Los monos capuchinos que habitan en las selvas de Brasil son capaces de elegir la mejor herramienta de su entorno para abrir las nueces de palma de las que se alimentan. Durante un proceso de prueba y error, van seleccionando aquellas que les son más útiles y no caen en las trampas que les ponen los investigadores.
El hallazgo es uno de los más sorprendentes resultados que se están obteniendo dentro del Proyecto EthoCebus, que desde el año 2005 está ayudando a descubrir numerosos misterios sobre el comportamiento y el entorno de los monos capuchinos ('Cesus libidinosus') en la zona de Piaui. Han sido publicados esta semana en la revista 'Current Biology' "Hasta ahora se sabía que ésta era una práctica habitual entre los que viven en cautividad, como ya lo descubrió el gran Charles Darwin, pero que en estado salvaje también utilicen yunques y martillos es algo totalmente novedoso", señala Elisabetta Visalberghi, primatóloga del Instituto de Ciencia y Tecnología del Conocimiento, en Roma.
Hay que recordar que hasta hace sólo 50 años se pensaba que los seres humanos eran los únicos capaces de utilizar herramientas de forma inteligente. Las investigaciones llevadas a cabo por Jane Goodall en los años 60 en África Oriental revelaron que los chimpancés salvajes, de cuya rama evolutiva nos separan seis millones de años, también tienen esta capacidad. "El nuevo hallazgo nos obliga a retroceder más en las raíces evolutivas del uso de herramientas", argumenta Visalberghi En el año 2007, un grupo de investigadores descubrió que los chimpancés de Costa de Marfil ya utilizaban hace 4.500 años herramientas de piedra para abrir frutos con cáscara, y sugerían que ésta era una habilidad que estos simios y los humanos habríamos heredado de un ancestro común.
Pero de los monos capuchinos que viven en la reserva biológica de Boa Vista nos separan la friolera de 35 millones de años, aunque es considerado el más inteligente de los monos del Nuevo Mundo.
Visalberghi y sus colegas han comprobado 'in situ' que en numerosas ocasiones estos pequeños simios, del tamaño de un gato, prueban reiteradamente las piedras que querían utilizar como martillos antes de usarlas.
En concreto, van desechando todas aquellas que pueden desmenuzarse al golpear la cáscara de la nuez o las que no pesan lo suficiente. En declaraciones a 'Sciencenews' el primatólogo Frans de Vaal, de la Universidad de Emory (Atlanta, comenta que "después de pasar sus vidas asociando algunos tipos de piedra como cascanueces, al final lo aplican automáticamente". Estos monos capuchinos son omnívoros y también se alimentan de pequeños vertebrados y de otro tipo de frutos, pero las nueces son muy nutritivas: se calcula que sólo 100 gramos les aportan 716 kilocalorías, por lo que no es de extrañar que se esfuercen en conseguir abrirlas.
Según han comprobado los investigadores, primero los capuchinos golpean ligeramente las cáscaras para saber si dentro hay algo o está vacío, en cuyo caso no merece la pena gastar energía. Pero si contiene alimento, la empiezan a mover para ver si se abre y mordisquean su cubierta externa hasta que se ve la cáscara.
A continuación, pueden ocurrir dos cosas: o busca una especie de yunque (una superficie de piedra) que le ayude a abrirla con otra piedra usada como martillo y se lo come en el acto; o deja la nuez en la tierra para volver a comérsela más adelante, cuando la necesidad sea más acuciante.
Tenían para elegir entre una piedra grande y otra pequeña de cuarcita o arenisca, que se rompe con más facilidad.
Visalberghi y su equipo estudiaron el comportamiento de ocho ejemplares, a los que pusieron algunas trampas para ver cómo reaccionaban. Una de ellas consistió en colocarles piedras artificiales que eran de tamaño similar a las que los capuchinos usaban, pero con pesos diferentes.
Curiosamente, los mañosos capuchinos parecían saber cuáles eran las más frágiles y siempre elegían aquellas que no se podían desmenuzar con los golpes, aunque el peso no era obvio a la vista. Cuando varias de ellas parecían idénticas, escogían alguna al azar y la probaban levantándola o golpeándola levemente para comprobar su consistencia.
En total, de los 377 ensayos que hicieron, solamente en 39 casos estos pequeños monos no pudieron abrir la cáscara de la nuez por haber elegido mal, un porcentaje más que exitoso. Tampoco cayeron en los ardides de los científicos, que en ocasiones llegaron a ofrecerles piedras enormes que no pesaban nada y otras muy pequeñas pero de gran consistencia.
Los investigadores observaron también que en Boa Vista la gran mayoría de las piedras son de areniscas frágiles y no sirven para martillear. "Se estima que sólo hay unos 20 buenos percutores por hectárea, lo que demuestra que no sólo los homínidos pueden elegir sus herramientas utilizando métodos sofisticados", señala la primatóloga.
Aún se desconoce si esta habilidad de los monos capuchinos es común a toda la especie o lo desarrollan individualmente algunos individuos, aunque ya parece que comienza con las crías, a las que se ha visto intentando abrir cocos no maduros bajo la vigilancia de sus padres.
viernes, 16 de enero de 2009
Los monos y las nueces
Publicado por Alberto en 8:55 p. m.
Etiquetas: La noticia
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