domingo, 14 de noviembre de 2010

Que me dejen solo


Aquí estoy otro domingo más para auguraros una semana dichosa y pletórica.
Que se cumpla.

-Que me dejen solo. Que no quiero las migajas de su compasión. Que nadie venga.
Ring ring rin. Díndong, díndong
Qué pesadez. La puerta y el teléfono a un tiempo. Y mira que insisten. Si yo nada más que quiero comerme esas sardinas en lata que me ha dejado la Ana y escuchar la radio mientras juego la enésima partida de damas contra mí mismo.
¡Maldita sea! Siguen aporreando mi mundo. Tendré que salir a echarles. Ah, son ellas.
-vamos, Ramiro. Sabemos que estás. No vamos a permitir que te encierres en la autocompasión y la desidia. Queremos que salgas con nosotras, que nos guíes en esta tarde.
-¿Guiaros yo? ¡Un ciego de mierda que no sirve para nada, un despojo varado!
-Sabes que no es cierto, que tienes mucho que contarnos.Déjate pedir que vengas y paseemos. Es verdad que hace frío, que pronto será de noche, pero qué más da. Salgamos y tomémosnos aunque sea un simple café. Si bien, habíamos pensado ir a la última bocatería que hemos descubierto. Es muy chula. Ponen baladas tranquilas y el sitio es acogedor.
-Pero con lo a gusto que estoy en casa…
-Déjate de milongas y vístete. Ale, que cuántos querrían presumir de andar cogidos del brazo de dos señoras como nosotras.
Al fin, Ramiro cede. Su máscara de reproches encubre un cosquilleo de gratitud. Sabe que esas dos auténticas amigas han venido a buscarle porque le quieren de verdad. No lo esperaba. Pensó que se irían al cine con otros o quién sabía si con alguien que les diese más que él. Y, no obstante, allí están, empeñadas en rescatarle. Se viste deprisa, a regañadientes, mientras Elvira y Noelia aguardan en el recibidor del pequeño piso que nuestro protagonista comparte con su hermana, hermana que ha salido a pasar la tarde con su chico.
A su pesar, el alma de Ramiro se ha teñido de alegría. Y él que pensaba quedarse en aquel espacio, mientras sabía que otros y otras disfrutaban, vivían, amaban.
-anda, bobo. ¿A que te ha gustado que viniésemos por ti?
-Bien lo sabéis. La verdad es que sí. Gracias.
-Bah, no te pongas tontorrón. Que nosotras te queremos. ¿Es que aún no lo sabes?
-De veras que no lo hacéis por ganaros un trozo de cielo? ¿Por compasión?
-¿Compasión contigo? Compasión la tenemos hacia los niñitos desnutridos. Pero contigo, lo que tenemos es afecto, cariño.
Bueno, pues sí qe se está bien aquí. Y hay gente maja. ¿Y ponen bocatas?
-Claro. La idea era cenar aquí los tres y hablar de lo que se tercie. ¿Te hace una hamburguesa de pollo con aritos de cebolla?
-aaaahhh, qué buena pinta tiene eso.
-Está rica, sí sí.
-Venga, brindemos porque la próxima vez seas tú el que venga a buscarnos a nosotras.
-Hágase. Mira que sois… Me habéis hecho feliz.
-Venga, que nos quiten lo bailao. Cuéntanos cuando fuiste a bajar del autobús y te equivocaste de brazo, ¿cómo fue aquello?
-Ah, qué apuro. No es que me equivocara de brazo, es que busqué la barra y lo que encontré fue… una melena y unas curvas. Callad, callad, que es que pasan unas cosas…
-Pues y a mí, que un día alguien me dijo que quería ser mi albañil para allanarme el suelo que pisara. ¿Cómo lo ves?
-Ja. Y a mí, otro me dijo que quería ser jardinero para ser el cuidador de la flor más bonita.
-Ala. Otro brindis por los buenos piropeadores. Y, por lo que pueda pasar, ahí va uno para mis mujeres: quiero que seáis un espejo, porque mirándoos, veo la gracia y lo mejor que Dios ha creado.
Ana, la hermana de Ramiro llega a casa. Son alrededor de las 12.
-Qué raro. Si Ramiro no está. ¿Adónde habrá ido? Las sardinas sin probar, todo recogido… Mira que me extraña. ¿Y si alguien ha venido a buscarle? Cómo me alegraría que así hubiera sido. Bueno, ya contará. El pobre… se siente tan solo.

1 comentario:

Mercedes Pajarón dijo...

Por suerte, no siempre funciona ese "que me dejen solo". Siempre quedan almas amigas...

Un poco triste, pero muy bonito.

Besósculos!

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