Esto que ahora leéis no es uno de esos relatos míos de los
domingos, es algo que hoy me ha sucedido y que, a través de la ironía, os
cuento.
Una bonita bicicleta aparcada en una acera. ¿Cómo puede ser?
¿No sería lógico que estuviese mejor rodando en pos de gestas heroicas? ¿Es que
es un buen lugar para ella? Pobre, su dueño la deja siempre amarrada a la pared
sin importarle que los ciegos que pasen por ahí tengan la mala ocurrencia de ir
pegados a la pared y tropezar con ella. ¡Qué extravagantes!
Un sufrido ciego que palotea en busca de su recreo mañanero.
¿No sería más apropiado que hubiese salido acompañado? Es que, a quién se le
ocurre ir a desayunar con el paseo como único ingrediente de refrigerio. ¿No
sería más aconsejable unos churritos o un suculento bocata?
Claro, la bicicleta sola, varada en la acera cual ballena
embarrancada en playa caribeña.
El ciego que se distrae paloteo va, paloteo viene.
¿Qué va a ser lo que pasará?
Pues qué va a ser: que el ciego se da semejante golpetazo en
su pierna izquierda, con la consiguiente heridita de nada.
Y aquí la paradoja:
Mientras se recomienda que se use la bicicleta como medio de
transporte limpio y sano para desplazarse por la ciudad. Mientras su dueño
estará encantado de haberse conocido y la deje aparcada tan tranquilo pegada a
la pared de una calle cualquiera sobre una acera cualquiera. Mientras la bici se
siente abandonada una mañana sí y otra también. Mientras todo eso sucede, un
cieguito pasa por delante de ella para ir a su centro de trabajo y se tropieza
con su manillar o con sus pedales provocándole sobresaltos que le despiertan
sin necesidad de despertador. ¿No habíamos quedado en que la bici era algo muy
sano y muy estupendo?
Entonces, ¿por qué hoy la cosa no ha quedado solo en ese
rutinario sobresalto despertando, sino en doloroso raspón?
Y, por supuesto, a continuación, la preguntita de marras: “¿Se
ha hecho daño, caballero?
¿Qué responder? No, si tan solo ha sido una caricia de
adolescente enamorada. En fin, qué quieren.
Me diréis que si conozco la existencia de la pobre inocente,
por qué no la esquivo alejándome de la pared y acercándome a la calzada. Pues
porque si me orillo hacia el otro lado, corro peligro de caer a la ídem y,
bendita suerte, justo en ese momento pasará otro encantador cochecillo con
aspirante a cartero y me deja cual sello de Correos.
Así que nada, nada. Mañana volveré a saludar a mi “amiga” (entre
comillas) la bicicleta. ¿Quién será su dueño/a? Cómo me gustaría echármelo a la
vista de este ciego que es uno.
Claro, que… también
podía cruzarme de acera. Ah, ¿y si entonces me dicen que… me he vuelto de la
acera de enfrente? Ummm, no sé qué es peor.
5 comentarios:
Espero que hoy no te hayas topado con la bici. Cuídate y un abrazo.
Ana, no hoy no he tropezado con ella porque he venido acompañado con una compañera.
De todas formas, tendré cuidado.
Que estés bien.
Buen viernes y ojito con la lluvia.
Besos
Ay, Alberto, me encanta leerte y te admiro por tu sentido del humor. Me has hecho reír, no por lo que te ha pasado, sino de como lo cuentas... porque de eso yo sé mucho, no en la calle porque no voy sola, pero sí en casa... y eso que los muebles siempre están en el mismo sitio aunque me temo que algún día los cambie yo de un trompazo, jajaja. Vale más tomarlo con buen humor y tener un poco más de cuidado.
Que pases feliz fin de semana.
Espero que ya estés recuperado del golpe pero si la bicicleta suele estar en el mismo sitio, yo le dejaría una nota al dueño o dueña haciéndole ver el problema que te causa y es muy probable que se ponga en contacto contigo, te presente sus excusas y busque otro sitio que no represente un peligro para quien tiene que valerse de un "palo guia".
Como tú bien sabes, no es mala voluntad, es que no se nos ocurre pensar en nuestro prójimo.
Un abrazo. Franziska
Piedad, me alegro que te haya hecho reír con mis chascarrillos del día a día. Es que si perdemos el humor estamos perdidos nosotros también.
Bueno, pues eso, que cuidadito con los muebles y el exceso de confianza.
Besitos de luz y buen domingo.
Francisca, puede que tengas razón, pero... ¿te imaginas que le dejo un cartelito con el mensaje que dices y adem´ñas de pedirme excusas, me pide algo más, jejejjeje. Que la realidad supera a la más alocada de las ficciones.
Bueno, seguiremos con el buen humor y esperaremos al próximo golpe y al próximo obstáculo.
Cuídate y que sigamos jugando con las palabras.
Besotes.
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