domingo, 27 de mayo de 2012

La botella labrada


Un brindis por esas amigas que están siempre ahí, a mi lado, para que el tiempo de los encuentros nunca tenga que descontarse.
Con cariño y que disfrutéis.
Feliz semana.

Cada vez que Andrés visita la casa de Marta no deja de sorprenderse por su exquisito gusto en la decoración y adornos. Detalles que dan muestra de la personalidad de su amiga y que son la guinda de su probada hospitalidad, al tiempo que su deseo de que quien hasta ella se acerque, se sienta maravillosamente bien, feliz.
  Alguna vez le han comentado, quizá con envidia, de que tanto exceso de cuidado es innecesario, que no sirve de nada el que se moleste tanto por sus invitados. Ella sonríe y calla, sabe que merece la pena hacerlo por agradar. Y, bueno, tampoco es para tanto, le sale de manera natural.
Un discreto oloroso ramo de lavandas, un lazo de colores, un dibujo que han hecho sus niños, detalles que no son costosos ni espectaculares, cosas pequeñitas pero que son grandes por su significado, por quienes se las han traído o hasta regalado y porque reflejan, cual prístino espejo, lo que es Marta, su calidad humana, su bondad.
Cada vez que Andrés visita la casa de su querida amiga Marta se siente intrigado. ¿Con qué nueva sorpresa se encontrará? ¿Qué nuevo objeto de vida le aguardará? Con todo lo que la aprecia y semejante acicate, se le hace difícil resistirse a no ser pesado, a verla de tanto en tanto. Sabe lo agobiada que va entre el trabajo, sus obligaciones de madre, y vaya pedazo de madre que es, sus problemillas de espalda, el tiempo que dedica a su familia y tantas otras ocupaciones más. Pero también él sabe que visitarla le hace bien, la ayuda a no ceder al cansancio que, a veces, la asalta como un irresistible huracán.
Es tanta la confianza que se tienen que no necesitan preparativos ni agasajos desmedidos. Un cafecito, un refresco, unas patatas fritas o cualquier pasta. Y mientras Eric y Yenís juegan en el jardín ellos charlarán, compartirán confidencias y reirán con las ocurrencias del uno y de la otra, se despedirán con un cálido abrazo y empezarán a descontar el tiempo que restará para su próximo encuentro.
Y ese tiempo descontado ha vuelto a transcurrir otra vez más una tarde de primavera. Andrés llama, con su ritmo acostumbrado, a la puerta de Marta. Saludos de rigor en forma de suaves palmadas en la mejilla, un “hola, guapetona, te veo igual que siempre”, una pícara y fresca sonrisa, un “pasa, anda; que siempre estás igual”.
Y él busca, proyecta su mirada en una panorámica espectante. ¿Una curiosa botellita labrada y con su corcho en miniatura! ¿Qué es? ¿De dónde ha salido? Evoca rápidamente imágenes de elixires mágicos, duendes encerrados, licores exóticos.
-Te gusta, ¿verdad?
-Sí, es muy chula. Y tendrá su historia y todo.
-jajajajaj. Claro.
-¿No me la vas a contar? Que ya sabes que luego yo me monto mis películas con tus chismes.
-¿Chismes? Jajaja
  -Anda, bah, cuenta cuenta.
-Salí el sábado pasado en busca de manzanilla al bosquecillo de ahí arriba con Chispas, ya sabes… el perro que tenemos, y cuando vi que se ponía a escarbar pensé que igual encontraba un tesoro, una de esas joyas que trae alguna vez, un palo, una lata vacía y oxidada, un cacharro abollado, en fin. Y va y entre hojas secas y tierra me viene con  eso. No me atreví a tirarla, pensé que quedaría bien en cuanto la limpiara. Y oye, chico, que fijándome más tenía esculpido algo en el cristal, ¿a que parece la cara de alguien? Y unas letras que no he podido descifrar. Supongo que entre que están casi borradas y que faltan algunas no hay forma de que sepa qué querrán decir. O era la marca de la botella o…
-¿Y si era un mensaje para quien la encontrara? ¿Y si…? ¿La has descorchado?
-No, he esperado a que vinieras hoy para hacerlo juntos.
-Ah, pues venga venga. A ver qué pasa.
Un perfume con sabor a rosa, lilas, jazmín y orquídeas inunda la estancia. Sus respectivos olfatos se ponen en acción sin que puedan evitarlo. Y éstos les transmiten un mensaje.
-Madre mía, qué bien huele. Qué pasada. Nadie diría que pueda haber estado enterrada, seguramente desde décadas o siglos, quizás.
-Ah, pero no; Anda, mira, fíjate bien. Si es el dibujo de… Si se…
-Que no puede ser, que no digas tonterías, cómo va a ser eso que dices. Ya estás viendo visiones.
-¿Visiones yo? Pero es que, mirándola detenidamente y tocando el perfil de la cara en relieve que tiene… ¡Es la tuya! ¡Es igual que la tuya! ¿Y las letras? Una M, una R, una T, una C y una A. ¿Martica?
-No es verdad, pero… ¡Me haces tan feliz con tu cariño! Con tus llegadas, con tu apoyo, con tus siempres…
Marta calla,  no puede continuar. Acaricia la botella, una lagrimita emocionada quiere asomarse para ver el momento y ser partícipe. Andrés calla también, piensa, sonríe, recuerda.
 Y esa tarde de prrimavera se les ha hecho tarde. Saben que tienen que volver, que dar comienzo a otra cuenta atrás en el reloj de sus encuentros. Aunque, ¿y si esta vez, por una vez, no lo hicieran?

