Cuando tanto se habla de aislamiento, soledad y abandono. Cuando hay tanta gente que vaga sola, perdida entre la multitud. Cuando hay personas que no tienen con quien compartir momentos de alegrías y tristezas.
Mientras que, desgraciadamente, todo eso sucede con mayor frecuencia de la que debería, yo puedo presumir de que disfruto del privilegio que supone recoger el regalo de la buena compañía.
Este fin de semana lo he recibido en plenitud, gozando del afecto, el cariño y la cercanía de buenas personas que me han hecho ver, a mí tan cegatón, que soy poseedor de uno de los mejores tesoros con los que uno puede soñar: el saber que no estoy solo, muy por el contrario.
He tenido llamadas telefónicas y encuentros que me han hecho feliz.
¿Quién me iba a decir a mí que se me querría con tanta nobleza y de corazón?
Qué mágica ilusión (pero a la vez, tan real) escuchar, por fin, a alguien de la que hasta entonces sólo tenía sus virtuales besitos volados de Brujita que ve el mundo desde su escoba, de que me recordasen tras años de no habernos visto y de que me acompañasen porque ellas así lo quisieron.
Gracias a esas personas especiales que me dieron compañía, acompañamiento, compartieron (todas palabras con la partícula común de juntar, unir) y que me hicieron el mejor de los regalos en un 5 de junio que ha pasado a formar ya parte de mi historia.
Más allá de lo que Ciudad Rodrigo me aportó (con su Historia, sus monumentos y leyendas, su gastronomía y las sorpresas con que se me obsequió; lo verdaderamente importante y esencial fue esa demostración de estar acompañado.
Gracias por ese privilegio que me habéis concedido.
lunes, 6 de junio de 2011
El regalo de la buena compañía
Publicado por Alberto en 9:54 p. m.
Etiquetas: Así soy
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3 comentarios:
Lo único que siento es no haberlo compartido cara a cara, aunque bien sabes que de alguna forma, estuve allí.
Feliz cumpleaños, Albertito!
Has recibido lo que te mereces. Piensa que la amistad hay que tenerla y saber mantenerla. ¡Muchas felicidades!
¡Niño!... Tu si que eres un regalo para quién tiene el privilegio de pasar de conocerte a reconocerte!
Yo sigo con mi pereza, como te habrás dado cuenta, pero no pierdo la esperanza je,je.
Besitos volados mil.
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