sábado, 28 de enero de 2012

Hoy sí que sí: ¡soy peregrino!

Cuando hace unos días me inscribí para participar en una nueva jornada de senderismo, de las organizadas por la ONCE, no sospeché que sería el comienzo de la realización de uno de mis sueños largamente perseguidos.

Y es que cuánto tiempo esperando con la ilusión de hacer el Camino de Santiago, de poner la oreja atenta cada vez que me juntaba con alguien que lo había hecho, de leer sobre esa Ruta Jacobea tan asimilable a la vida, de fantasear con su Historia y sus historias, su magia. Cuánto hablar de que ése era uno de mis retos por cumplir, de preguntarme y preguntar cómo podría superarlo. Pues ya veis. Hoy sí que sí, hoy me he bautizado como peregrino. 18 kms. entre el puente medieval del Batán en Colmenar Viejo y el pueblo de Matalpino han sido los testigos y a ellos ha querido sumarse un increíble día que más que de un enero invernal ha resultado ser primaveral. Y eso que cuando ayer me llamaron para recordarme la cita, me avisaron de que llevase calzado impermeable y de que fuese bien abrigado, que estaba previsto mal tiempo y, no obstante, nada de eso, muy por el contrario.
Bien, al subir esta mañana al autocar que nos conduciría hasta el punto de partida, alguien ha tomado el micrófono. Se ha presentado como Fernando y nos ha dicho que íbamos a realizar una etapa del Camino madrileño de Santiago, la tercera que se hacía con el grupo de ciegos desde que, el mes de noviembre, diese comienzo en la madrileña plaza de Castilla. Que nos invitaba a que recogiésemos la credencial en la que ir sellando los hitos recorridos y ha recordado la importancia de la peregrinación. A mí, al tiempo que me ha dado rabia no haber participado en esas dos primeras etapas, se me ha puesto cara de ilusión y me he dicho que haría lo posible por buscar el brazo, bien del que así nos interpelaba, o de alguno otro de los miembros de la Asociación de Amigos del Camino que nos acompañaban para, al tiempo que andaba, aprender de sus experiencias, de sus anécdotas, de sus vivencias.
Así ha sido. Tras un breve alto para tomar café en el polideportivo de Colmenar Viejo, hemos llegado al puente medieval sobre el río Manzanares.
Andrés ha sido mi guía y mis ojos hasta Manzanares el Real y, de aquí hasta el final, en Matalpino, Fernando.
Andrés me iba describiendo la naturaleza circundante, las encinas y sabinas, la jara e, incluso, el cantueso. Me ha mostrado, para que viese tocándolo con mis manos, uno de los mojones que señalizan la vía, una vieira en relieve con la bandera de la Comunidad y el punto kilométrico en que nos encontrábamos, el 628, además de una flecha amarilla que apunta hacia el Oeste, hacia Compostela..
Pero también me ha contado de sus viajes a Australia o alrededor del mundo, de las cañadas, cordales y veredas medievales de la Mesta y de cómo el Yelmo de la Pedriza o la Maliciosa apenas si presentaban sus cumbres nevadas.
De la primera vez que él hizo el Camino desde Sarria cuando llegó en tren hasta allí en solitario y lo único que había abierto era la cantina de la estación y que tuvo que atravesar el cementerio en una oscura amanecida o de cuando se despistó y anduvo 40 kms. Hasta llegar a una localidad en la que sólo hubo alguien que le abrió la casa rural y cómo la dueña fue a buscar a Ponferrada morcilla para hacerle, como cena, unos huevos fritos con ese embutido (un manjar de dioses) y cómo estuvieron charlando hasta altas horas mientras degustaba los distintos orujos que hacía de forma artesanal.
Cuando hemos llegado al pueblo en el que viviera el Marqués de Santillana, con su pantano y su castillo en el que se rodó un clásico del cine épico, “El Cid”, con Charlton Heston y Sofía Loren en los papeles principales, Fernando me ha cedido el testigo para continuar hasta la meta.
Este me ha ido narrando las veces que lleva haciendo la Ruta desde 1982, cómo en una parte de la que se denomina Ruta del Ebro, tiene rotulados en braille los mojones y algún otro elemento más. De sus temores, cuando al principio, comenzó a guiar a personas ciegas, y de cómo nosotros le hemos ido enseñando a apreciar sensaciones que a los videntes pasan desapercibidas, de los valores y la cultura del esfuerzo, de que el Camino, como la vida, has de afrontarlo con espíritu abierto, siendo consciente de sus obstáculos pero marchando eternamente hacia adelante, de que tiene partes más duras y otras más suaves, de que debes prepararte y de otros conceptos con los que no he podido estar más de acuerdo.
Hemos comido, lo que cada uno llevábamos, en un agradable merendero en torno a la ermita de San Isidro. Qué curioso, con su pradera y su fuente y sus mesas de piedra como si estuviéramos junto al patrón de los agricultores.
Del punto de avituallamiento hasta el final, en un bar, Fernando y yo hemos seguido charlando de la importancia de la lectura para los ciegos o de la revolución que supuso la invención del braille.
Con el ánimo exultante y el refresco merecido, hemos subido al autocar que nos traería de regreso a la vida urbanita.
Eso sí, aguardando ya la nueva etapa, que será el próximo 25 de febrero y convencido de hacerme con la oportuna credencial antedicha.
¿Qué deciros? Que ha merecido enormemente la pena, que, sin importar el tiempo que emplee en ello, seguiré adelante dispuesto a llegar al final. Que, ojalá, así sea y que cuando me sellen la Compostelana pueda decir, con fuerza, eso de “cada meta alcanzada es el inicio de un nuevo camino”.
Y mientras, espero que, como hoy, pueda hacer que mi espíritu absorva todos esos olores a naturaleza, sonidos de pájaros y encuentros con personas que te dicen: “Buen camino. Ultreia et supreia (más lejos y más alto)”.

2 comentarios:

Piedad dijo...

¡Enhorabuena!
Siento envidia, pero una envidia sana... debe ser maravilloso hacer el camino de Santiago y de la forma que lo cuentas no tengo duda de ello.
Hace poco más de un año, participé en un programa de telivisión catalana titulado "el camino de Santiago" en el que el peregrino hacía una visita por los pueblos por los que pasaba, y en esa visita salgo yo acompañando a dicho personaje en un museo de carruajes antiguos que está adaptado para ciegos.
Eso es lo más parecido al camino de Santiago que he hecho en mi vida.
Espero leer la próxima aventura.

Saludos.

amelche dijo...

Me alegro de que haya hecho buen tiempo, aquí también ha hecho mejor tiempo de lo esperado. Y me alegro de que te haya gustado tu primera etapa del Camino. Yo no he ido nunca, algún día iré.

Un abrazo

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