martes, 24 de enero de 2012

Una nueva odisea personal

Hace aproximadamente un año, os conté cómo me había visto obligado a comprar una nueva nevera y las andanzas que ello me supuso.
Ahora quiero compartir aquí otro reto, el de la sustitución de mi ordenador portátil personal desde el que os escribo y accedo a la ventana de la información.
Pues bien, por aquello del nuevo año y de renovarse, se me ocurrió actualizarme y sustituir al anterior, ya con más de 5 años de antigüedad y con un uso suficiente como para plantearme tal posibilidad.
Claro, desde el desconocimiento, uno se enfrenta a una difícil decisión: ¿qué modelo comprar? ¿Con qué versión y características técnicas?
Además debía considerar que siempre la adaptación sonora que me hace accesible su manejo siempre va por detrás de las últimas novedades.
Por otro lado, se habla mucho de las ventajas de los dispositivos Apple y ves que cada vez se va imponiendo más.
Y claro, a uno le pica el deseo de ser como los demás, de sumarse a esa marea con nombre de manzana, pero con las reticencias de lo táctil y demás.
Bueno, pues con todas esas premisas, al final me decido por lo cómodo. Y es que los ciegos madrileños tenemos como contacto de cuitas informáticas a un técnico que, de boca en boca, se ha hecho hueco porque te viene a casa y te trae los equipos puestos con todos los programas necesarios (incluido el revisor de pantalla Jaws que pone voz a la información).
Pues bien, le llamé, le dije lo que quería y a esperar.
Pasaron unos días y aquí que se vino con el nuevo aparato.
Tras un largo rato me dice: ya está todo. Mínimamente toco el nuevo equipo. Primera sorpresa: viene con teclado numérico incorporado y algunas teclas están cambiadas respecto a cómo estaba habituado.
Guiado de mi deseo de cumplir y de la confianza le pago en ese momento.
Se va y comienzo a trastear.
No me aclaro, no va bien, no logro interactuar como quiero. Ese día no ceno y robo horas al sueño nervioso como estoy, más diría, agobiado.
Me autolamento por mi precipitación a la hora de pagarle, por comprar una cosa sin haberla visto antes y por no haber sido capaz de probar las cosas antes de que se fuera.
Bueno, me digo, malo será que no se arregle, que hay cosas peores aunque sea inevitable la frustración.
Al día siguiente le llamo. Me dice que los problemas que tengo posiblemente son debidos a que la arquitectura es de 64 bites en vez de 32 y del sistema operativo 2010. Yo no tengo ni idea, el caso es que no me va nada, que me lo cambie.
Efectivamente, así procede.
Menos mal que el viejo sigue funcionando.
Otra semana de espera y de dudas.
Me lo vuelve a traer ya modificado con 32 bites y con el sistema operativo de 2007.
Escarmentado como estoy de la vez pasada, le pido que probemos los problemas detectados y veamos si, efectivamente, se han solucionado como así es.
Bueeno, me digo que bien está lo que bien acaba.
Pero, oh sorpresa, otro tropiezo más. Me pongo a escribir mi cuento del domingo pasado y el Word se come, con voracidad, las letras y se comporta cual duende travieso. ¿Qué será? Otra llamada más, otra duda más.
Resulta que parece que cuando escribo rozo con el dedo el ratón y, como no veo, el cursor, pues se vuelve un poco loco. Y yo digo, pero si no necesito el dichoso ratón, pues bloqueémosle. Y sí, la cosa se soluciona.
Total, que desde que lo encargué hasta hoy, en que parece que todo funciona y mis dedos se van adaptando a las nuevas teclas, han pasado 20 días, 20 días de tropiezos y agobios.
Y, sin embargo, aquí estamos. Pudiendo decir que ya he superado todo el proceso.
Espero poder disfrutar de este nuevo ordenador durante el tiempo suficiente como para amortizarlo, que me ayude a continuar dejando mi huella a través de los cuentos y demás escritos, y de continuar unido a vosotras y vosotros mediante este hilo virtual que me conecta al mundo de la tecnología.
De momento, ahí estamos otra vez. Ojalá que no vuelva a caer en determinadas piedras que esta vez no he sabido sortear, piedras con nombre de precipitación y falta de concreción en el momento adecuado.

2 comentarios:

Pepa Barragán dijo...

Querido amigo, esas cosas me pasan a mí amenudo, y suelo encontrarme cada vez que compro algún aparato como un ratón en una cacharrería.Gajes del oficio.´Pero todo se aprende con paciencia y una caña, que dirían algunos...Un abrazo.Pepi B

amelche dijo...

Mira que nos pone de mala leche que no funcione el ordenador, ¿eh? Creo que es una de las cosas más desquiciantes. ¿Será que nos hemos vuelto adictos?

A mí eso que dices de que se come las letras me pasa a veces y toco una tecla (ahora no recuerdo cuál, está en la esquina superior derecha del teclado, no sé si es la que pone "despl" o la de "ins", la segunda o la cuarta de derecha a izquierda en la primera fila de teclas, que son más pequeñas que las normales) y se quita y vuelve a funcionar bien.

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