domingo, 8 de enero de 2012

Una palabra



Bueno, recuperando rutinas y buenas costumbres. Aquí el cuento de cada domingo, un cuento cargado de intención.

Que estéis bien y con fuerzas renovadas para comenzar un año pleno y cargado de satisfacciones.

Melchor, Gaspar y Baltasar. Tres nombres en libros antiguos o carteles polvorientos abandonados.

Oro, incienso y mirra. Tres objetos inútiles, merecedores de burla.

En eso había quedado la antigua fiesta solemne de la Epifanía en la que ilusión y magia daban la mano a los habitantes del pasado siglo.

Ahora lo único que se celebraba era el sagrado Día del Silicio y en él era típico regalar porciones de ese mineral envueltas y presentadas en las más curiosas formas y diseños.

Y es que como todo giraba en torno a circuitos, condensadores y demás chips y nanochips, pues a los regidores de las nuevas generaciones de terrícolas les había sido fácil canonizarlo y abanderar el milagro de la nueva religión.

Que sí, que aún quedaba algún marginal nostálgico o soñador de antiguas glorias y fastos, pero eran tan escasos que se les daba de lado.

Y entre estos pocos, un eremita buscador de historias con pluma y tintero deambulaba por calles y plazuelas, un arqueólogo de la palabra. ¿Descubriría, al fin, su tesoro?

Un ciego da vueltas perdido, parece desorientado, Minotauro en moderno laberinto. ¿Cómo puede ser si todo está tecnificado?

-¿Qué buscas? ¿Puedo ayudarte?

-Busco a quien regalar una palabra que nadie quiere, so pretexto de caduca.

-¿Qué palabra es? Mi oficio es encontrar vocablos olvidados.

-La palabra es Amistad. ¿La quieres? O tú también la vas a despreciar por inútil y antigua.

-Déjame que la escriba, que la dibuje sobre mi corazón con la tinta de la complicidad. Qué bien queda en mi pecho. ¿Querrías que también la pintara en el tuyo? ¿Querrías que vayamos en pos de quienes nos dejen pintársela?

-¿Querrás que tome tu brazo para guiarme?

-Claro, es tu brazo, amigo.

Y mientras por doquier, san Silicio se muestra ufano, opulento y dominador, dos solitarios seres avanzan, pero ahora lo hacen con un nuevo signo, el de la amistad, iluminado con colores de sonrisa y felicidad.

3 comentarios:

Mercedes Pajarón dijo...

Así me gusta, que empieces el año con un cuento a tu altura.
Feliz 2012.
Un besósculo amistósculo, mua!!

Sir Seymour Wolcott dijo...

Un cuento muy interesante en un blog muy estimulante.

Hace poco que estoy en la blogosfera pero estoy descubriendo verdaderas joyas.

Te sigo. Un saludo y feliz año nuevo.

Amig@mi@ dijo...

Un bonito cuento que tiene muchísima razón.
Me pareció volver a la Navidad en la que la palabra amistad cobra tanta importancia. Jaja!
Un abrazo

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