Pongo aquí una anécdota que, a mi entender, no ha perdido vigencia, ni mucho menos.
El filósofo William Leibnitz (1646-1716) acudía con frecuencia a la Universidad de Leyden, donde a menudo sostenía apasionados y polémicos debates con estudiantes y profesores, siempre en latín.
Durante algunas de sus últimas comparecencias, Leibnitz observó que un zapatero de su vecindario acudía regularmente a los claustros. Finalmente, la curiosidad le pudo y un día se acercó a él, preguntándole si conocía el suficiente latín como para seguir el hilo de aquellas controversias culturales.-No _contestó el hombre._- de latín no sé nada, ni tengo intención de aprenderlo. Yo sólo vengo a ver cómo discuten ustedes.-Pero, si no sabe latín, ¿cómo puede saber quién tiene razón en las discusiones? _preguntó el filósofo, cada vez más extrañado_.-¡Oh, eso! Muy sencillo: cuando oigo que alguien grita mucho, sé con seguridad que no tiene razón.
martes, 13 de julio de 2010
¿Quién tiene razón?
Publicado por Alberto en 7:14 p. m.
Etiquetas: Anécdotas
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1 comentario:
Qué bueno. Un hombre sabio, aunque no supiera latín.
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