martes, 16 de abril de 2013

Luisa de Medrano, la primera mujer catedrática de la Historia

Demasiado tiempo hace en que no recojo en Tiflohomero biografías de personajes poco conocidos, pero destacables por su cultura y erudición. Quiero retomar esta costumbre ensalzando a una mujer, la primera catedrática universitaria de que se tiene constancia en la Historia.

      Nació en Atienza (Guadalajara), en el seno de una familia de nobles vinculada a la corte de Isabel la Católica, y su nombre completo fue Luisa de Medrano Bravo de Lagunas de Cienfuegos, aunque a veces se la menciona con el nombre erróneo de Lucía.
Pertenece al grupo de mujeres renacentistas famosas por sus conocimientos y a las que sus contemporáneos denominaron puellae doctae. Sus capacidades intelectuales y su sólida formación la llevaron a ejercer el magisterio en la Universidad de Salamanca, llegando a ocupar en esa misma institución una cátedra en 1508. Unos hechos que la convirtieron en una de las primeras mujeres que desempeña el cargo de profesora y catedrática universitaria en la historia de España.
     En principio, durante los siglos XV y XVI el humanismo renacentista crea entre las clases privilegiadas urbanas europeas un contexto favorable a la educación femenina. En los reinos peninsulares, durante el reinado de Isabel I de Castilla se dignifica e impulsa el acceso femenino a la cultura. Las mujeres de las clases privilegiadas reciben, al igual que los miembros masculinos de la familia, una esmerada educación y adquieren extensos conocimientos en cultura y lenguas clásicas.  Estas eruditas, que forman parte de los círculos humanistas, son conocidas como las puellae doctae. El impulso a la educación femenina que se prolonga durante el siglo XVI favorecerá la incorporación de las mujeres a la universidad, no sólo para adquirir conocimientos, sino para transmitirlos y ejercer en esa institución su magisterio, como el caso de Luisa de Medrano.
     Escasos son, no obstante, los datos biográficos que se poseen de esta alcarreña, humanista y catedrática de la Universidad de Salamanca. Mujer ilustre, dedicó su vida al estudio y gozó en vida de fama y erudición. Una admiración que llevó a dos contemporáneos suyos, Lucio Marineo Sículo y el rector de Salamanca, Pedro de Torres, a alabar sus cualidades intelectuales y sus conocimientos y que, constituyen un precioso testimonio que permite rescatar y reivindicar del olvido su memoria. Son estos mismos testimonios los que confirman que en 1508 Luisa de Medrano ocupaba una cátedra en la Universidad de Salamanca. Así, Lucio Marineo, tras alabar su elocuencia, dice haberla oído “(...) hablando como orador, mas también leyendo y declarando en el Estudio de Salamanca libros latinos públicamente”. En este mismo sentido, se dirigen los comentarios que sobre ella nos transmiten Pedro de Torres, quien dice haberla visto ejerciendo su saber al tiempo que elogia su fama, elocuencia y juventud. Efectivamente, si consideramos que nació en torno a 1484, Luisa Medrano ejerció su magisterio y ocupó la cátedra en una de las instituciones más prestigiosas y célebres de la Edad Moderna, La Universidad de Salamanca, con tan sólo veinticuatro años. Un dato, sin duda, valioso, que confirma la implicación femenina en los proyectos educativos renacentistas y su participación activa en las altas esferas intelectuales.
Eran aquellos los tiempos guerreros en pos de la conquista de Granada, en la que tantos personajes de las familias Mendoza, Bravo o Medrano, gentes de Guadalajara y Soria, participaron, pues puesto a buscar parentesco, al final encontraríamos a todos unidos por algún tipo de vínculo familiar. En los archivos de los duques de Villahermosa, cuenta la verdadera artífice de la relación historial de Luisa de Medrano, Therese Ottel, halló esta los documentos que dan cuenta, tanto del nacimiento, como del parentesco familiar de Luisa de Medrano, en publicación de la Real Academia de la Historia que vio la luz en 1935.
Luisa de Medrano se ocupó de la cátedra dejada por Antonio de Nebrija en 1508, y no le faltan razones, si bien no pueden definir hasta cuándo la mantuvo. Sin embargo, la propia Theresse, desplazada desde Alemania para seguir la trayectoria de nuestra paisana, concluye con rotundidad: Resumiendo,  creemos   tener  por  seguro  que  Luisa  de Medrano desempeñara una Cátedra de la Universidad de Salamanca, noticia confirmada por testimonios auténticos de Pedro de Torres y de Lucio Marineo Sículo.
Sin duda, la mejor imagen que tenemos de Luisa de Medrano es el retrato literario que de ella hace la persona que más la ensalzó, quien la conoció y tuvo durante algunos años relación epistolar, Lucio Marineo Sículo, quien en su Opus Epistolarum (Valladolid, 1514), nos dice, dirigiéndose a ella en carta de despedida:
"La fama de tu elocuencia me hizo conocer tu gran saber de estudios antes de haberte visto nunca. Ahora, después de verte, me resulta aún más sabia y más bella de lo que pude imaginar, joven cultísima. Y después de oírte me ha causado gran admiración tu saber y tu ornada oratoria, sobre todo tratándose de una mujer llena de gracia y belleza, y en plena juventud. He aquí a una jovencita de bellísimo rostro que aventaja a todos los españoles en el dominio de la lengua romana. ¡Oh felices padres que engendraron tal hija! Debes mucho, clarísima niña, a Dios omnipotente y bondadoso por tu inteligencia. Mucho debes agradecer a tus padres que no te dedicaron a los oficios comunes entre las mujeres, ni a los trabajos corporales, en sí tan ingratos por su caducidad, sino que a los estudios liberales te consagraron, que son elevados y de eterna duración. Y te deben ellos a ti no poco, que su esperanza y ambición con tu constancia y gran estudio superaste. Te debe España entera mucho, pues con las glorias de tu nombre y de tu erudición la ilustras. Yo también, niña dignísima, te soy deudor de algo que nunca te sabré pagar. Puesto que a las Musas, ni a las Sibilas, no envidio; ni a los Vates, ni a las Pitonisas. Ahora ya me es fácil creer lo que antes dudaba, que fueron muy elocuentes las hijas de Lelio y Hortensio, en Roma; las de Stesícoro, en Sicilia, y otras mujeres más. Ahora es cuando me he convencido de que  a las mujeres, Natura no negó ingeno, pues en nuestro tiempo, a través de ti, puede ser comprobado, que en las letras y elocuencia has levantado bien alta la cabeza por encima de los hombres, que eres en España la única niña y tierna joven que trabajas con diligencia y aplicación no la lana sino el libro, no el huso sino la pluma, ni la aguja sino el estilo. Adiós, y si en algo quieres utilizar mis servicios, estoy plenamente a tu disposición. Otra vez adiós, con el ruego de que a través de alguna carta de tu salud y de tu vida me hagas saber."
Existen muchos testimonios de la actividad de esta mujer en la Universidad en la que desarrollaba su labor docente comentando los autores latinos.

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