Ojalá que con este cuento os ayude a endulzar vuestra vuelta al cole.
Que estéis bien.
¡Corre corre, María! Que nos va a caer encima el diluvio universal. Con lo prometedor que había amanecido, y fíjate, cómo se está poniendo la tarde. Qué lástima. El último día de vacaciones y la que nos va a caer. ¿Has comprado la tarta de manzana? Mira que igual se nos olvida o se agota y sería una pena. Porque vaya si la hacen buena en esa pastelería. Está deliciosa, ¿eh que sí? ¿Te acuerdas cuando la descubrimos por primera vez? Es asombroso cómo uno se acuerda de esas cosas y eso que cada vez voy teniendo peor la cabeza. Era sábado. Habíamos salido a dar una vuelta por este pueblo, era la primera vez que lo visitábamos así que era necesario recorrer sus calles y plazuelas, sus rincones, sus lugares. Nos lo había recomendado la Toñi, ah la Toñi, ella sí que sabía vivir bien. ¿Qué habrá sido de ella? Estábamos cansados pero contentos y nos decidimos a entrar en La Dulce Alianza a tomar un té, tú, y yo, un café. ¿Con qué acompañarlos? Pues con qué iba a ser: con la especialidad de la casa. Deliciosa, oye; deliciosa. Tanto que se hizo tradición el que siempre que viniéramos la adquiriríamos. ¿Ay ay ay. ¿María? ¿Estás ahí? Qué mujer, sigues queriendo jugar al despiste, enredarme, hacerme rabiar. Cierro un momento los ojos en este banco donde nos habíamos sentado y tú vas y te largas. ¡Maríaaaaaa!
Ring ring ring.
-Uf, ya suena otro día más el despertador. Con lo a gusto que estaba soñando, con ella. Pa una vez que me acuerdo de lo que sueño y tiene que incordiar este cacharro. En fin, eso me pasa por querer apuntarme a todo. Quién me mandaría inscribirme en la excursión a la sierra. Ya lo sé. Luego me gustará y disfrutaré, pero con lo bien que estaba.
¿Que quién es María? Pues una novia que tuve, realmente la única a la que he querido de verdad. Pero claro, el destino no nos ayudó y ella tuvo que seguir el suyo, mientras que yo no quise ni supe torcer el mío. Qué cosas tiene el subconsciente. Traerme hoy a la memoria a aquella chica. Ah, ya sé porqué. Es que ayer compré… un buen trozo de tarta de manzana para hoy. Jejejej. Seguro que no es como aquélla.
Vamos, Andrés. Déjate de perezas y nostalgias. Ponte en marcha que se echa el tiempo encima. Uy, si está diluviando. Veremos qué deciden los de la organización con esta lluvia. Ya estoy listo, vayamos a ver qué pasa.
Al final salimos. Que no se diga, que nos echamos atrás. Allá donde vamos, hay un centro de interpretación micológica y a una mala, siempre podremos aprovechar el viaje. Además, nos dicen que la persona que nos lo enseñará es toda una autoridad en la materia.
Durante el trayecto, el aguacero amaina, pero no cesa. Bueno, lo que sea de uno será de todos.
El paseo se reduce a una pequeña vuelta hasta llegar al paraje donde se ubica una construcción de madera con tejado de pizarra típica de montaña. En ella se alberga el Museo de la Seta. Alguien, con cálida sonrisa y aspecto atractivo nos recibe. ¿Quién creéis que es? No puede ser. Los duendes se han propuesto jugar conmigo.
-¿Andrés? ¿Eres tú?
Ella está igual que como la recordaba, que como me la presentó la visión onírica de esta mañana.
-María. Gracias al cielo. ¿Cómo estás?
Su respuesta es un abrazo lleno de mensajes y preñado de afectos.
Lo demás apenas ya si tiene importancia.
-¿Sabes una cosa? He traído un postre especial. ¿Me dejarás que lo comparta contigo?
-¿Me dejarás tú a mí que vuelva a entrar en tu vida?
-¿Acaso crees que alguna vez saliste de ella?
Los demás excursionistas, entretanto, han deambulado por las distintas salas del museo. Ahora aguardan a que María les ilustre con el origen, variedades y formas de preparar ese manjar que son las setas.
Y mientras, yo sólo aprendo una cosa: que ella sigue igual de guapa y querible que siempre, que el primer día que hizo que mi corazón bailara a su son.
domingo, 24 de abril de 2011
La tarta de manzana
Publicado por Alberto en 5:07 p. m.
Etiquetas: Relatos
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2 comentarios:
Gracias al Cielo que tenemos un postre especial. Ay, no, pero si no es un postre, sino uno de tus deliciosos cuentos!
Que retomes el trabajo con ilusión. Un besósculo de feliz semana. Mua.
Aunque con retraso, no quería dejar pasar esta entrada.
¡Me ha encantado, Alberto!
Dulce entrada y dulce relación,
de ésas que no han salido jamás
del recuerdo.
Abrazos!
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