domingo, 23 de noviembre de 2014

La excursión nocturna



Buena noche de domingo.
Aquí mi nuevo cuento semanal.
Tras, un fin de semana espléndido, disfrutando de la familia, afrontamos la nueva semana con fuerza e ilusión.
Que tú también lo hagas así.
Un abrazo.

La excursión nocturna

Qué felices se las prometen Nelly, Chon, Andrea y Jaime esa noche de invierno al preparar su excursión.
Se trata de practicar senderismo nocturno por un paraje idílico. Saben que está rodeado de leyendas y castros abandonados, santuarios milenarios de piedras mágicas. Un río caudaloso, robles y abetos, algún que otro barranco.
La noche elegida es propicia pues habrá luna llena y las previsiones meteorológicas anuncian temperatura llevadera.
Se pertrecharán de todo lo necesario, incluidas linternas, y bengalas, por si acaso. Se asegurarán de que los teléfonos móviles estén convenientemente cargados y el hecho de ir en grupo da seguridad.
No es la primera vez que se atreven con semejantes aventuras y siempre les ha ido bien. Llevan años saliendo los cuatro juntos en pos del ejercicio físico, la naturaleza y el disfrutar en plenitud de la superación en equipo. Progresivamente fueron ganando en confianza entre ellos, incrementando el grado de dificultad de las marchas y el tiempo dedicado. En fin, que han ido acumulando recorridos por montañas, bosques y costas. No hacen ascos a otro tipo de viajes menos exigentes, pero realmente con los que más disfrutan es con los de senderismo.
Dan comienzo a la etapa cuando aún es de día. Poco a poco, conforme vayan ascendiendo caerá la noche. Todo va bien. Se sienten seguros y relajados. Los primeros escollos los superan sin gran dificultad.
-Tened cuidado. No os confiéis.
¿Quién habla así? ¿Es el viento que ha empezado a levantarse? ¿Serán los árboles que pretenden avisarles? ¿Será algún lejano antepasado celta?
-¿Oísteis eso?
-Sí, algo pareció, pero no hay nadie por aquí. ¿No habréis querido dar ambiente a la excursión y habéis imitado a alguien?
-Bobadas. Sigamos adelante y lo que hace falta es que no nos despistemos y no abandonemos el sendero marcado.
-Eso si no se nos acaban las marcas.
-¿Nelly? ¿Dónde está? Dijo que siguiéramos adelante, que iba a hacer un pis. ¡Nelly!
-Regresemos por ella.
-Seguid adelante. Yo ya nunca podré hacerlo.
-Dios, qué voz. ¿De dónde procedía?
-Parece que detrás de aquellas piedras. Vamos.
-No hay nadie. Aquí no está.
-Seguid sin mí. Yo ya nunca podré continuar.
-¿De dónde vino ahora? Me estoy empezando a asustar.
-De detrás de aquel bosque. La luna se refleja en los árboles.
-¿Y si nos dividimos? Uno por cada punta. Yo no me voy sin ella, por mucho que insista.
-Ni yo, chico. No creas que porque sea tu novia la vamos a dejar abandonada.
-¡Aaaaaaaaayyy! ¡Dios, qué horror.
-¡Andrea! ¿Qué pasa?
Un sonoro batir de alas se escucha al mismo tiempo. Se confunden con la noche que se ha oscurecido. La luna ya no se muestra, ha sido ocultada por unas nubes negras. Todo está negro.
-Jaime, saca la linterna. No se ve nada. La mía… la mía no funciona.
-La mía tampoco. Pero si nunca ha fallado. ¿Cómo puede ser?
Un siniestro sonido se escucha cerca, como si alguien descorriera una trampa chirriante.
-¿Qué hacemos ahora, Jaime?
-Tranquila, Chon. Voy a llamarlas por el móvil…
-Ah, sí. Es verdad.
-No funciona tampoco. No sé.
-Seguid sin mí. Yo ya nunca podré continuar.
-¿La has vuelto a escuchar?
-Sí, pero muy débil. Y como si viniera de abajo, profunda, lejana.
Las piedras, los árboles, las zarzas, el camino, los pájaros… Todo ha desaparecido, oculto tras un siniestro telón.
-Dame la mano. Tengo miedo.
-Toma, y yo. Pero así no nos podemos quedar. Hemos de encontrarlas.
-Usemos los palos de montaña para guiarnos. ¡Andrea! ¡Nelly!
-¿Qué toco aquí? Casi me caigo. ¿Será una raíz o un cuerpo? Está frío, sea lo que sea.
Hace ya un rato que todo está en silencio. Tan solo pueden escucharse las respiraciones aceleradas de Chon y Jaime.
-¿Y si lanzamos una bengala? Quizá alguien la vea y nos busque.
-No sé, déjame avanzar un poco más.
Lo que parece ser una gran risotada rasga como si fuera un puñal el silencio.
Nada podrán hacer por resistirse tampoco ellos. Una garra de acero les arrastra. Nunca más serán vistos.Engrosarán la lista de desaparecidos en los archivos policiales.
De nada sirvió usar los medios más modernos de localización de personas. De nada sirvieron los perros adiestrados en semejantes labores. De nada, tampoco, el seguir las huellas que dejaran.
Tan solo habrían podido sorprenderles, a quienes practicaron las labores de búsqueda, el descubrir que había más piedras de lo normal en el poblado celta abandonado. Si se hubieran fijado, acaso, habrían deducido algo. Pero no, les faltaba imaginación y perspicacia, además de que nunca habían visitado aquel paraje mágico. Total, no eran más que restos milenarios del pasado, losas areniscas, lápidas funerarias.
Tiempo después, una pareja de enamorados llegará hasta allí, disfrutando de la primavera en su esplendor. Se les ocurrirá sentarse en una de esas losas, se enlazarán en un abrazo sin tiempo y en medio de aquel apasionado abrazo, un susurro se colará entre esa pura manifestación de amor.
-Seguid sin mí. Yo ya nunca podré continuar.
Y, entonces, sí. Aquella pareja continuará. Llegará hasta una cascada increíble y allí consumarán lo iniciado con su abrazo y, sin que puedan sospecharlo, la vida germinará,. Y serán gemelos los que nazcan. Y, oh, casualidad, les pondrán por nombre Asunción y Jaime. ¿Por qué?
Eso mismo ocurrirá poco después con otra pareja, también de enamorados y nuevamente la vida germinará con otros dos gemelos, en ese caso, niñas. Y sus padres les pondrán por nombre Nelly y Andrea.
Y los cuatro niños, llegarán a coincidir en el colegio de la capital. Y se harán amigos. Y… ¿practicarán el deporte de senderismo?

      




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