8 comentarios:

tere dijo...

Alberto, te felicito por la publicación de tu libro, y por todos tus relatos que nos animan. He tenido que pedir ayuda a Ana, no encontraba dónde hacer comentarios.
Este relato me gusta mucho.

Alberto dijo...

Tere, qué alegría. Bueno, ahora ya sabes cómo dejarme tu huella. Así que cuando quieras, aquí estoy.
Muchas gracias por la felicitación y me alegro que te gusten mis relatos. Es toda una alegría para mí.
Espero que Ana haya superado con éxito su examen de alemán. Así habrá sido sin duda.
Besos cariñosos de luz.

Rosa Sánchez dijo...

Bueno, bueno, Alberto, dejas esos suspenses al final de algunos relatos que me parece oir música de fondo acompañando la intriga. Que nada, que escribir es lo tuyo, chico, no sé si ya te lo habrán dicho. Que es seguro que sí, y mucha gente.
Ya me gustaría a mí compartir algún día portada contigo. Y, por qué no, algún café qué otro también. Sé que todo llegará, Alberto. Felicidades por este nuevo relato. Tú sigue así.

Rosa Sánchez dijo...

Alberto, he vuelto porque no encuentro relación entre el relato de hoy y la imagen que has puesto encabezando esta entrada con la virgen, San José, el niño Jesús y los pastores adorando al mismo... Te veo con ganas de que llegue el frío y vuelvan los turrones y mazapanes... pero aún nos queda esperar un poco hasta entonces, ahora es tiempo de helados y horchatas. Pues nada, sólo eso. Cuídate.

Alberto dijo...

Rosaaaa, jejejjeje. ¿Ves lo que p asa cuando uno pone imágenes sin verlas? Y yo buscando una botella con imágenes labradas y en vez de eso pongo el belén. Toma castaña, toma del frasco (más bien la frasca) carrasco. En fin, otra ciegada como cuando puse la imagen de la Maja Desnuda de Goya solo con medio cuerpo para abajo enseñando imagínate qué. En fin.
Ah, y no sé si la escritura es lo mío. De momento de lo que vivo es de la lectura por aquello que soy técnico de biblioteca.
¿Y qué hago ahora con la dichosa imagen navideña? ¿La dejo como muestra de mi cegazón o la cambio por otra más adecuada?
Ale, besos de luz.

Rosa Sánchez dijo...

Alberto,lo tuyo tiene un mérito muy grande, así que no te preocupes si en vez de una botella nos pones un belén, o en vez de un belén (llegado el caso), nos pones la parte de abajo del David de Miguel Ángel. Estamos dispuestas a disculparlo todo, je, je.
Claro, no sabes si la escritura es lo tuyo porque apenas escribes y nadie se divierte con tus ocurrencias, ¿verdad? Pues nada, seguiremos intentando hacerte ver que tú vales para esto, y mucho. ¿Qué se le va a hacer?
Y sí, has armado el belén, y bien que está, porque estas cositas hacen aún más entrañable este blog. Bueno, un abrazo grande.

Alberto dijo...

Hombre, rosa. Puestos a poner partes de abajo, pondría... ¿la mía? jajajjajaja. No, mejor nos quedamos con el Belén. Y si no, siempre nos quedará el David de Miguel Angel.
Sigue, sigue convenciéndome de si es o no lo mío la escritura. jejejej.
Más besitos de luz.

Rosa Sánchez dijo...

Ja, ja, ja, eres genial.

Related Posts Plugin for WordPress, Blogger...