domingo, 1 de agosto de 2010

Berlín y Praga: la Historia bajo mis pies

Sí, en efecto; ya volví de ese viaje que anuncié el pasado viernes. Una semana y ya ha finalizado. Otro viaje que contar, otro periplo a mis espaldas de homo viajerus frustrado.
Aquí van mis impresiones, alejadas de toda guía o libro de viajes, flashes luminosos de ciego, iluminado… ¿por quién?:

Creí en un principio que visitar Berlín y Praga en apenas cinco días sería precipitado pero la buena organización, la entrega y la maestría de Paloma y Alfonso, nuestros guías hicieron posible, no sólo que pudiésemos recorrer los lugares principales, si no que aún parásemos en un par más de enclaves germanos: Spree Walt y Dresde.
Pisar la Historia trágica del siglo XX en Berlín, tocar el cartel en relieve que recuerda la existencia del muro de la sin razón, atravesar la Puerta de Brandemburgo, escuchar los testimonios dramáticos de las víctimas del Holocausto y pisar la plaza en la que se cometió otra ignominia, un lejano 10 de mayo: la gran quema de libros en la berlinesa Bebel Platz. Estar tomando un helado en Dresde bajo la atenta mirada de un Lutero seguramente sorprendido al contemplar cómo tres ciegos españoles miran y ríen, recorrer la carretera por la región de los Sudetes, pensar que aquellos escenarios fueron destruidos por el huracán de las guerras y, sin embargo, ahora han sido vueltos a poner en pie. Deambular por las calles que Frank Kafka recorriera, atravesar el majestuoso puente de carlos y la Ciudad Vieja de la capital checa, su Barrio Judío y su catedral de San Vito … fueron momentos de emoción. Sentía que yo estaba allí, que me impregnaba de un pasado tantas veces contemplado en libros y películas. Pero también, pisar, patear laAlexander Platz, con su majestuosa torre, y recordar la serie televisiva que la ambientaba cuando yo aún veía, surcar las aguas del Moldava y pasar una tarde de domingo recorriendo el pulmón verde de Berlín, fantasear con el pedaleo en bicicleta por sus veredas sombreadas, además de contemplar el vanguardismo de los edificios en la Postdamer platz.
La música fue otro de los protagonistas de esos días. Un concierto de órgano en la catedral de Berlín, otro con trompeta e instrumentos de cuerda interpretando a maestros judíos en la Sinagoga española de Praga, un coro en la iglesia Kaiser, los sones de campanas de relojes y mucha música callejera desde un organillero que nos seduce en Praga hasta un trompetista que nos cautiva en Dresde.
Mi perspectiva de la capital alemana: es una ciudad difícil para orientarse una persona ciega por la amplitud de sus espacios, sus plazas y avenidas, exentas de referencias. En cambio, Praga parece más manejable. Sin embargo, ésta me pareció en exceso masificada por bulliciosos grupos de turistas jóvenes.
Lo que más me gustó… Spree Walt, un lugar interior de vacaciones a 100 kms. De Berlín, en dirección sudeste. Es una especie de estuario en el que el río Spree se ramifica y por el que pequeñas canoas de madera lo surcan. Es el pueblo de los pepinillos, ¿cómo pensar que puedan organizarse visitas guiadas en torno a esta hortaliza? Mis manos tocaban el agua, sentían cómo eran refrescadas por un espejo cristalino mientras cuerpo y mente eran mecidos, en medio del silencio del bosque acompañado del trinar de pájaros, por la canoa, una barca de madera que podría haber sido construida por mi buen sr. Rafael, hombre que vierte sus sueños preññados de bondad, en el modelado de réplicas marineras desde la más pequeña soportada en una pinza para la ropa hasta el más elaborado galeón.
En cuanto a la accesibilidad, nos encontramos con la sorpresa de que debimos haber reservado con mes y medio el poder tocar maquetas en el Parlamento (¿cómo saberlo?). A cambio, pudimos sortear las colas de gente y solicitar de forma gratuita audioguías en espacios emblemáticos. Eché de menos la presencia del braille, eso sí; no sé si porque no lo había o porque no estuvimos allá donde los puntitos mágicos se habrían dejado tocar.
¿Y las anécdotas, el humor? Cómo no, también las hubo. Un curioso botoncito en el respaldo del pasajero delantero de los aviones de Lufthansa que cual tripa de Jorge, se estira y encoge mientras un dedito queda pillado. Una simpática máquina secamanos que cuando la saludas te obsequia con una toallita. Unas chicas estrafalarias vestidas en plan gótico y que por bolso portan la réplica de un ataúd. La capacidad sorprendente de una camarera para cargar con 8 jarras de cerveza vaya usted a saber dónde las apoyaría, los platos de comida que más que platos parecían plazas de toros, una brocheta de pollo que podría haber sido la espada de aquel Atila, manjares pantagruélicos a base de salchichotas servidas en puestos callejeros, el checo gulas con patatas que más podrían decirse torrijas, copas de helado... La barandilla de un puente plagada de los más variopintos candados, mis manos que ven un descapotable Ford modelo T, haciéndome sentir un caballero de los años 30.
Pero por encima de todo lo anterior, los lugares, la Historia, los monumentos o las chanzas lo más importante fue la complicidad de los cinco que integramos el grupo, el cariño con que fui tratado, los momentos que compartimos en desayunos yparadas turísticas en torno a mesas de terraza regadas de helados, postres típicos a base de manzanas y frutos del bosque además, cómo no, de ese néctar rubio que es la cerveza.
¿Y el próximo periplo? ¿El próximo encuentro?Esperaré la invitación hecha regalo de volver a preparar una nueva aventura, eso sí, con la insoslayable e imprescindible compañía de Alfonso, Paloma, Nuria y Elenita, y quién sabe de qué otras buenas gentes que sepan ponerle color a la vida, ilusión y magia a la realidad. Gracias, siempre por obsequiarme tantos dones.


1 comentario:

Mercedes Pajarón dijo...

Me alegro de tu regreso y de tus andanzas turísticas! Y pensar que todavía te quedan tantos viajes, tantos mapas por recorrer...! Pero ahora, a descansar esas piernas un poquito, ¿vale?

Besósculos domingósculos!

Related Posts Plugin for WordPress, Blogger...