lunes, 5 de julio de 2010

El recodo del río


Con mis deseos de que el agua de ríos y mares refresque vuestro cuerpo y purifique vuestra alma, os deseo buena noche y que os guste mi última pequeña creación.

Aquel último recodo del río sería para siempre especial en la vida de Anastasio, Tasio. Desde aquella tarde veraniega, en la que el cielo pintaba su azul de pequeñas nubes recordaría cómo encontró lo que tantas veces había buscado en sus periplos por caminos y veredas.
Y, sin embargo, muchos otros dirían que tampoco era para tanto. Total un simple guijarro, un trozo de piedra negro.
Pero él supo en aquel mismo instante que era mucho más que una forma informe, que un despojo aluvial. Supo que era una fuente de calor, una textura amiga.
Y el caso es que no lo eligió de manera consciente. Se había acuclillado persiguiendo el roce del agua lamiendo sus manos, anhelando que se le llevara las asperezas, las rugosidades de su alma. Había cerrado los ojos, se había dejado invadir del efecto purificador de la impetuosa corriente hasta que algo tropezó con ellas.
Tasio siempre fue una persona inteligente, racional, con mente de matemático pero, no por ello, dejó nunca de querer escuchar la voz de la magia.
Le gustaba imbuirse de la sabiduría auténtica de las gentes sencillas, sabía prestarles toda su atención y atesoraba leyendas, historias y consejos venidos de muy lejos en el tiempo.
Decían de él, quienes le conocían y querían, que era un ser comunicativo, que sonreía con la mirada, que te hacía sentir bien. Mas su interior se poblaba a veces de sombras, sombras que se apoderaban inmisericordes de aquella luz que regalaba a quienes se cruzaban en su deambular cotidiano.
Pudo haber cedido al azar y haber dejado pasar la piedra, igual que había dejado pasar a unos pececillos que se colaron por entre sus dedos y, no obstante,se aferró a ella, como lo hace el bebé al pecho de su madre.
La extrajo de la corriente, la palpó, la recorrió,paseó sus yemas por cada uno de sus milímetros. No era muy grande pero la porosidad de su pátina la hacían agradable en su tocar. Ya vislumbraba dónde la colocaría, cerquita de su almohada. Comprendió que velaría sus sueños y que ya no estaría solo, que sus noches no se compondrían nunca más de eternos vacíos.
Sin apenas darse cuenta, el ocaso se quedó en silencio, la música de la naturaleza circundante había enmudecido. Por primera vez era esencialmente dichoso. Y…
¿Qué hacer después? Continuar el plan previsto? Sus amigos le aguardaban ajenos a semejante milagro entre risas y sorpresas de imágenes extrañas compuestas de babosas,saltamontes, grillos y mariposas que parecían marchar a una fiesta, un encuentro de diminutos alegres con planes de baile..
No habían percibido la transformación de Tasio, si bien empezaban a impacientarse por su demora. La cena les esperaba,un despliegue de manjares deliciosos.
Se obligó a retroceder, a recorrer La pendiente que le separaba de la realidad. Se guió por las voces próximas, no quería aún que viniesen a buscarle, se aferraría al suelo, a las raíces de castaños y chopos cercanos.
Y es que, desde que llegó a aquel pueblo había dejado a su fiel ayudante, su bastón blanco, en la habitación de la fonda. Cedería sus ojos a los brazos de los amigos que le habían invitado a aquel encuentro, se entregaría a su auxilio.
-¿buscas algo?
-No, gracias, puedo ir solo. Pero, ¿quién eres? Tienes una voz bonita.
-Vaya. Vuelvo a mi sitio. El agua es mi lugar. ¿Sabes cuál es el tuyo?
-Qué palabras más extrañas pronuncias con esa dulzura.
-Tal vez tú puedas saber quién soy.
-No, no sé.
-Y, pese a ello, has sabido coger un tesoro. No digas que no sabes. ¿Me darías algo que me pertenece?
-¿Cómo puedo tener yo algo tuyo si nunca nos hemos visto.
-El río es mi hogar y sus guijarros las cuentas de mis collares.
-Entonces… ¿eres acaso una ninfa?
-Soy elusinda, la de los cabellos de oro y sonrisa de nácar. Dame esa piedra que has encontrado y yo, a cambio, te regalaré la pluma de mi cisne favorito. Ella te hará cosquillas para que rías con la risa de los niños, para que pintes palabras de colores, para que crees universos de fantasía.
-¿Y te acordarás de mí cuando esté solo? ¿Velarás porque alguien quiera sostener mi ceguera?
-Eso ya lo tienes. No estás solo. Tu ceguera es luz para muchos. Y si no, no tienes mas que escuchar a ellos que te aguardan. Vamos, ve con ellos.
Tasio nota, al entregar la piedra, un roce de brisa tintineante mientras que en el río se escucha un chapoteo adornado de espuma.
-¡Tasio, vamos; que se nos hace tarde! No, no subas solo. Ten cuidado, no te acerques ahí.
Un gruppo de urbanitas se dirige a cenar, cada uno poseído de sentimientos dispares. Lo que todos ignoran es que para nuestro protagonista, aquella noche será inolvidable y aquel recodo del río siempre permanecerá en su retina.
¿Y elusinda? Elusinda ha hecho algo prohibido: se ha enamorado. Entregando aquella pluma de cisne, se ha arrancado parte de su corazón. ¿Sabrá Tasio conservarlo? ¿Valorará realmente lo mucho que posee?





2 comentarios:

Mercedes Pajarón dijo...

Pues yo añado otra pregunta: ¿Seguirás deleitándonos con estas obras maestras tuyas llenas de sensibilidad y alegría?

Hale, buenas noches. Te dejo, que me llaman al teléfono. Mua

Rosa Sánchez dijo...

Hola, Alberto: he leído con detenimiento tu entrada y me ha encantado. Posees fantásticas dotes literarias. Inmejorable la descripción que haces del lugar, de las cosas, con sensibilidad y mensaje.
Si algún día decides plasmar estas historias en un libro, avísame porque quiero uno.
Un abrazo y hasta la próxima.

Related Posts Plugin for WordPress, Blogger...