miércoles, 26 de noviembre de 2014

DE patosos y palurdos



Buena noche de miércoles.
Nuevo diálogo satírico con tintes festivos. Que te haga sonreír, jejejej.
Un abrazo guasón. Un brindis por el humor, aunque sea rosa o negro o verde… o ciego.

De patosos y palurdos

-Qué asco, qué guarrería. Cómo lo han dejado todo de sucio. La que nos queda ahora y el sueño que tengo.
-No se apure señora oruga que mañana lo dejamos todo como un pincel. Lo importante es que su hermana disfrutó como nunca. Y cómo bailaba y cómo se reía y cómo cantaba. Hasta conmigo se lo pasaba bien y todo. Y oiga, que el regalo que le hicimos bien que le gustó. Estaba echa un bellezón con el collar de plumas.
-Sí, eso es verdad. Pero yo no pude ver sus ademanes felices ni tampoco cómo le brillaban las alas de emoción ni cómo se ruborizaba de felicidad. Qué lastimica, qué desgraciada soy, quiero ver quieroooooo ver.
-No se me aflija, oiga usted. Haga como yo, imagine y no sólo andará, si no que será la campeona del mundo.
-Pero si yo lo que quiero es ver. Andar, ando muy pero que muy bien. Y por mucho que quiera imaginar… no la vi.
.Ande, no se enmohinezca. Piense en lo feliz que ha sido su hermana. No llore, señora oruga. Que las orugas no lloran. Cuénteme chismes de los humanos.
-hip hip. Sí. En una fiesta a la que asistí cuando veía, me encontré con unos patosos que se las daban de sabiondos. Qué torpes y qué mal quedaban. Se les notaba desde lejos que nunca se habían visto en otra,. Era una pareja, ella andaba como un pato sobre zancos, jugando a equilibrista de circo. Y él arrastraba el frac, no sabía llevarlo y cada poco se pisaba los faldones del chaqué. Qué palurdos. Y cuando nos sentamos a la mesa tuve que ponerme el babero…
-¿Usted con babero? Jajajajajaja. Esa sí que es buena, una oruga con babero… parecería…
-No se pase, que el hecho de que esté depre por no ver, no le da derechos. Le arranco sus inútiles pies y me hago mondadientes con ellos.
-Siga siga. ¿Qué pasó en la cena?
-Que pinchaban la sopa y sorbían el marisco. ¡Cómo se pusieron de comer! Y cuando flambearon el suflé… jajajajaj. Gritaban como si se fuera a quemar el mundo. Y después, en el concierto roncaban como locomotoras. Qué zafios.
-Vaya. Se está muy bien aquí. Que esto no será el Gran Teatro de la Ópera ni el Palacio Real, pero hemos podido berrear y gritar y bailar y reír…
-Sí, y tirarse cosas entre el colibrí y la comadreja y ponerse zancadillas el gusano a la lombriz y salpicar las paredes de nuestro tronco como si quisieran asperjarlas con los venenos del escorpión y el alacrán.
-Por cierto, ¿sabe algo de su hermana? La vi muy enalada con un figurín moscardón que la tenía cual néctar de capullo. Qué injusto es todo siempre. Ya sé, cómo se va a fijar en un ciempiés paralítico teniendo a un moscardón ligón. Aunque luego la deje por otra, como hacen todos los de su calaña, y tenga que ser yo el que le ofrezca mi lomo cinco estrellas para que se desahogue. Siempre es igual… Como amigo lo que quiera, ahora que como otra cosa… ni pies ni revés.
-Sí que nos ha dejado buenos la dichosa fiestecita. A usted depre por no ligar y a mí por no ver. Menos mal que los del coro de Ojete del Cangrejo animaron con sus cricrís y crocrós. Tengo que reconocerle que eran buenos los grillos y la solista chicharra ya ni le cuento lo bien que arrullaba.
-Ande, ayúdeme a ordenar un poco todo este batiburrillo, que aún nos escoñaremos.
-Usted se escoñará, yo me espollaré, oiga oiga…
-Lo que quiera. Siempre tan puntilloso con la lengua…
-Qué más quisiera que puntillar con la lengua sobre su boquita de piñón.
-Pruebe…
-Huy huy huy, qué cariñosona está. ¿No se arrepentirá mañana?
-No sé. Ya le he cogido ley y qué mejor ocasión de ponerle el “the end” a la peli de esta noche. Mi hermana no sé si regresará. Me dijo que no la esperara levantada.. así que…
-Mire que abrazarle no podré…
-Cierre los ojos… ciempi.
-¿Me quieres, oru?
-Te quiero, ciempi.



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