cádiz, lugar de gracia sim par e Historia que encontrar; avanzar en dos proyectos literarios que ahora son embriones: un poemario de nombre “Encrucijadas” y un libro para jóvenes con aventuras y moralejas, de nombre “La sombra de los días”; . Y claro, como siempre, aprovechar cuantas oportunidades tenga de aprender, ayudar a los demás, dar luz y ser testimonio, viajar y sentir. “Mis pequeñas odiseas deberán crecer y rodar en presentaciones y eventos, claro. Y mantener la sed por experimentar sensaciones en plenitud, pero sin riesgo… ¿visitar un submarino o un navegar en barco de vela? Yo qué sé… Pero más allá de todos estos sueños, mi sueño principal es que no te pierda, que sigas alentándome en busca de ese calor humano del que mi primo Alejandro habla en la presentación de las odiseas.
Acabo, cómo no, con una frase. Una del genial Leonardo da Vinci, cuya semblanza estoy recordando a través de una fantástica novela: “Matar a Leonardo” de Christian gálvez: “las grandes obras las comienzan los genios pero las acaban los trabajadores.” Creo que tiene mucha miga.
Un abrazo cargado de gratitud y una sonrisa que te alegre los días. Va por ti.



      

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