jueves, 17 de noviembre de 2011

¡¡Gracias!!

Sí, gracias. Gracias a las dos personas que, esta mañana, han hecho posible que mi llegada al trabajo no fuese una odisea y el retraso con el que he fichado no haya sido apenas apreciable.

Y es que eso de desayunarte cuando llegas a la entrada del Metro con que la mitad de tu línea se encuentra cortada, es todo un fastidio, una pu…

¿Qué hacer entonces?

Muchas mañanas me acompaña a llegar al andén una encantadora señora cuyo nombre aún desconozco y cuando coincidimos apenas si intercambiamos unas breves palabras de cortesía y sincero deseo de buenos días. Ella se apea unas estaciones antes que yo. Y, sin embargo, hoy me ha ayudado a no verme solo en el trasbordo que hemos tenido que hacer y luego a salir a la calle para acabar el periplo andando, bastón en ristre, paloteo va, paloteo viene, y lo ha hecho regalándome su tiempo, dando un rodeo innecesario para ella, brindándome sus ojos y su mano para guiarme.

Me ha dejado encauzado en la acera por la que debería transitar una serie de travesías.

Y en esas estaba, peleándome con unos andamios, cuando otro señor se ha ofrecido a llevarme hasta mi centro. Parece que él trabaja al lado y cada día da ese paseo matinal (para no escuchar a su médico la monserga de que ande _me ha dicho_) al que yo hoy me he visto obligado a hacer.

Quiero compartir y poner en valor aquí la acción de estas dos buenas personas anónimas y expresar alto y claro que, en medio de las prisas en las que se está inmerso a unas horas tan tempranas como ésas, ha habido quien ha estado dispuesto a detenerse y ayudarme. ¡Cómo no darles las gracias! Cierto es que no he visto cuál sería su físico, pero sí he percibido, con claridad, que su corazón era grande, hermoso y lleno de luz.

De no haber sido por ellos dos, hoy yo habría llegado a trabajar mucho más tarde y, sobre todo, con una gran tensión acumulada ante la necesidad de romper mi itinerario habitual.

Y si a mí tanto bien me han hecho, ¿cómo negarme yo a ayudar a quien quiera que me lo pida pudiendo hacerlo?

3 comentarios:

silvia zappia dijo...

es como la canción de fito páez:
"quién dijo que todo está perdido?/ yo vengo a entregar mi corazón..."


abrazo, Alberto

Anónimo dijo...

Siempre es bueno saber que hay alguien dispuesto a brindarnos una mano cuando lo necesitamos.
Y es muy plancentero el poder ayudar a la gente.
Besos Alberto
cns

Momentos dijo...

Cada vez más me gusta más asomarme a tu blog, Gracias por tus escritos, por tu sensibilidad al escribir. Un beso.

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