El empleo del agua por el hombre, bien calmando su sed, en su limpieza e higiene, o como excelente conductor de frío o calor en prácticas terapéuticas,
podemos asegurar que se viene utilizando desde el comienzo de la vida en la tierra.
Las prácticas del baño como precepto obligado en la eliminación de impurezas de orden espiritual y físico, se nos hacen patentes en los textos de los libros
religiosos: los baños en el Ganges o en los lagos sagrados que rodean los templos indios, las abluciones ordenadas en el Coran, los baños purificadores
indicados en la Ley de Moisés y el Talmud, etc. También en las leyendas y mitología se hace mención a los baños; cuenta Homero que cuando Telémaco busca
a Ulises en Esparta, luego que estuvieron hartos de admirar tanta belleza en el palacio, les condujeron a unos baños muy limpios donde unas esclavas les
bañaron y les perfumaron conduciéndoles a continuación a las salas de fiestas.
Los griegos fueron grandes impulsores del empleo de los baños con fines higiénicos y sanadores; en los templos de Hércules se prescribían las inmersiones en agua
fría para fortalecer los músculos y tonificar el sistema nervioso. Hipócrates, considerado el padre de la medicina, en su obra "Tratado de las aguas, de
los aires y los lugares" dice: "El médico debe estudiar el uso del agua a título de agente terapéutico y recomendarla en algunas enfermedades, sobre todo
cuando sea preciso combatir el exceso de calor que las fiebres de todas clases provocan en el cuerpo humano". También hace hincapié en la reacción que
se produce después de aplicar el agua fría sobre la piel y sus efectos revulsivos.
Tres siglos más tarde, los romanos superaron considerablemente a los griegos, creando termas, las más importantes durante el mandato de Nerón y Vespasiano;
aún podemos admirar la grandiosidad de los restos de las termas de Caracalla, capaces para 3.000 personas. Los médicos romanos que sobresalieron por sus
curaciones y que de una forma u otra nos legaron testimonio de sus aplicaciones hidroterápicas fueron Musa, Charmis, Arateo, Galeneo, Celio Aureliano y
Pablo de Egina, Musa de origen griego, médico de Augusto, alcanzó casi la divinidad al curar al César de una dolencia hepática con la aplicación de compresas
y baños fríos; en su honor se erigieron numerosas estatuas.
Durante la edad media, se ignoran por completo las prácticas hidroterápicas, y es en la corte de Luis XI donde se reanudan el gusto por el baño y el masaje.
A mediados del XVI y principios del XVII, cuando el Renacimiento, junto con las artes se impulsa la utilización del agua como agente terapéutico, se actualizan
los textos hipocráticos y galénicos y de la mano de Mercurialis se utilizan la gimnasia y afusiones de agua fría. Contemporaneo suyo fue el francés Ambrosio
Pareo , quien demostró la conveniencia de lavar con agua limpia y abundante las heridas, incluso las producidas en cirugía.
Es en 1697 cuando el médico inglés Floyer recopila y resume en una completa obra todas las prácticas hidroterápicas conocidas hasta el momento; lo titula
"An Inquiry into riht use of baths" fundando el primer establecimiento hidroterápico, donde en sus modestas instalaciones se administraba a los pacientes
una revolucionaria terapéutica que consistía en la provocación de calor mediante la aplicación de envolturas calientes y posteriormente afusiones de agua
fría.
A lo largo del siglo XVII, por toda Europa se extienden los rumores sobre las asombrosas curaciones obtenidas con el agua; debemos hacernos una idea del
estado de salud en que se encontraban sus habitantes por una cita del Dr. Morejón, en la que dice: "Las erupciones cutáneas de toda clase se desarrollan
profundamente, contagiándose de unas familias a otras, aumentando la lepra, la sarna, y muy en especial las enfermedades tiñosas, que tardaron muchos años
en desterrarse de Europa". Dos religiosos españoles hicieron furor en Italia donde aseguraban curar todas las enfermedades mediante la administración de
aplicaciones de hielo y haciendo beber a los pacientes entre 8 y 40 vasos de agua fría.
En 1712, Hoffman publica su obra "De aqua medicina universali"; sus métodos, muy difundidos, crearon escuela. En Alemania los Hahn, especialmente uno de
sus hijos, Segismundo, que publicó "Heilkraftdes frischen Wassers" cuya octava edición se publicó en 1936; en ella se indicaba el uso del agua en todas
las enfermedades, tanto externas como internas, bebida inmediatamente al levantarse y durante las comidas, fueron encarnizados enemigos del uso de medicamentos.
