Os preguntaréis que dónde he andado esta semana en la que Tiflohomero ha dejado de asomarse a vuestros espacios.
Pues el caso es que fui a Barcelona. ¿El motivo? La boda de una compañera y la visita, siempre grata, a mis queridos Noemí, Jaume y Merceditas.
Más allá de la mera descripción de otro viaje, querría esta vez, recoger una serie de símbolos que representan mi definición de felicidad:
Atesorar entre mis manos la primera novela hecha libro en papel de Merceditas. Se la acababan de entregar y me hizo una enorme ilusión saber que sus sueños, al fin, se habían visto cumplidos. Paseé mis manos por la cubierta, deslicé las páginas, imaginé cómo serían las letras. El título es bien llamativo: “Sé tú mismo aunque seas un gilipollas”. Es una sátira con moraleja del mundo de los gurús empresariales. La envidié porque ella ya tiene su libro y yo…
Poner una vela a cuatro manos, en la capilla de Santa Lucía, en la catedral. Rezar por tantas cosas, tantas personas, dar gracias. Luego pondríamos otra en Santa María del Mar, a los pies de san Honorato, patrón de los panaderos (cómo no, con lo golosón que es uno).
Desenvolverme con normalidad entre personas sin problemas visuales, ser aceptado como uno más y atendido como el que más.
Degustar exquisiteces en forma de dulces monacales en El Caélum, un antiguo convento convertido en tetería. Su ambiente de lo más agradable y los productos, sublimes.
Sacar fotos y encima hacerlo bien. Diréis que cómo. Pues Merceditas me enfocaba la cámara y yo, con pulso firme, pulsaba el botoncito correspondiente. El escuchar su click era todo un estímulo.
Pisar la Historia paseando por lugares cargados de acontecimientos, desde ese palacete que ahora alberga la Junta de Distrito de Sans hasta el barrio gótico.
Impregnarme de la naturaleza en jardines o esa plaza del Pino. Pisar las hojas,sentir la textura de troncos de árboles, oler la tierra mojada.
Esas charlas en torno a una mesa compartiendo sabrosas viandas, desde un menú nupcial a base de lubina,solomillo y tarta con sorbete de mango hasta esa escalibada o hamburguesa de las de verdad.
Pues el caso es que fui a Barcelona. ¿El motivo? La boda de una compañera y la visita, siempre grata, a mis queridos Noemí, Jaume y Merceditas.
Más allá de la mera descripción de otro viaje, querría esta vez, recoger una serie de símbolos que representan mi definición de felicidad:
Atesorar entre mis manos la primera novela hecha libro en papel de Merceditas. Se la acababan de entregar y me hizo una enorme ilusión saber que sus sueños, al fin, se habían visto cumplidos. Paseé mis manos por la cubierta, deslicé las páginas, imaginé cómo serían las letras. El título es bien llamativo: “Sé tú mismo aunque seas un gilipollas”. Es una sátira con moraleja del mundo de los gurús empresariales. La envidié porque ella ya tiene su libro y yo…
Poner una vela a cuatro manos, en la capilla de Santa Lucía, en la catedral. Rezar por tantas cosas, tantas personas, dar gracias. Luego pondríamos otra en Santa María del Mar, a los pies de san Honorato, patrón de los panaderos (cómo no, con lo golosón que es uno).
Desenvolverme con normalidad entre personas sin problemas visuales, ser aceptado como uno más y atendido como el que más.
Degustar exquisiteces en forma de dulces monacales en El Caélum, un antiguo convento convertido en tetería. Su ambiente de lo más agradable y los productos, sublimes.
Sacar fotos y encima hacerlo bien. Diréis que cómo. Pues Merceditas me enfocaba la cámara y yo, con pulso firme, pulsaba el botoncito correspondiente. El escuchar su click era todo un estímulo.
Pisar la Historia paseando por lugares cargados de acontecimientos, desde ese palacete que ahora alberga la Junta de Distrito de Sans hasta el barrio gótico.
Impregnarme de la naturaleza en jardines o esa plaza del Pino. Pisar las hojas,sentir la textura de troncos de árboles, oler la tierra mojada.
Esas charlas en torno a una mesa compartiendo sabrosas viandas, desde un menú nupcial a base de lubina,solomillo y tarta con sorbete de mango hasta esa escalibada o hamburguesa de las de verdad.
6 comentarios:
Me ha encantado esta entrada....estáis guapísimos los dos! Estuve fuera ese jueves, volví el viernes, pero reconozco que con la visita del Papa a bcn se me liaron todos los planes...pero en enero nos vemos,de verdad!
Qué foto más divertida has puesto! jeje, estáis muy monos comiéndoos las hamburguesas...
Besos!
Los símbolos que comentas, Alberto, se traducen en buena amistad, buen sentir, oportunidad para expresar lo que queremos y ser escuchados; coger con fuerza las pequeñas cosas... tan importantes!
(Felicidades a Mercedes por su libro, el título me parece genial!!)
Me alegro de este post, y de su foto, tan optimista para la mirada que os ve, tan felices!!
Abrazos!
Ahora entiendo por qué te llamaba a casa y nunca me contestabas...¡Estabas simboleando! Bueno, pues que se repita, y pronto!
Un besósculo felizósculo! Mua!
Ya te veo, ahí hincándole el diente a la hamburguesa, ¡ja, ja!
Jajaj, así que nuestra amiga Mercedes ya se hizo también del club de los comilones? La verdad que tú amigo Bertiño los instigas a ganar panza.
Un besiño para Mercediñas y para ti,
Rosa María Milleiro
http://poemas-rosamariamilleiro.blogspot.com.es
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