sábado, 5 de septiembre de 2015

El Turismo Inclusivo para todos: ¿una utopía para mí?



Mientras las autoridades celebran las cifras récords de visitantes y gasto en el sector en lo que va de año, el turismo inclusivo trata de hacerse hueco en el sector. Muchos son los encuentros que se han ido organizando a lo largo de los últimos años al respecto y durante este mes de septiembre también los va a haber: un curso de verano en la Universidad Internacional de Andalucía y un congreso en Madrid. De igual forma, la legislación sobre discapacidad recoge acciones normativas al respecto desde la aprobación de la LIONDAU en diciembre de 2003.
Pero, ¿qué es el turismo inclusivo? Partiendo del turismo accesible, el turismo inclusivo incorpora los principios de accesibilidad universal y diseño para todos (descritos en la LIONDAU), que exige que los entornos, procesos, bienes, productos, servicios, objetos o dispositivos turísticos, deben concebirse de tal forma que puedan ser utilizados por todas las personas. Pasamos por tanto de la creación de productos o servicios turísticos específicos destinados a personas con discapacidad, a la incorporación de criterios de accesibilidad universal y diseño. Esto significa que todos juntos acceden, disfrutan y comparten los mismos productos y servicios al mismo tiempo, independientemente de las distintas capacidades que tengan.
Por tanto, como se deduce de dicha definición, extraída del blog http://www.turismoinclusivo.es/p/glosario.html, el turismo inclusivo es mucho más que adaptar un establecimiento hotelero con una rampa o disponer de una audioguía hecha a posteriori de un determinado entorno o que me organicen en exclusiva para mí una visita específica o una actividad concreta especial. La clave está en pensar en todos cuando se ofrece un producto turístico determinado.
Bien, toda esta teoría yo lucho porque sea algo práctico en la realidad, porque alguien tan zascandil como yo, ciego total, se encuentre con la oportunidad de sentirse incluido en la actividad turística. Y, claro, de mis experiencias, deduzco que todavía hay mucho camino por recorrer para conseguir esa anhelada utopía: el que yo pueda decidir pasar unos días en una ciudad, una playa, un entorno natural o artístico, pueda disfrutar en plenitud yendo solo. Sí, ya sé… lo ideal sería que alguien vidente me acompañara y me fuera explicando, contando y guiando; pero lo normal, no sé si por suerte o por desgracia, es que no disponga de esa persona y además, es que no me resigno a que el hecho de que quiera viajar solo, o aunque sea acompañado de otras personas ciegas, se convierta en una odisea.
Me gustaría poder ir a un museo y poder disfrutar de él como lo hacen los que ven, pasear por un paraje natural como los que ven, recorrer por los lugares emblemáticos de una ciudad como los que ven, descansar en un balneario y disfrutar de él como los que ven…
¿Y cómo sería eso? Ah, si hubiera maquetas para tocar, información accesible mediante braille o archivo electrónico, audioguías, encaminamientos útiles de verdad y no marañas de textura diferente en el suelo, museos de los sentidos, guías preparadas para explicarme… ¿Sería posible que hubiera un portal en Internet que recogiera todos esos espacios inclusivos? ¿Sería posible que en la carrera de Turismo se impartiera una asignatura sobre todo esto? ¿Sería posible que lo que se hace nuevo en oferta turística tenga como uno más de los requisitos para su apertura medios inclusivos?
Es cierto que se va avanzando, que algunas ciudades contemplan la inversión en maquetas de sus monumentos, que hay museos que piensan en el Arte para todos o que hay playas habilitadas para todos, pero… todo esto sigue siendo escaso. Pienso en… ¿y si yo quisiera ir a Ordesa o a Gredos o a visitar Cádiz o a conocer el Museo de la batalla de Bailén o a perderme por las calles y plazas de Ubeda o… yo qué sé? ¿Podría disfrutar solo sin que me suponga el tener que gastarme más dinero para ello y el hacer un esfuerzo mental suplementario para encima llegar a conocer no todo si no algo?
Tanto curso y congreso, tanta legislación, tanta propaganda, a veces, y algo se va consiguiendo, pero… no, no es suficiente. Claro que, a lo peor, el que tengo que espabilar soy yo, el que me tengo que buscar la vida soy yo… Que sí, que se ha avanzado, que Avila ha hecho mucho, lo mismo que el Museo del Prado o el Reina Sofía, que seguro que hay cosas hechas para que yo pueda sentirme incluido. Pero… será que lo desconozco o que soy torpe para aprovecharlas. Será será, jejejej.
En fin, que está muy bien que se hable del tema, que se diga que nuestro país es un referente y que ojalá que la próxima vez que se me ocurra viajar solo, o acompañado de Nuria y Elena, pueda llevarme la sorpresa de que nuestro viaje no se ve sometido a la odisea, como suele suceder.
Y si alguien lee este grito mío y me demuestra que estoy equivocado o me cuenta que tal pueblo o tal ciudad o tal paraje o tal museo está esperándome para visitarlo de forma autónoma en plenitud, estaré encantado de darle la razón y testimoniar su esfuerzo.

     

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