martes, 19 de julio de 2011

Jorge Juan: marino y constructor de barcos


Que hace ya demasiado tiempo en que no comparto aquí alguna biografía de personajes geniales de nuestra Historia.
Vaya, a continuación, la de uno de esos hombres ilustrados que jalonan el siglo XVIII y que contribuyeron al progreso español.

Jorge Juan nació en Novelda el 5 de enero del año 1713 en la finca "El Fondonet", propiedad de su abuelo don Cipriano Juan Vergara y fue bautizado en la iglesia de Monforte del Cid, que por entonces pertenecía a la Gobernación de Alicante. Descendía de dos ilustres familias, la de su padre don Bernardo Juan y Canicia era de Alicante y, según nos cuenta su secretario don Miguel Sanz, provenía de la rama de los Condes de Peñalba. Su madre, doña Violante Santacilia y Soler de Cornellá, pertenecía a una notoria y hacendada familia de Elche. Ambos eran viudos y casados en segundas nupcias. Habitaban en su casa de Alicante de la Plaza del Mar, pasando sólo temporadas de descanso en Novelda.
Tenía tres años de edad cuando quedó huérfano de padre, estudiando las primeras letras en el colegio de la Compañía de Jesús de Alicante bajo la tutoría de su tío don Antonio Juan, canónigo de la colegiata. Poco después, su otro tío paterno don Cipriano Juan, Caballero de la Orden de Malta, que por entonces era Bailío de Caspe, se encargó de su educación enviándole a Zaragoza para que cursara allí los estudios de Gramática.
En 1729 ingresó en la Escuela Naval Militar de San Fernando. Participó en la expedición contra Orán y en la campaña de Nápoles. En 1734 se embarcó, junto a Antonio de Ulloa, en la expedición organizada por la Real Academia de Ciencias de París a las órdenes de Charles de la Condamine, para medir un grado del meridiano terrestre en la línea ecuatorial en América del Sur, específicamente en la Real Audiencia de Quito (el actual Ecuador), lo cual se hizo en Quito, su capital, territorio en aquella época bajo el dominio de la corona española. En la expedición se determinó que la forma de la tierra no es perfectamente esférica y se midió el grado de achatamiento de la Tierra. Jorge Juan permaneció diecinueve años en América, estudiando la organización de aquellos territorios por encargo de la corona. A su regreso, Fernando VI le ascendió a capitán de navío.
Consciente de que la armada española comenzaba a estar anticuada, el marqués de la Ensenada le encargó viajar a Inglaterra para conocer las nuevas técnicas navales inglesas, y a su regreso se hizo cargo de la construcción naval española, renovando los astilleros. Su actividad tuvo tan buenos resultados que pocos años después los ingleses devolvieron la visita para estudiar sus mejoras.
En 1757 fundó el Real Observatorio Astronómico de Madrid y en 1760 fue nombrado jefe de escuadra de la Armada Real.
Sus restos se encuentran en el Panteón de Marinos Ilustres, de San Fernando (Cádiz).

1 comentario:

Mercedes Pajarón dijo...

Yo conozco a un constructor de barcos... pero son maquetas, je, je, je.

Suerte de estos seres excepcionales que de vez en cuando aparecen por la historia para dar un impulso al progreso, que si no...

Hale, besósculos marinósculos! Mua!

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