domingo, 16 de diciembre de 2007

Luz de domingo

Con estos fríos que hacen por los madriles nos apetecía pasar una tarde de sábado yendo al cine y luego cenando algo suave.
Soy gran aficionado al cine de José Luis Garci, aunque no negaré que en ocasiones es un pelín lento en el desarrollo de sus pelis, sigue gustándome por los temas que trata y la delicadeza que emplea en sus historias, alejada de palabras malsonantes, tan abundantes en otros directores y el realismo de sus historias que me llevan a la nostalgia.
Pues bien, decidimos ir a ver “Luz de domingo”, su último film. Sabíamos que había estado entre las posibles candidatas a optar al Óscar a la mejor película extranjera y que era protagonizada por Alfredo Landa y Carlos Larrañaga, entre otros.
Ayer fuimos a verla y he de decir que nos encantó y disfrutamos de un buen rato.
La trama se traslada a una pequeña aldea asturiana a principios del
Siglo XX. Un joven llega al pueblo para ocupar su plaza de secretario del aiuntamiento. Es el día de las fiestas patronales y hay gran algarabía y baile popular. Conoce a Estrella, la joven nieta de un rico indiano y se enamoran.
Urbano es una persona íntegra, se hospeda en la fonda y, siguiendo las tradiciones propone cortejar a la chica.
Pero el cacique, alcalde prepotente aspira a poseer un huerto de Juaco (Alfredo Landa) y al negarle su compra, recurre a todas las armas legales y no legales para ello. Intenta sobornar al secretario, pero éste no lo consiente. En venganza, poco antes de la boda de Urbano y Estrella, ésta es violada por los esbirros del preboste.
El amor se impondrá y una nueva vida espera a los jóvenes.
El realismo, la belleza de los paisajes asturianos y el triunfo del amor y la amistad son protagonistas de “Luz de domingo”.
Para una persona ciega es relativamente fácil de seguir y el sonido de los caballos, las gaviotas, el canto del gallo, la lluvia… todo te lleva a evocar Asturias como el paraíso que es.
En las casi dos horas que dura os aseguro que se disfruta de un buen rato de cine.
Y luego, con el espíritu animado y la satisfacción de haber participado con normalidad del ocio madrileño, a cenar: una buena tostada de lacón con queso, regada de cerveza con limón, y cafecito de postre.
Genial tarde de sábado.

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