Bueno; bueno, que este año sí. Eso, que sí, que al fin este año conseguí montar en tándem sin que se rompiese. Quienes me seguís desde hace tanto tiempo recordaréis que otras veces lo había intentado y había tenido que desistir por avería en la bici. Es más, el año pasado me dije que no volvería a probar, pero como uno es muy cabezota o testarudo, el sábado quise volver a intentarlo bien que con recelos. Y, genial, ¡no se rompió! Di un pequeño paseo con algún bote incluido (que me hizo pensar en la inevitabilidad del nuevo fracaso) pero el caso es que llegamos al punto de partida sin novedad y con la satisfacción de haber podido lograrlo, de no sentirme un cenizo del pedaleo. ¿Dónde alcancé semejante hazaña? En la tradicional fiesta de primavera de la Fundación También, ésa que organiza deporte para discapacitados. Pero más aún hicimos: montamos en una barcaza de remos, en la que me sentí navegante; tiramos con arco algunas flechas, para emular al gran Guillermo Tell o probamos con lanzar unas simpáticas pelotitas a una diana. Es verdad, no diré que en ninguna de estas actividades podría deciros que me ganaría la vida. Pero ¿y la emoción de jugar a ser uno más? Además, lo más importante, pasamos una mañana divertida, compartimos rato entre amigos y conocimos a una nueva voluntaria que nos hizo de lazarillo, eso sí, ésta sin la broma que aquél gastó al maladado pícaro ciego estrellándolo contra pétreo mojón toledano. ¿Quién da más?
martes, 22 de mayo de 2012
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2 comentarios:
¿Ves? El que la sigue, la consigue.
Me alegro. Un abrazo.
Ana, que sí, que ya sé que tienes razón (a mí me lo vas a decir) pero es que hay veces en las que uno se cansa de seguir y seguir. Aunque, claro, luego como va en el carácter, uno vuelve a retomar esa necesidad de perseverar y perseverar.
Cuídate y un gran abrazo de viernes vaya para ti.
Besos.
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