El pasado sábado tuve ocasión de participar en una nueva excursión, otro descubrimiento viajero. En este caso, me acerqué, de la mano de la ONCE y dos estupendas monitoras, Eva y Vanesa, a las villas castellanas de Olmedo y Cuéllar.
Eramos un nutrido grupo y yo fui muy bien acompañado. Alguien dijo que no sabían cómo lo hacía pero que siempre me encontraba rodeado de mujeres estupendas. La verdad es que gozar de la compañía de mis buenas amigas Elena y Nuria, además de la incorporación de Carmen, es un lujo para mí que ha de llenarme de satisfacción y orgullo.
El día era típicamente invernal, gélido diríamos, pero mereció la pena, aunque, tal vez, habría estado mejor visitar sólo uno de los dos pueblos.
De Olmedo me queda el interesante montaje audiovisual que se ha hecho entorno al Caballero que le da fama y a su palacio y las reminiscencias teatrales al Siglo de Oro de nuestras letras. Quedamos emplazados a acercarnos al Festival de Teatro que se organiza, cada año, allá por el mes de julio.
Además me gustó mucho el Parque Temático del Mudéjar en el que se pueden tocar maquetas de iglesias, y castillos, de la zona. Un lugar muy interesante y digno de conocerse despacio por lo pedagógico que resulta con sus fuentes y demás.
Después de la visita a todos esos monumentos nos dirigimos a reponer fuerzas y caldearnos con unas buenas alubias con oreja y alguna otra sustanciosa vianda, regada con el humor y la conversación agradable y enriqecedora.
Después nos desplazamos a Cuéllar, localidad segoviana famosa en su día por el cultivo de la rubia con sus murallas y castillo, pero también con su hospital de enfermedades venéreas y su palacio de Pedro I el Cruel.
Un día, en fin, lleno de evocaciones históricas y recuerdos de glorias pasadas en el que el frío quiso ser protagonista pero que, sin embargo, fue relegado por el calor de la amistad y el humor.
Me quedé con ganas de pasear tranquilamente por Olmedo, de probar sus dulces con nombres de cagaditas de gato o los mudejaritos, y de escuchar la visita teatralizada al castillo de Cuéllar y no diré que la guía lo explicase mal, pero es que de aquella manera uno imagina más y disfruta más.
Ah, y con el debut de Carmen que quiso acompañarnos. La primera vez que viajaba con tanto ciego. Cómo olvidar lo dispuesta que estuvo, en todo momento, a ayudarnos y explicarnos lo que sus ojos veían. Creo que disfrutó ella también.
Merecerá la pena repetir y os lo recomiendo.
jueves, 16 de febrero de 2012
Olmedo y Cuéllar: otro viaje
Publicado por Alberto en 9:04 p. m.
Etiquetas: De viajes
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1 comentario:
Me alegro de que lo pasárais bien, yo estuve en Granada ese fin de semana.
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