viernes, 2 de noviembre de 2007

Apuesto por el humor

Tal vez os esté dando la impresión, por lo que hasta aquí os voy dejando, que soy una persona aburrida, seria en exceso y demasiado trascendente. No es del todo cierto. Sí, es verdad que a la hora de escribir quizá sea demasiado profundo, pero es que me gusta que mis textos tengan la posibilidad de hacer varias lecturas, como una cebolla, con distintas capas.
Pero apuesto por el humor, aunque sea negro, la ironía y la risa franca.
Es claro que alguien que no es capaz de reírse de uno mismo, es un ser limitado. La risa nos relaja, da vida y dicen que es el mejor cosmético contra la fealdad.
Me encantan los juegos de palabras hijos del ingenio y buscar el lado cómico de la vida, porque de otra manera, no pocas veces, nos veríamos abocados al fracaso y la frustración.
Cuando me dicen: “tú ves”. Yo respondo: “sí, cuando me choco veo las estrellas de colores”. Jejeje.
La ironía al expresar algo por medio de la exageración: “vamos, parece que haya descubierto América diciendo semejante tontería”.
Y sé verle los aspectos cómicos a los percances con los que me encuentro a menudo por ciego.
De éstos, algunos quiero recordar ahora:
Cua´ndo caí en un hoyo por pisar una tabla mal puesta y había un operario trabajando en él. A la típica pregunta de: “se ha hecho daño” Yo dije, con mis 90 kgs. Por delante: “yo, no; usted, no sé” Aquel trabajador experimentó la lluvia de ciegos.
Cuando un día me aprestaba a tomar un café y pensé que, como detalle de la casa, me regalaban unos churros. Oí una voz a mi lado que me decía: “vale que quiera que le invite a churros, pero al menos pregúnteme primero, porque el que tiene en la mano era mío”
Las ocasiones en que, cuando voy a sujetarme de una barra en el transporte público, en vez de tomar el asidero, tomo ciertas partes femeninas.. Con harto apuro debo pedir “perdón, señorita”.
Imaginaos qué puede hacer un ciego en la playa moviéndose con el bastón: los niños con los castillos de arena, las chicas tumbadas al sol… y el ciego dando palos de idem.
O llegar al alto de una montaña o al borde del acantilado y decirme mi acompañante: “ya puedes dar el paso” Yo voy y… encuentro el vacío. Adiós. (puro humor negro).
Y aquella vez en que otro amigo y yo nos presentamos en plena pradera de la hermita de san Isidro el día del patrón, en que medio Madrid se acerca a beber agua de la fuente. Saber que te franquean el paso por delante de una fila interminable, abriendo las vallas protectoras y luego ir de tómbola en tómbola a comprar boletos para terminar la faena.
El momento en que un vigilante, que más parecía un gigante, en el Museo Británico, en Londres, se dirige a mí en tono desabrido por tocar los restos del Partenón. Encima que no debería de estar allí, me riñen por tocar un trozo de piedra. Si aún me llamasen la atención por tocar otras columnas más cálidas y suaves…
No sé ni recuerdo chistes, pero os aseguro que muchas veces son más cómicas las situaciones cotidianas que éstos, sólo hay que saber verles la gracia, aunque de momento te suponga una buena medida de sonrojo y apuro.
Un brindis por el ingenio y la sonrisa amable.

5 comentarios:

Anónimo dijo...

MUY BUENO,

Anónimo dijo...

Efectivamente, saber reirse de uno mismo es síntoma de inteligencia y de tener una buena salud mental. ¡Qué pena que casi todos los políticos del mundo estén pochos!
Bueno, estoy cumpliendo mi promesa y poco a poco iré leyendo tus reflexiones.

Una admiradora que de vez en cuando te ayuda a amansar a las fieras del taller.

Anónimo dijo...

Hay que aprender a conquistar el humor..! es como la plantita..sin agua no vive y nosotros sin humor seriamos caritas agrias...aunque las hay y muchas!! jejeje y bueno que contarte si yo lloro de risa y mas...cuando me encuentro con gente llenita de humor...besos!! ahaa estas muy guapo en las fotos..me han encantado!!

Anónimo dijo...

Alberto me gusta tu humor. Yo uno de los momentos que mejor lo paso es cuando me junto con una amiga de toda la vida, amiga incondicional, y recordamos hazañas que nos han pasado o que nos pasan, nos reímos de nosotras mismas tanto que lloramos de la risa, eso sí, luego te quedas nueva, relajada y feliz.
Reirse es muy bueno y además contagias alegría y buen rollito.

saludos

Anónimo dijo...

Me sumo a tu brindis por el ingenio y la sonrisa amable. Es verdad que la risa eleva los ánimos, despeja la mente, reduce tensiones y elimina estres... hace que las cosas se vean de otra manera.

Así que a reir mejor que llorar porque es bueno para todo.

Día a día hay que sacar partido a muchas cosas para seguir adelante y muchas veces las simples situaciones cotidianas son para REIR A CARCAJADA LIMPIA y aprovecharlas como terapia saneadora. Ahora, a posteriori, me río de las prisas que tuvimos que meternos en el cuerpo la susana y yo para pillar el ave el sábado, que por cierto, pillamos en el límite, dejando tirado el coche en el parking porque los taxis de esta expociudad no concurrían ni llamándolos a gritos.

Al final llegamos, ... "si ya te lo decía yo papá, teníamos que llegar" y después todo fue inmensamente fructífero y reconfortante. Espero que se repita todo, salvo ... tener que coger un taxi in extremis que nunca llegó.

UN BRINDIS POR EL INGENIO Y LA SONRISA AMABLE.

Saludos. eljuli

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