miércoles, 20 de febrero de 2013

Recuerdos de un hogar: una pirueta literaria



Señoras, señores, permítanme que me presente. Soy una casa de tamaño mediano, ubicada en una primera planta y bastante bien situada, cercana a medios de transportes, anchas avenidas y parques majestuosos.
Hoy quiero contarles cómo me impresionó conocer al que sería mi nuevo dueño.
Venía acompañado de su madre, se le veía ilusionado y seguro de sí mismo.
Se pasearon por mis dependencias, mi anterior amo les explicó y ponderó mis bondades.
El que sería mi futuro señor insistió en que quería tranquilidad y sentirse a gusto, que él era muy maniático con los ruidos. Si eso era lo que buscaba, lo había encontrado porque en mí, el silencio es proverbial.
¿Qué quieren? Me cayó fenomenal desde el principio. Decir que fue un amor a primera vista, puede sonarles falso. ¿Cómo se va a dar tal prodigio entre un piso y un ciego? Ja, imposible.
Lo recuerdo bien: era octubre de 2004. Y, sea como fuere, intuí que al fin habían encontrado, en mí, lo que andaban persiguiendo.
Luego llegaría el papeleo _de eso yo no me enteré_, pero lo cierto es que, a finales de noviembre, una noche de viernes se presentó solo, el que supe, se llamaba Alberto.
Me recorrió despacio, enterándose de mis distancias y recovecos. Y lo hizo con calma, saboreando el tiempo, impregnándose de mí. Claro, ya era suyo. Parecía no creerlo.
 Me acarició con sus manos, aspiró mis aromas de maderas y antiguos perfumes, escuchó el vacío que entonces encontró, pero que luego él pronto llenaría con nuevos muebles, adornos y.. ¡cuadros! Sí, unas bonitas láminas con paisajes marinos, meninas, flores y el que a él le debió de resultar especial al ponerlo en la cabecera de su lecho: la estampa de la veneciana plaza de San Marcos.
En diciembre de aquel 2004 fui retocado y vestido para que, el 1 de enero de 2005 nuestra relación se hiciera cotidiana hasta hoy.
Trajo sus discos, sus libros _¿libros un ciego?_, sus figuras evocadoras de viajes y regalos, y otros retazos de su vida.
Ya ven, ustedes sí, claro, ya ven: han transcurrido más de 8 años y seguimos juntos, muy a gusto, muy bien.
Ya les contaré, si así lo desean, más recuerdos de este tiempo, recuerdos de visitas, encuentros y descubrimientos inolvidables.
Que así sea.
Vale.


6 comentarios:

Rosa Sánchez dijo...

Ay, aquel 26 de noviembre, Alberto, ese día debió marcar un antes y un después muy significativo en la vida de esa acogedora casa. Cuánto habrá ganado desde entonces, eh. Qué suerte la suya, que tiene el privilegio de acoger a uno de mis escritores favoritos. Bueno, y en la plaza de San Marcos estuve yo un día lluvioso como el que más. Bonita experiencia.
Un abrazo acogedor acompañado de recuerdos de un hogar y piruetas literarias... Con cariño.

Alberto dijo...

Rosa, sí esos 26 de noviembre que cambian la vida de la gente. Tú también sabes algo de eso. Me emociona saber esa coincidencia. ¿Habrá algo de destino en ella?
No he estado en Venecia aún, espero hacerlo algún día, eso sí, sin lluvia.
Ah, y para mí tú también eres una de mis escritoras favoritas, junto con mi amiga Mercedes Pajarón y alguna otra como Carmen Posadas o Angeles caso.
Besos coincidentes que riman con... jejejje.

Rosa Sánchez dijo...

¿Besos coincidentes que riman con qué, Alberto? No me dejes a medias, hombre, que a mi edad está contraindicado, jejeje. Cuando me respondas te sigo comentando, jijiji. Hasta entonces, buen fin de semana, fenómeno.

Alberto dijo...

Rosaaaaa, que esperaba que tú fueses la que diese la respuesta, jajajajjaj.
A tu edad creo que no hay nada contraindicado. Que lo diga yo, que ya soy viejales, aún. Pero tú...
Bueno, pues...
Coincidentes que rima con... ¿Espectantes? ¿Fluctuantes? ¿Picantes? ¿Rozagantes? ¿Regañadientes? ¿Gigantes? ¿Pululantes? jejejejejej. Elija, elija usted.
Ale, cual pelota de tenis, ahora le toca a usted rematar. Espero que no se le vaya la mano y me dé un pelotazo en el ojo y, a cuenta de él, quédeme cegado.
juajuajua.

Rosa Sánchez dijo...

Jejejeje, cada vez pones el listón más alto, Alberto. Pero tranquilo que ya sacaré alguna rima, me gustan los retos.
Puede que la coincidencia entre ambos días 26 tenga como objeto que no tengas excusa para felicitarme llegado el día. Eres afortunado, eh, hay quien se tiene que atar un hilo a un dedo para recordar algo. A ti no te hace falta hacer chorradas así: simplemente te levantas un día y piensas: "anda, mira, si es 26 de noviembre, voy a felicitar a tal persona..." Es muy práctico. jejeje.
Bueno, sabes que soy una simple aficionada a la literatura. Además, no debo hacer muy bien las cosas cuando hay quien lee un libro sobre Cleopatra y no encuentra a Cleopatra, fíjate.
Bueno, buen fin de semana con besos reincidentes, residentes y muy poco corrientes. JIJIJI.

Alberto dijo...

Rosaaa, muy bien, muy bien. Te veo en forma con las rimas en entes.. De ahí a los dientes no hay más que un paso.
En cuanto al que no vio a Cleopatra en tu estupenda novela, es que no supo leer. Yo, siendo ciego la vi, así que los demás ni te cuento como la han de ver.
Bueno, que hayas disfrutado del finde y otra semana más.
Y sí, ah, esa coincidencia me viene muy bien para acordarme de una guapa chica y la tarta de cumple que merece ese día.
Besitos nemotécnicos.

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