jueves, 15 de noviembre de 2012

Crónica de mis cuitas con el teléfono móvil



Pasados unos días de zozobras y alteración de rutinas, creo que las cosas vuelven a asentarse poco a poco. Y es que el lunes 5 cuando llegué a casa por la tarde, descubrí con horror que el móvil me había desaparecido del bolsillo de la chaqueta del chándal donde lo llevaba.
Os cuento, espero que me salga irónico, los acontecimientos.

Que sí, que el 5 de noviembre recordaba cómo el año pasado, ese día, homenajeé al bosque y la magia que en él se encierra. Que no quise dejarme vencer por la pereza y quedarme en casa por lo que fui al gimnasio. Que además un gran amigo me dio una noticia casi tan grande como es su amistad para mí. Y que sí, que cuando llegué, cansado de otro día y algo mohino porque volvía a quedarme sin la compañía de mis padres, descubrí que mi Nokia E-65 y Mónica, la voz que me lo hacía accesible, habían desaparecido del bolsillo. ¿Robado? ¿Caído sin enterarme? Vaya usted a saber. Y entonces, ¿qué?
Llama para que te lo bloqueen, con la esperanza de que no hayan llamado (para saciar esa curiosidad habré de esperar a que se genere la factura, como si no existieran ordenadores que puedan saberlo pero que sí pueden urgar en otros asuntos), y aguarda al día siguiente para sustituirlo por otro. Pensaréis, qué fácil, claro. Pues no, no lo es tanto, porque actualmente la única opción de móvil accesible para ciegos es el Iphone y yo me he resistido hasta ahora, aun reconociendo sus muchas virtudes, a cambiar el concepto de los dispositivos con teclado a los digitales. Y es que, qué queréis: yo solo pretendía usar el teléfono como teléfono, además de haberle cogido cariño a esa sensual voz que me leía contactos, llamadas y demás. Pero, bueno, ya que nos ponemos, hagámoslo con todas las consecuencias de la ley, jejejej.
Os preguntaréis: ¿cómo el cieguito se entera de lo que toca si la pantalla es plana? Pues muy fácil, porque el Iphone trae de serie una aplicación de voz que va verbalizándolo todo.
El caso es que el martes voy a la tienda de Vodafone más próxima a mi trabajo para que me vendan el cacharro y me dupliquen la tarjeta SIM con los contactos. ¿Sabéis aquello de “Vuelva usted mañana”? Pues eso me pasa a mí hasta que el miércoles, cansado de que me den largas para venderme algo, me puse fuerte y les amenacé con irme de la Compañía. Qué curioso, entonces los problemas informáticos aducidos se solucionaron por arte de “espérese un momentito que ahora parece que funciona”.
Claro, tienen un servicio aparte que te ayuda a configurar el aparato según las necesidades del cliente. Como uno es de los “tontos” (entre comillas) que trabaja, no dispongo de toda  la mañana aunque a ellos les importe poco mi situación. Me dan cita para por la tarde, otra vez “vuelva usted mañana” Desde las 4 hasta las 6 se pasan sin que yo me entere y con una tercera “Vuelva usted…” porque tienen que instalarle una versión más actual del sistema operativo (¿pero no lo había comprado nuevecito flamante?) que permita activar otro programa de reconocimiento de voz para no andar escribiéndoselo todo. Quedamos para el lunes.
Entre ese miércoles y este lunes voy dando tumbos y palos de ciego intentando hacerme con el dichoso Iphone. Con la ayuda de unos y de otros, nada que ver con el supuesto megatécnico instalador y enseñador, voy haciendo.
Llega el lunes y después de otra hora y media, “casualmente” (más comillas) se les vuelve a caer el sistema y he hecho el gilipollas. El genio de la ingeniería vodafonera configurativa me dice que lo intentará descargar él y que ya me llamará. Ja. ¿Os lo creéis? yo aún le estoy esperando, menos mal que no lo hago fumando _como aquella Sarita de la copla y el cuplé).
Gracias a que uno tiene recursos, en este caso, un compañero ciego también, el martes salgo de casa de mi amigo con el dichoso Iphone en orden de manejo con todo lo habido y por haber.
Solo falta otra cosilla: que cambie el rúter que tengo en casa por otro inalámbrico para tener cobertura wiffy.
Ala, llama otra vez, en este caso, a Movistar. ¿Qué me dicen? Pues que sino lo tengo estropeado que no me lo cambian gratis. O sea, que le tengo que pegar un martillazo para que se estropee y me lo cambien. Hombreee, no se ponga usted así, vamos a ver cómo lo solucionamos. Después de pasar de una operadora a otra (no sé si con o sin bisturí), me lo enviarán sin coste. Ahora que eso de instalarlo… da igual que sea ciego, usted lea las instrucciones que vienen y ya está, es muy fácil. Será para ellos, que ven. Nada, que tendré que recurrir a aquel mismo amigo tan majo y tan listo porque él será ciego, pero… listo, es mu listo, pero que mucho mucho.
Y todas estas andanzas, reíros de la profesionalidad y del buen servicio de verdad, a cuenta de que alguien sin importarle que mi teléfono no fuese de esos golosos de última generación o que a mí me haya hecho la pascua. Aunque, ¿y si resulta que Mónica, la seductora voz sintética, resulta que cayó de manos a boca en los pindingüelos de algún ligón del ciberligoteo?
Bueno, que, como digo, como siempre, con tenacidad, apoyos y ganas, puedo deciros que estoy conquistando el maravilloso mundo Apple.
Y qué curioso es eso de preguntarle: ¿qué temperatura hace? Y él te la dice. ¿Quiero llamar a… y él te marca solito. Le dicto y él escribe, le dices que tienes hambre y te sugiere restaurantes y cosas de similar brujería tecnológica.
Como siempre… ¡Vivir para ver!


  
 

2 comentarios:

Rosa Sánchez dijo...

Hola Alberto:
Lo bueno de toda esta experiencia es que la cuentas con humor, queda de Club de la Comedia, pero en el fondo descubrimos a un gran superviviente...
Ya sabes que me gustan las frasecitas, y mira la que he encontrado para la ocasión, es de André Maurois:
"La tenacidad vence a la razón, a la elocuencia y a la ciencia. Mediante el aburrimiento reduce al silencio a su enemigo."
Como una de tus muchas cualidades es la perseverancia ya, de antemano, tienes muchas guerras ganadas... aunque te cueste viajes, enfados y te rasquen el bolsillo más de lo convenido.
Un abrazo y ánimo, que tirando de refrán: no hay mal que por bien no venga, muchos te tenemos un poquito más cerca gracias a incómodos periplos como éste.
Un abrazo y feliz finde.

Alberto dijo...

Rosa, así es. La tenacidad es algo que me suena bastante, qué remedio. Y sí, gracias al nuevo cacharro uno está más cerca de personas a las que aprecia de corazón.
Cuídate y buen domingo.
Besitos de luz.

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