sábado, 12 de enero de 2013

Premios para Huellas de luz

Buen día de sábado ya de rutinas postnavideñas.
Quiero compartir contigo estos logros de "Huellas de luz" que, para mí, su padre creador, son todo un orgullo. Sé que te alegras tanto como yo y que, por lo que me aprecias, y apoyas, quiero compartir contigo.
¿Qué mejor manera de comenzar 2013, año de trece que crece.
Gracias a Ramón y a Luis por vuestras palabras, gracias ilusionadas de corazón.

El presidente de la Fundación Alaine, Ramón Herrera, me cuenta:
La próxima semana llegan los primeros paneles solares de la Fundación Alaine al norte de Benín. Con ellos y gracias al apoyo de Alberto Gil, se comenzarán a extender por allí "Huellas de Luz" para que los niños y niñas puedan estudiar, para que funcionen ecógrafos e incubadoras, ordenadores en aulas informáticas, pequeñas bibliotecas,...
Así, Alberto dará luz a muchos niños y niñas que por no tener corriente eléctrica y vivir en un país pobre cercano al ecuador, no pueden estudiar ni hacer sus tareas escolares por la falta de luz.
 ¡Gracias Alberto por compartir algo tan precioso como la luz!

Por otro lado, pego artículo escrito por Luis Pla en su página de homenaje a Facundo Cabral http://www.facundocabral.info/rincondepla-texto.php?Id=531
Bajo el sugerente título de HUELLAS DE LUZ, presentó en su momento Alberto Gil, su libro tan aleccionador como enigmático que ahora ha llegado a mis manos. Un ciego nos habla de la luz a todos los videntes para demostrarnos que, viéndolo todo, nuestra principal ceguera la llevamos implícita en el alma. Como digo, leer a Alberto Gil es una bocanada de aire fresco para nuestra alma, una reflexión en el camino y, sin duda, una forma de darle gracias a Dios por todo lo que tenemos y, ha tenido que ser un ciego el que abriera nuestros ojos.
HUELLAS DE LUZ no es otra cosa que un compendio de ensayos breves que, desde el primero hasta el último, el lector queda cautivado por el mensaje que Alberto Gil nos regala. Cuentos escritos desde la sombra como los define el autor, sin duda, calarán en el corazón de todos los afortunados que tengan la suerte de disfrutar de este libro, lección impenitente de la que tanto aprenderemos.
Alberto Gil, en HUELLAS DE LUZ, saca de su interior sus más bellos logros, todos ellos, traducidos en letras fantásticas puesto que su narrativa emociona, cautiva, reflexiona y, como antes decía, nos hace “ver” la realidad del mundo desde distintos puntos de vista, siempre, aferrado a sus personajes; los que él ha creado, los que ha conocido y con los que ha vivido. Este hombre apasionado por la vida ha sabido mostrarnos su faz más hermosa mediante su “visión” de ese mundo que imagina y que, por el contrario, tanto le apasiona. Alberto, como digo, no puede ver; pero puede sentir, amar, escuchar, oler, intuir y, sin duda, su mundo es infinitamente más bello del que jamás podría imaginar.
Me quedo, lógicamente, con todos sus relatos, pero hay uno de ellos en que, un ciego por accidente, empecinado por seguir hacia delante, es capaz de construir su propio futuro, -caso del autor- hasta es capaz de asombrar a su esposa que, incrédula ante las actitudes de su marido ciego, cuando éste acude al supermercado para hacer la compra, ella le sigue para ver sus “maniobras” y, posándose junto a su marido en dicho centro comercial, creyendo que él no la “veía”, por el olfato, él le espeta: “Por qué viniste, mi amor. ¿Creías que no podría hacer la compra? Genial dicho relato; genial todo el libro.
Mientras tengamos cerquita de nosotros a personas como Alberto Gil, además de darle gracias a Dios por todo lo que tenemos, comprenderemos nuestra riqueza y, sin pensarlo dos veces, cuando Alberto pase por nuestro lado, irremediablemente tendremos que echarle el sombrero a sus pies para que lo pise, sencillamente, para que nuestro ego quede aplastado por completo y para siempre.
Recuerdo que, en una de nuestras conversaciones, antes de que yo leyera su libro, el autor me dijo tras dicha lectura, que procurara ser crítico sin medida. Y lo he sido, lo confieso, hasta el punto de que, por lógica, aquí no cabe la crítica, más bien la admiración total hacia un ser que, con sus acciones, sin pretenderlo, nos aporta lecciones que nunca habíamos soñado. Recordemos que, cientos de millones de personas que se embelesan mirando una puesta de sol, dotados de todos los sentidos, han sido incapaces de escribir un libro y, el ciego Gil, como yo le digo, nos ha escrito un libro para hablarnos de la “luz”. ¿Cabe milagro más grande?
Como diría Cabral, ¡qué bien que te llames Alberto, amigo! ¿Por qué? Dirías tú. Muy sencillo. Para que todos, tras leer tu libro, podamos decirte, ¡¡¡¡gracias, Alberto!!!! Te queremos.

4 comentarios:

Piedad dijo...

Hola, Alberto.
Qué mejor que para empezar el año lo hagas con este premio a Huellas de luz... Mis palabras de hoy son para felicitarte, no solo por ese premio, sino por este año que acabamos de comenzar, deseándote que te cubra de felicidad y cosas como estas... ¡Me alegro mucho!
¡Te lo mereces!
Eres luz y alegría que siempre estás dispuesto a levantar la moral con esa gota de humor haciendo que florezca una sonrisa en el punto más seco de cualquier rincón del alma... ¡Yo es que me parto cada vez que te leo!
Que Dios te conserbe ese don con el que nos deleitas con tus escritos.

Estoy deseando leer Huellas de luz. Ya te diré...
Abrazos.
Piedad.

Amig@mi@ dijo...

Eres merecedor de eso y mucho más. Un regalo como la luz se ha de agradecer siempre, aunque sé que tu lo que esperas no es el agradecimiento en sí.
Enhorabuena, amigo

ABELEDOS dijo...

Enhorabuena Alberto por darnos estas Huellas de Luz y sobre todo darnos tu compañía y cariño.
Un abrazo,
Paco

Alberto dijo...

Piedad, muchas gracias por tus palabras y vaya también mis deseos de felicidad y satisfacciones que te traiga 2013, año que crece.
Sabes que me esfuerzo por haceros sonreír. Si lo logro, es un lujo para mí.
Besitos y a seguir ahí.

Montse, amiga. Gracias a ti por tu afecto y seguir mis andanzas con tanto interés.
Que estés bien y hayas comenzado como mereces 2013.
Besitos de luz.

Paco, ya sabes que lo aspiro no es a dar sino a compartir. Así que a seguir compartiendo huellas, amistad y literatura.
Un gran abrazo agradecido.
Con cariño.

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