Johann, el hermano menor, fue médico personal del rey de Prusia; premiado con un condado, fomentaba el uso del agua en las enfermedades crónicas, agudas
y fiebres exantemáticas, haciendo especial hincapié en su utilización contra la viruela, sarampión, erisipela, etc.
En 1771, el ruso Samolowits, que era médico personal de la Emperatriz Catalina II, utilizó contra la peste que asoló Moscú lociones y aplicaciones de agua
helada con innegable éxito.
En Francia, la clase médica se interesó vivamente por los nuevos tratamientos especialmente los cirujanos militares Lombart, Perey y Larrey, que emplearon
el agua para tratar las heridas producidas en campaña, consiguiendo asombrosas curaciones en las heridas producidas por armas de fuego. Pomme, al que no
pocos colegas trataron de loco, sanaba todas las dolencias del sistema nervioso manteniendo a los enfermos sumergidos durante tres, seis, doce e incluso
veinticuatro horas en agua que mantenía a una temperatura de 10 grados, añadiendo hielo cuando subía la temperatura; como complemento mantenía a los pacientes
con tisanas, leche y caldo por todo alimento.
A pesar de estos primeros pasos, es posible que el método hidroterápico estuviera marginado de la medicina ortodoxa, si no hubiera sido por un alseano,
Vizenz Priessnitz, 1799-1851, nacido en Grafenberg, parte de la Silesia austriaca, semianalfabeto; tuvo que trabajar de pastor desde muy niño, ya que su
padre quedó ciego y tuvo que hacerse cargo de la familia. Dotado de un poder de observación muy acentuado, fue observando que cuando enfermaban los animales
domésticos se mejoraban aplicándoles compresas mojadas cubiertas de paños de lana o mantas; también los cura de fracturas mediante el agua. Todo esto le
hace adquirir una experiencia que al sufrir un grave accidente en el que se produce la rotura de varias costillas y dándole los médicos por inválido, se
le presente la posibilidad de probar en sí mismo la cura hidroterápica. La experiencia es positiva y sana por completo; a partir de entonces los habitantes
de su pueblo y más tarde los de la comarca no cesan de acudir a Priessnitz para que los sane. Con la práctica va perfeccionando su técnica, a los veinte
años su fama rebasa Silenia y se extiende por toda Austria.
En 1821, abre el primer establecimiento donde asistir a sus numerosos pacientes, que la autoridad, obligada por la denuncia de la clase médica no tarda
en cerrar. Dos años después vuelve a abrir otra consulta; su técnica ha mejorado notablemente, los baños y afusiones de agua fría con esponjas las sustituye
por baños de golpe, después de los chorros. Somete a los pacientes a transpiraciones bien mediante trabajo, ejercicios o calor, para después sumergirlos
en agua fría. Al principio después del baño de vapor envolvía a los enfermos en mantas o cobertones, mas cambia el procedimiento para sustituirlo por sábanas
mojadas dando fricciones sobre ellas.
En 1826 asistió en Viena al Archiduque Anton y en 1833 a la Emperatriz de Austria. En su magnífico establecimiento construido con la ayuda del gobierno
austriaco, llegó a albergar hasta 1.800 pacientes anuales de todos los rincones de Europa. Priessnitz murió colmado de gloria y dueño de una inmensa fortuna;
Es curioso lo que se dice en numerosas obras "científicas" al hacer mención del Dr. Fleury (1845), atribuyéndole el honor de ser el primero en arrancar
la hidroterapia de las garras del empirismo para hacerla a partir de aquel momento más científica y por tanto facultativa.
Si seguimos el proceso de la medicina a través de los siglos podremos comprobar que detrás de cualquier innovación, actualización o descubrimiento, su autor
automáticamente se jacta de haberlo rescatado , ya que hasta ese momento su conocimiento o práctica se limitaba a ser de una forma "empírica". Fleury agrupó
en una gran obra, "Tratado de la Hidroterapia", todas las prácticas hidroterápicas, sentando las bases de los libros de texto en la Universidad y que pasó
a conocerse como "método francés", y que tras ciertos tecnicismos y con la jerga profesional de la clase médica no eran otras cosas que las prácticas de
Priessnitz, recogidas por Rausse en la obra "Esencia de la cura de agua en Grafenberg".
En el Perú desde épocas inmemoriales, los incas tambien supieron de hidroterapia tales como por ejemplo los Baños del Inca en Cajamarca, Aguas Calientes
en Machupicchu en el Cusco etc. donde el Inca y la nobleza acudian a los baños termales cuando su salud se encontraba resquebrajada.
viernes, 4 de abril de 2008
La hidroterapia
Publicado por Alberto en 9:13 p. m.
Etiquetas: Un paseo por la Historia
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