Sí, como os prometí ayer, paso a contaros mi excursión
avulense que, junto con Elena, llevé a cabo el pasado fin de semana.
Llegamos en autobús sin problemas, con la consiguiente ayuda
para localizar la dársena de la que partíamos, nos va a buscar a la llegada una
compañera de Elena que nos lleva al hotel reservado, un fantástico palacio
renacentista en pleno centro con un claustro donde disfrutar de tranquilidad,
regada con un glorioso tinto de verano. Fantaseo sobre épocas palaciegas (que
no para ciegas), galas y boatos.
Hacemos tiempo hasta que llegue la hora de la inauguración.
Buscamos un bar para tomar un tentenpié. Resulta que conocen a una ciega con la
que, casualmente, tengo muy buena amistad. Ya se sabe… el mundo es un pañuelo y
nosotros somos los…
Paseamos a lo largo del tiempo por los lugares céntricos de
la ciudad: las calles de la Vida y la Muerte, la de los Reyes católicos o la
del Rastro, la muralla, sus plazas del Mercado Chico y Mercado Grande, la de
Adolfo Suárez o la de la Santa,. Nos adentramos en su catedral y en la Basílica
de san Vicente. Y tenemos ocasión de disfrutar de dos representaciones
teatrales al aire libre en el denominado Episcopio, además de dos visitas
guiadas, una de ellas teatralizada y recreamos la vida de los místicos san Juan
de la Cruz y santa Teresa de Jesús, cómo no. En definitiva, que no perdemos
detalle, lo que hace que uno sienta gran orgullo por hacer turismo aun siendo
ciego, desenvolviéndote por un entorno desconocido y disfrutando de la Historia
y la gastronomía en un ambiente fantástico de complicidad y armonía.
Nos atienden estupendamente tanto en las visitas
guiadas como en nuestros paseos y
paradas en terrazas veraniegas, recibiendo la amable ayuda de gentes anónimas
que nos orientan.
Avila está declarada como ciudad de la accesibilidad. En
relación con la ceguera, he de hablar de que hay maquetas en el Centro de
Recepción de Visitantes, estando éste, además, adaptado con encaminamientos y
ascensor que habla. Hay también maquetas en el interior de la Basílica de San
Vicente y en el de la Catedral. Estamos exentos de abonar las visitas guiadas.
En este sentido, la maqueta de la catedral no la vemos porque no sabemos que
existe y la persona que se encarga de controlar la entrada no nos lo dice. Sí
cogemos una audioguía que explica en profundidad todo el monumento. La maqueta
de san Vicente es de planta, no de alzado con lo que nos decepciona. Echamos en
falta encaminamientos para llegar a determinados sitios, folletos en braille y
creemos que las maquetas deberían de estar junto a los monumentos representados
(nos referimos a la muralla). Es verdad, los semáforos son acústicos.
Nos traemos de la ciudad la sensación de que
es un buen sitio para pasar unos días de vacaciones, muy tranquila para vivir,
sin bullicio ni agobios, donde se come de maravilla y se recrea la Historia.
Una amiga de Elena, Lili, nos regala la tarde del viernes y
la mañana del domingo, junto con su pareja, invitándonos a degustar una
soberbia comida, en su casa de un pueblo cercano. Hospitalidad, acogida, cariño
son sus mejores presentes.
El poder asistir a las representaciones teatrales al aire
libre, son otra sorpresa no esperada. Por 10 euros podemos disfrutar de “Los
árboles mueren de pie” y “Somos tres, un gitano y un marqués”. Aquélla nos
parece fantástica por su interpretación y moraleja y ésta es más ligera, una
comedia.
Como anécdotas, diré que no nos resistimos a entrar en la
catedral (nos habían sentado en un banco para escuchar la audioguía ubicado en
el pórtico, pero nosotros queremos más, notar cómo es por dentro, cómo es lo
que nos ha contado la audioguía. Entramos, damos una vuelta por ella _es gigantesca_,
nos perdemos al querer encontrar la salida, nos topamos con una señora
francesa, le pido en su idioma que nos acompañe a la salida, se demuestra cómo
la mejor maestra, una vez más, es la Señora Necesidad. No hablaba francés desde
hacía años, casi siglos diría.
En san Vicente preguntamos por dónde está la maqueta para
tocarla. ¿Sabéis dónde nos llevan? Sí, a donde empieza la “moqueta” y uno que
lo que espera tocar es un relieve, lo que pisa es una alfombra. Me digo, “tampoco
soy tan importante como para que me pongan la alfombra por donde piso”. En fin.
Compramos las clásicas yemas y otro dulce llamado
torrecillas en una pastelería de pro, qué buenas deben de estar. Y yo que tanto
cuido mis yemas de los dedos (por aquello de que con ellas leo y veo), me digo
que de lo que se come se cría, así que… vengan yemas sin medida. Oh, qué ricas.
En la visita teatralizada, uno de los que participan es
hospitalero del camino de Santiago, qué ilusión me hace coincidir con él. no sé,
es muy entrañable conversar sobre caminos y peregrinos, sobre ingredientes de
entrega y cariño, sobre escritura y cuentos.
En resumen,, un fin de semana espléndido, cargado de
emotividad y aprendizajes que te animan a repetir, a ir más allá, a seguir
descubriendo lugares en compañía.
2 comentarios:
Hola, Alberto.
Hoy me has hecho recordar mi visita a esta hermosa ciudad, Ávila, por la que tuve el gusto de pasear hace ya unos años, pero no supe de sus maquetas hasta hoy. ¡Con lo que a mí me gusta tocar! Claro, si no es así no veo, jajaja, y las ciudades, si no es tocando poco podemos ver como son sus edificios.
Me alegro mucho que pasarais un fin de semana tan estupendo y te agradezco que lo compartas con todo/as nosotro/as porque de alguna forma yo también viajo... ¡y es que explicas todo tan bien, que es como si estuviera con vosotro/as!
Por cierto, ¿tienes ya vacaciones? o ¿las has hecho ya?
Si aún las tienes que hacer, que disfrutes tanto como puedas y luego nos cuentas...
Abrazos.
Piedad, me alegro de hacerte sentir lo que dices.
Efectivamente, muchas veces solo se habla de accesibilidad para decir que hay rampas y poco más olvidando que si no se nos informa de que hay maquetas, no hay forma de saberlo y, por tanto, de disfrutarlo.
Cojo vacaciones el día 17, aparte de la semana pasada viajera. Me iré a mi pueblo de Soria para estar con mis padres, leer y pasear.
Buen verano también para ti.
Abrazos de luz.
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