Quienes me leyerais el otro día, al hacer mi pequeña crónica del último viaje que he llevado a cabo, recordaréis que hablaba de Spreewald como el paraje que más me había gustado por su encanto y frescor.
Pues bien, una vez recibida una imagen que lo representa, quiero abundar en él para invitaros a que lo visitéis y disfrutéis tanto como lo hice yo.
Cerca de 100 kilómetros al sudoeste de Berlín, en el estado federado de Brandeburgo se encuentra la región Spreewald, un paisaje natural único en Europa. Con cerca de 75 kilómetros de largo y hasta 15 kilómetros de ancho forma una baja tierra alargada. Innumerables corrientes de agua atraviesan una zona fluvial cubierta de bosques y prados y el río Spree toma carácter de un delta interior. Spreewald surgió hace cerca de 20.000 años después de la última glaciación, cuando se formó el río Spree en un laberinto de casi 1.000 kilómetros de pequeños ríos. Desde muchos lugares salen tradicionales viajes en barca hacia el laberinto de agua, que atraen a miles de visitantes. Las numerosas pequeñas granjas isleñas en la “Venecia del campo” están conectadas unas con otras a través de pequeñas y grandes vías fluviales. En las casas de 200 años de antigüedad se reviven las costumbres y el artesanado de tiempos pasados.
A través de la creación de la biosfera, con una superficie de 474 Km² y reconocida por la UNESCO, se ha hecho posible conservar, tanto para el hombre como para la naturaleza, este único paisaje modificado por el hombre con sus finas redes de aguas, campos, prados y bosquecillos. Quien quiera descubrir la región Spreewald por cuenta propia, puede rentar una piragua o canoa o explorar la región a través de las muchas ciclo-vías y senderos de excursión. En bote propio no se debe renunciar a la orientación. Ofertas de excursión y mapas fluviales se ofrecen en todos los lugares de alquiler de botes. Los canales de la Spreewald no sólo sirven de diversión para los visitantes. Los aldeanos del centro de la Spreewald utilizan las vías fluviales para ir a trabajar o hacer compras.
Spreewald se enriquece por el patrimonio cultural de los sorbos y eslavos con sus costumbres eslavas. Ellos fueron los primeros colonos en esta región y una población de ascendencia eslava Su lengua y cultura se conserva aún hoy y se puede vivir desde muy cerca en numerosas fiestas. En la mayoría de los lugares en Spreewald se habla alemán y sorbio. El encanto de la sencillez y belleza natural es lo que hace a Spreewald tan atractivo. Los manjares se preparan casi exclusivamente con productos de la región. ¿Y quién no conoce los famosos pepinillos de Spreewald? Se deben probar frescos o llevárselos a casa encurtidos en frascos.
Encanto urbano encuentran los visitantes en Cottbus, la segunda ciudad más grande de Brandeburgo. Casas burguesas adornadas lujosamente caracterizan el casco antiguo. El teatro estatal presenta el estilo Jugendstil tardío en su perfección y brilla con escenificaciones exigentes y conciertos. Para los fanáticos de la jardinería es casi un deber visitar la vega del Spree. Aquí se encuentra el parque Branitz del príncipe Pückler con sus pirámides únicas en Europa, una obra maestra de la jardinería alemana del siglo XIX. El príncipe Hermann de Pückler-Muskau comenzó en 1846 con los costosos trabajos y estuvo seguro de que lograría conseguir una naturaleza estética y que ésta se convertiría en su obra maestra. Efectivamente lo logró con éxito. Cuando murió en 1871, fue enterrado en la pirámide del lago de Branitz, tal y como fue su último deseo.
Pues bien, una vez recibida una imagen que lo representa, quiero abundar en él para invitaros a que lo visitéis y disfrutéis tanto como lo hice yo.
Cerca de 100 kilómetros al sudoeste de Berlín, en el estado federado de Brandeburgo se encuentra la región Spreewald, un paisaje natural único en Europa. Con cerca de 75 kilómetros de largo y hasta 15 kilómetros de ancho forma una baja tierra alargada. Innumerables corrientes de agua atraviesan una zona fluvial cubierta de bosques y prados y el río Spree toma carácter de un delta interior. Spreewald surgió hace cerca de 20.000 años después de la última glaciación, cuando se formó el río Spree en un laberinto de casi 1.000 kilómetros de pequeños ríos. Desde muchos lugares salen tradicionales viajes en barca hacia el laberinto de agua, que atraen a miles de visitantes. Las numerosas pequeñas granjas isleñas en la “Venecia del campo” están conectadas unas con otras a través de pequeñas y grandes vías fluviales. En las casas de 200 años de antigüedad se reviven las costumbres y el artesanado de tiempos pasados.
A través de la creación de la biosfera, con una superficie de 474 Km² y reconocida por la UNESCO, se ha hecho posible conservar, tanto para el hombre como para la naturaleza, este único paisaje modificado por el hombre con sus finas redes de aguas, campos, prados y bosquecillos. Quien quiera descubrir la región Spreewald por cuenta propia, puede rentar una piragua o canoa o explorar la región a través de las muchas ciclo-vías y senderos de excursión. En bote propio no se debe renunciar a la orientación. Ofertas de excursión y mapas fluviales se ofrecen en todos los lugares de alquiler de botes. Los canales de la Spreewald no sólo sirven de diversión para los visitantes. Los aldeanos del centro de la Spreewald utilizan las vías fluviales para ir a trabajar o hacer compras.
Spreewald se enriquece por el patrimonio cultural de los sorbos y eslavos con sus costumbres eslavas. Ellos fueron los primeros colonos en esta región y una población de ascendencia eslava Su lengua y cultura se conserva aún hoy y se puede vivir desde muy cerca en numerosas fiestas. En la mayoría de los lugares en Spreewald se habla alemán y sorbio. El encanto de la sencillez y belleza natural es lo que hace a Spreewald tan atractivo. Los manjares se preparan casi exclusivamente con productos de la región. ¿Y quién no conoce los famosos pepinillos de Spreewald? Se deben probar frescos o llevárselos a casa encurtidos en frascos.
Encanto urbano encuentran los visitantes en Cottbus, la segunda ciudad más grande de Brandeburgo. Casas burguesas adornadas lujosamente caracterizan el casco antiguo. El teatro estatal presenta el estilo Jugendstil tardío en su perfección y brilla con escenificaciones exigentes y conciertos. Para los fanáticos de la jardinería es casi un deber visitar la vega del Spree. Aquí se encuentra el parque Branitz del príncipe Pückler con sus pirámides únicas en Europa, una obra maestra de la jardinería alemana del siglo XIX. El príncipe Hermann de Pückler-Muskau comenzó en 1846 con los costosos trabajos y estuvo seguro de que lograría conseguir una naturaleza estética y que ésta se convertiría en su obra maestra. Efectivamente lo logró con éxito. Cuando murió en 1871, fue enterrado en la pirámide del lago de Branitz, tal y como fue su último deseo.
2 comentarios:
Encantada de conocerte. Dices que eres ciego total,todos somos ciegos parciales, pero a veces somos totalmente ciegos. Tomo nota de los libros que has leido, poque coincidimos en varios y me gustan los títulos de los que deconozco, me fío de tí, sé que serán buenos. Me gusta tu perfil y te agradezco que hayas entrado en mi blog. Saludos.
Aunque como Venecia no hay nada, no le haría ascos yo a ir a un sitio así...Mua!
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