jueves, 3 de mayo de 2012

El Telstar 1: un satélite de leyenda

Permitidme que comparta aquí un artículo que acaba de aparecer en una de las revistas que la ONCE edita para personas ciegas.
Creo que merece la pena conocerlo.

Era la primera vez que la idea de la “transmisión en tiempo real” o “en vivo” para la televisión se presentaba como algo posible. Estar conectados y comunicados al instante vía telefónica o por fax también dejaba de ser un sueño. Pasaba a convertirse en una realidad gracias a la puesta en órbita del Telstar, el primer satélite artificial de telecomunicaciones, que fue lanzado al espacio hace 50 años, un 10 de julio de 1962.
El satélite, de forma esférica, fue pensado y diseñado desde un primer momento con el propósito de trasmitir una señal de televisión en directo, conversaciones telefónicas y datos a alta velocidad a través del océano Atlántico, entre América y Europa.
Este primer satélite comercial de comunicaciones lo construyó la firma estadounidense American Telephone and Telegraph Company, más conocida como AT&T, por 50 millones de dólares, aproximadamente.
Recubierto por paneles solares, el Telstar tenía una longitud de 88 centímetros y un peso de 77 kilos. No era muy grande. De hecho, tenía el tamaño idóneo para ubicarlo en el cohete Delta —de la NASA— que lo transportó rumbo al espacio. Nada sería igual después de ese lanzamiento.
La primera emisión de televisión transmitida por el satélite se realizó desde Andover, en Maine, Estados Unidos, hasta Cornualles, en Inglaterra. En ella se veía la enorme esfera que generaba las señales del satélite. Este primer aparato esférico se había convertido en un nuevo habitante espacial que comenzaba a escribir la historia, marcando una referencia después de su creación.
El Telstar dibujaba una órbita elíptica que completaba cada dos horas y 37 minutos, y solo estaba operativo durante 20 minutos en cada vuelta que daba sobre el planeta Tierra. La principal desventaja de este satélite (y de los que le sucedieron) era su ubicación: al situarse en una órbita muy baja, los usuarios tenían que esperar a que pasara por la vertical del punto de recepción para poder recibir sus emisiones.
Además de esos primeros pasos en las transmisiones “en vivo” para televisión, el Telstar permitió transmitir la primera llamada de teléfono por satélite de la historia, y logró transferir datos y algunos faxes entre dos puntos.
Sin embargo, la aventura duró solo unos pocos meses. El Telstar dejó de funcionar el 21 de febrero de 1963 tras haber perdido la comunicación en varias ocasiones. En su última etapa, el satélite envió datos de forma intermitente, hasta el final de su vida útil.
Un día antes del lanzamiento del Telstar, el 9 de julio de 1962, el Gobierno de Estados Unidos realizó una prueba nuclear conocida como Starfish Prime. La bomba atómica fue lanzada a unos 400 kilómetros de altitud sobre una isla del Pacífico. Se trataba de un ensayo estratosférico, ya que tuvo lugar fuera de la atmósfera terrestre. Sin embargo, la radiación quedó presente.
El cinturón donde orbitaba el Telstar se sobrecargó de energía, y se cree que los aparatos del satélite dejaron de funcionar seis meses después por los daños que produjo la radiación emitida con esta prueba. Meses más tarde se lanzó al espacio el Telstar 2, con algo más de suerte: el Telstar 2 marcó el comienzo de la carrera espacial de los satélites.
La historia de los satélites se remonta a la observación del Sistema Solar, un desafío nada pequeño para las grandes aspiraciones del hombre, que luego giró su mirada a la aplicación de estos avances para estudiar el planeta Tierra y buscar datos relacionados con el clima.
La posibilidad de observar las nubes desde el espacio condujo al desarrollo de los satélites meteorológicos. Sin embargo, los primero satélites de observación se desarrollaron con fines bélicos y se utilizaron en la localización de baterías de lanzamiento de misiles, los conocidos “satélites espías”.
La comercialización del espacio llevó a la utilización de satélites de propiedad privada en la obtención de fotografías de la Tierra. La resolución de alguno de los nuevos satélites europeos se aproximó al de los satélites militares de observación utilizados en los programas de defensa.
En agosto de 1960 (justo tres meses después de que la Unión Soviética iniciase con el Sputnik su carrera espacial), los Estados Unidos lanzaron con éxito su primer “satélite espía” suborbital, que fue bautizado con el nombre de Discovery.
El Discovery sobrevoló tres veces la Unión Soviética, tomando fotografías a lo largo de su recorrido. Fue recuperado en el Océano Pacífico cuando abandonó su órbita y cayó a la Tierra.
Al Telstar le siguieron otros satélites de comunicación. Muchos de ellos también pasarían a la historia. Es el caso de los satélites Intelsat-I, Early Bird, Intelsat-II y ATS, que un 25 de junio de 1967 hicieron posible la transmisión del primer programa televisivo en vivo vía satélite.
Durante el programa participaron varios países, que aportaron lo mejor de su cultura. España presumió de Picasso, Canadá difundió imágenes de un vaquero local y México mostró al mundo el nacimiento de un niño y un espectáculo de danza prehispánica. Pero lo más recordado fue la participación de The Beatles, en representación de Gran Bretaña, cantando en directo la canción All you need is love desde los estudios de Abbey Road.
Hoy nos parece normal ver por televisión la transmisión de los Juegos Olímpicos o la emisión de noticias en directo, como el atentado a las Torres Gemelas en Nueva York o las revueltas árabes.
Esas imágenes viajan a millones de pantallas de televisión, como la tuya, desde algún punto del mundo, algo posible gracias al anillo de satélites de comunicación que se encuentra en la órbita geoestacionaria.
Los satélites se desplazan a 36.000 kilómetros de altura sobre el ecuador. Parece que se mantienen inmóviles sobre un mismo punto de la superficie terrestre, pero no es así. Reciben señales de televisión de las antenas situadas en tierra y las amplifican, es decir, aumentan su potencia. Posteriormente, el satélite devuelve las imágenes y el sonido a los espectadores.
En el pasado, las señales de televisión debían enviarse a grandes antenas parabólicas situadas en estaciones terrestres especiales antes de poder transmitirlas a las antenas locales. En la actualidad, sin embargo, las señales de satélite son tan potentes que se pueden captar con parabólicas pequeñas desde el techo de oficinas y hogares.
También es posible establecer vínculos directos por satélite entre oficinas distantes o entre médicos de hospitales urbanos y pacientes de zonas rurales alejadas. Los satélites se utilizan, incluso, para las emisiones de radio digital, que pueden captarse desde automóviles y radios portátiles.
Todo esto es posible gracias a que una vez se soñó con una comunicación a estas velocidades y potencias. El punto de partida lo marcó el lanzamiento del Telstar, toda una leyenda.
Tamara González
Servimedia

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