domingo, 28 de abril de 2013

Cosas de la cieguería



Bueno, aquí estamos de nuevo con otra historieta. No se trata de incitar a la bebida sino a la risa esta vez.
Así son las cosas de la cieguería.
Un abrazo y feliz semana.

¡Mierda, pero qué gran mierda! ¿A quién se le ocurriría dejar la ensaimada en mi sillón de lectura. Cómo se ha puesto todo. El culo lo noto harinoso (¿o será de azúcar glas?) y la tapicería se ha pringado toda de nata natera.
Y es que estos videntes cómo son. Lo dejan todo tirado por ahí y luego viene el cieguito y a jorobarse le toca.
¿Y ahora qué hacemos? Con lo feliz que me las prometía haciéndoseme la boca agua a cuenta de semejante postre y resulta que lo que se me ha hecho agua es el culo. ¡Qué guarrería!
Tendré que pedir ayuda a la enfermera de los sillones y sofases para que lo cure al pobre que, me temo, se habrá ahogado de tanta leche como le ha caído encima.
Sí, luego vendrá el arrepentimiento de quien provocó tamaña fechoría. Dirá que lo hizo sin querer, que fue un descuido o yo qué sé. El caso es que me quedo sin golosineo, que a esta hora ya la pastelería cerrada estará.
Así son las cosas de la cieguería. Te empeñas en tenerlo todo en orden y bien niquelao y luego vienen a trastocártelo todo los demás. ¡Qué gente!
En fin. Voy a cambiarme lo primero. Pantalones y camiseta, todo lo noto mojado, qué barbaridad. Si tan poco era un ensaimadón, pero… esto debe ser como cuando se te rompe un vaso de cristal, que luego salen añicos hasta debajo de las alfombras.
Ala, todo a la lavadora y yo ya sequito y limpito.
Y ahora vamos a meterle mano al sillón.
Me dan ganas de pasarle la lengua, pero no; mejor la lengua la dejo para otros menesteres.
A ver, a ver…
Uy, si está seco. ¿Cómo ha sido eso?
Echo la mano a todo el perímetro de mi asiento. Nada noto del desaguisado. Es como, si por arte de ensalmo, alguien hubiera intervenido. Pues ya podía haber hecho lo mismo conmigo. Y seguro que encima habrá sido alguna duendesa guapa que ha aprovechado mientras yo desfallecía limpiándome para hacer su faena y dejarme a mí, ahora perplejo y sin nata.
Tic tac tic tac. El sufrido ciego no sale de su asombro. Nada queda del rastro provocado por su acción asentadera.
¿Qué toco aquí? ¡Una botella vacía y dos copas! Ah, ya recuerdo. Ahora me acuerdo. Vino mi amigo Miguelón a verme, que me traía de su viaje mallorquín un recuerdo. A cambio le saqué el orujo que guardo en el congelador.
Y cuenta él y cuenta tú, copa va copa viene, que como más ciego de lo que voy no iba a ir, nos liquidamos el helado néctar.
  

  ¿Quién habrá sido? ¿O será que…
Ya sé, mientras nos jalábamos la botellita de hierbas, decidí que sería buena cosa pasarla con la ensaimada. Me he debido quedar dormido y lo que notaba mojado sería…
Y es que ya me lo dice mi amigo Miguelón: no te creas que porque cuando la gente que ve, bebe, ve doble tú, vayas a ver sencillo con la melopea.
Debe ser que lo que mojó mi ropa fue el hielo de la botella al deshacerse o algo así.
Total que yo me he quedado sin ensaimada como me quedé sin abuela y del licor de hierbas ni rastro tampoco. Miraré en la lavadora a ver si resulta que la ropa que tan mojada estaba está también seca. No vaya a ser que me haya pasado lo mismo que con el sillón.
Ay ay ay, qué pobre ciego. Qué bajo está el suelo para que tenga que agacharme. Pero mira que me lo ponen difícil todo…
Nada, que no se abre el tambor. ¿Qué carallo pasará?
 Tira tira, Romerales. Nada.
Ah sí, que había que pulsar el botón. Si es que esto de los cacharros no es lo mío.
Clin… patapaf.
¡Vaya tamborazo que me he dado en la cara.
En fin, meteré la mano. Para un sitio donde la puedo meter…
Pero bueno, si no está la ropa que me he quitado antes. ¿Dónde la habré metido? Maldito orujo. A que la puse en el congelador.
¿Y esta bola? ¿No será la del duende amigo de la duendesa? ¿O será la naranja que se me cayó esta mañana y que no había forma de encontrar? Ahora la pillo. Vaya, como siempre, justo cuando le iba a poner la mano encima le he dado con el pie. ¿Dónde puñetas habrá ido ahora? Y yo, que ya no tengo edad para estas cosas, arrastrándome por el suelo. Menos mal que la Perpe me lo tiene bien barrido.
Catacrás.
Mierda, mierda otra vez, mierda y más mierda. La puñetera mesa que se me ha olvidao que estaba encima.
Chichón al canto que no me va a quitar nadie porque comoclaro, el hielo se ha mudado en pantalones… no creo que sea cuestión de que este cieguito se ponga en la cabeza semejante indumentaria.
Mira que si salgo a la calle con ella puesta por sombrero… Mejor será el chichón por si alguna guapa samaritana se apiada de mí.
Cosas de la cieguería. Ya lo dice la canción: “la culpa fue de lensaimada que me enseñó a orujear…” ¿O decía otra cosa la letra. No me acuerdo, no me acuerdo. Qué dolor de cabeza. Y qué hambre. ¿Y la ensaimada? ¡Maldita sea! Qué ciego soy. ¡Y qué oscuro está todo? Con lo claro que lo veía esta mañana cuando le daba al orujo… tanto que ya me hacía de leñador con mi motosierra y todo, jejejejej, ya se sabe: tienes más peligro que un ciego con una motosierra talando cerillas.



  



5 comentarios:

amelche dijo...

Si es que el orujo es muy malo... Un abrazo.

Amig@mi@ dijo...

Pero bueno, ¿al final probaste la enseimada o sigue en busca y captura??
A veces se forman cadenas de situaciones cómicas que no dependen de la "ceguería" para nada.
Un abrazo

Alberto dijo...

Ana, jejejeje. Ya te digo. Hay que tener cuidado con los orujos y demás mojitos. jejejjeje.
Montse, esas situaciones surrealistas y absurdas son las que luego se cuentan con gracia.
No, no. La ensaimada sigue en busca y captura. Espero que alguna vez pueda probarla, eso sí sin orujo pero en buena compañía.
Besos cariñosos para las dos.

Rosa Sánchez dijo...

Jajajaja, sí, sí, sabemos bien lo que aquí cuentas más de uno y más de una, Alberto, que mi hermano trajo anís escarchado de un viaje que hizo por Asturias y a lo tonto, a lo tonto, con lo dulce y bien que entra esa bebida, pillé un pedal de esos que todavía se resienten.
Muy graciosa la aventura. Un sentido del humor impecable a la altura de un escritor de altos vuelos.
Un abrazo de hip, hip, hurra.

Alberto dijo...

Rosa, jejejejejeje. Ya ves qué historias se me ocurren. Y sí, a veces se cogen pedales de la forma más tonta. Espero que en tierras alicantinas no haya una rosa escarchada que se me suba a la cabeza, hip hip hip, jejejejjeje.
Ale, me alegra haberte hecho sonreír.
Besos beodos (que no veo dos),juajuajua.

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