domingo, 14 de abril de 2013

Agua y mujer



La primavera que este fin de semana viste este Madrid y que invita a disfrutar de la vida me inspira hoy este cuento.
Que estéis bien, como siempre.
Un cálido abrazo de luz.

“La inercia de sus antepasados le conduce a bañarse en las más calientes aguas del bosque. Dirigirse a aquel fenómeno de la naturaleza y entregarse al placer del líquido envolvente es un señuelo demasiado adictivo como para resistirse..
El paraje es idílico: exuberancia de verdor, frondosidades y lujuriosa vegetación de abigarrados colores carnosos.
De todo ello, de las entrañas más profundas de ciertas grutas surge ese calor líquido que luego empapará su cuerpo.
Se dejará atrapar por prístinas gotas caldeadas por las entrañas de la Madre Tierra. No le importará que la mañana avance. Al contrario, buscará que los rayos de sol laman a voluntad su piel. Y luego, secada por ellos, complacida de esa fusión entre cuerpo femenino y espíritu vegetal, aguardará a que llegue su hombre…”
Así te cuenta, para que te animes, tu amada mientras te recuperas de las heridas en el alma, vencida por la desgracia y la frustración.
Creíste que ella también te abandonaría como todos lo hicieron tras tu fracaso. Pero ella no lo hizo. Dudas de merecer semejante fidelidad, pero a qué negarlo, ha sido tu única tabla de salvación, lo único que ha evitado tu abandono en brazos de la muerte. ¿Qué sentido habría tenido vivir si no?
No quieres recordar. Bastantes pesadillas te asaltan ante tu mísero sueño aunque sus atenciones y el tiempo empiezan a tolerar los recuerdos.
Ibas a ser un héroe, el campeón. Todos confiaban en ti. ¡No supiste, no pudiste estar a la altura! Perdiste el torneo, la derrota fue irrevocable. Y lo peor fue, no el perder, sino la humillación de los tuyos que volvieron sus espaldas huyendo de ti, tratándote como a un desgraciado apestado de lepra.
¿Por qué te hicieron eso? Tú nunca quisiste ser líder de nada. Se empeñaron en que valías para la partida y de nada sirvieron tus certezas de debilidad y duda.
Te vistieron con pinturas de guerra, te cubrieron con plumajes de ave rapaz y te lanzaron a la pelea.
La lid fue breve. Nada pudiste hacer para derrotar a unos hombres fieros, protegidos por duros metales y armados de odio.
Tú eras leal, te habían enseñado a mirar de frente y a jugar limpio.
Caridad, la que de niña fue Pétalo Rosado,  cierra el libro que ha estado leyéndole a su amado. Es hora de salir a pasear, de incitarle a que deje la desesperación y recobre el aliento de vida.
-Cariño, vamos. Demos un paseo. Bañémonos juntos en la charca de la que habla el libro. Tal vez…
-Ay, no sé. Los libros traen tan solo fábulas para soñadores y a mí los sueños lo que me traen son horribles visiones.
-Anda, ven. Dame la mano, salgamos. Debemos comenzar de nuevo.
Y Caridad y Andrés, solos en medio de un paraje ahora abandonado, antaño poblado de actividad, dan titubeantes pasos en pos de la fuente. ¿Llegarán hasta ella unidos? ¿Saldrán de ella renacidos? ¿Habrán sido, sin ellos saberlo, protagonistas de cierto libro?
-¿Llegamos ya? Me canso, amada mía.
-ten ánimo. Debemos estar cerca. Tras la loma.
¿Qué queda del bosque? ¿Y de las charcas termales? ¡No queda nada! Todo es desolación y yermo abandono.
Caridad y Andrés se apoyan el uno en la otra, como siempre, evitando así caer de nuevo. Parece que su edén particular ha quedado arrasado.
-Te lo dije, niña. Mi derrota atrajo la maldición a todos. Debí morir. Déjame, vete, huye y vive. Yo merezco perecer.
-No, sigamos adelante. Escarbaremos la tierra y el agua surgirá. El agua siempre permanece. Vamos, ayúdame con tus manos de hombre. No quiero, no te dejaré desfallecer después de todo.
Agua, vida, sol, esperanza.
Te resistías, pero no podías fallar otra vez. Caridad no merecía que volvieras a fracasar. Te empeñas sacando fuerzas de donde creíste haberlas perdido. Tus manos se tornan en garras y ahondan hasta lograrlo.
Ves cómo Caridad ríe feliz. Jugáis a chapotear entre el barro que va naciendo de nuevo. Te revuelcas impregnándote de él y conforme la húmeda tierra penetra en tus poros, sientes que una nueva fuerza te inunda. Quieres volver a soñar, porque esta vez, sí, sabes que, por fin, tus sueños no se compondrán de dolor y pasado, sino de futuro y dicha.
Caridad y tú construiréis un nuevo mundo. Un mundo en el que el agua será tu mejor aliada.
    Agua y mujer, tierra y amanecer: vida. 

  



  

4 comentarios:

Rosa Sánchez dijo...

Uy, Uy, Alberto, le vas a hacer la competencia a las sombras de Grey con este relato, jejeje. Qué va, está cargado de ternura, fidelidad, esperanza y perseverancia. Eres muy bueno narrando. Para quitarse el sombrero.
Un abrazo impregnado del húmedo aroma de una bella mujer. ¡Toma, castaña!

Alberto dijo...
Este comentario ha sido eliminado por el autor.
Alberto dijo...

Rosa, jajajajaj. ¿Sólo para quitarte el sombrero? ujjum.
Te diré que en alguna de las presentaciones de Huellas de Luz me han preguntado por qué nunca abordo en mis relatos el tema del erotismo / sexo. Mi respuesta es que debe juntarse cierto censor interior pudoroso con que no es mi estilo, que prefiero tocar otros temas en los que me siento más cómodo.
Pero, bueno, supongo que a nadie, a mí tampoco, le amarga un dulce, digo un cierto toque pícaro-festivo y la primavera invita a ello con su despertar de estímulos. Lo que pasa es que al no ver me pierdo muchos de esos estímulos que llevan a ello. Hay ocasiones en que la imaginación no es suficiente y hay que ver, supuesto caso de que uno no puede tocar.
En fin, seguiremos en la línea cómoda de la ternura, perseverancia, constancia y fidelidad que sugiere la segunda parte del relato y dejaremos la primera para que quede relegada.
Sin olvidar, tampoco, el papel protagonista del agua que impregna abrazos y vida.
Bueno, muchas gracias por tu fidelidad y buen concepto siempre sobre mí.
Un cálido y cómodo abrazo de respeto y fidelidad.

Amig@mi@ dijo...

Una bella historia cargada de matices tanto personales en lo que se refiere a los personajes, como naturales cuando describes la naturaleza.
El agua, que siempre fue utilizada como metáfora de vida, aquí recibe un tratamiento de verdadera protagonista.
Un abrazo

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