viernes, 10 de octubre de 2014

El valor de valer



Mientras la tarde de este viernes otoñal transcurre gris en el Madrid del ébola y los indignados, yo quiero escribirte y compartir mi anhelo de luz y paz para ti. Porque sí, también en este Madrid de chulapas y castizos, de acogida e Historia, hay mucho más
Sí, el valor de valer. Valor por querer hacerlo (hay que tener valor para atreverse a saltar las barreras de la discapacidad) y valer (ser capaz, conseguirlo).
Mi admirado escritor murciano Paco Rabadán, buen escritor pero mejor persona aún, dijo una vez “no hay nadie por pobre que sea, que no pueda hacer algo por ayudar a los demás”.
Entonces...
Un ciego total que ha de afrontar su día a día en la gran ciudad, que si le sacan de su itinerario habitual necesita hacer un esfuerzo suplementario para llegar a su destino cotidiano, que vive solo, que se da golpes y tropieza con contenedores, motos, andamios…, que tiene no pocas limitaciones... ¿será verdad que puede ayudar?
Yo qué sé.
Aprendes que la tecnología es una buena herramienta y gracias a ella creas un blog y escribes y escribes y te dicen que “vaya crack”, que vaya lo que cuentas...
Y luego te presentan al padre de una chica que murió y que, en su memoria, fundó una ONG para el Desarrollo, que organiza una cena solidaria en el restaurante del Santiago bernabeu y para allá que te vas y que con los que te sientan se sorprenden de tu humor (“¿cómo lo ves?” ¿Cómo lo voy a ver si estamos en el Bernabeu... pues claro, blanco blanco”) y que el libro que publicas y Alaine hacen el milagro de que se pongan placas solares en un colegio de Benín gracias a ti.
Y luego te proponen ir a plantar árboles con la gente de BBVA y para allá que te vas. Claro, como no ves dónde hacer los agujeros ni cómo hacerlos, pues haces lo que puedes, pero allí estás y, no sólo un año, si no que quieren que repitas porque el hecho de estar ya es mucho.
Y te proponen que te ofrezcas como voluntario en Cáritas. No lo dudas, crees que algo podrás hacer, sigues creyéndolo, pero al final no encuentran tu lugar y claro, dejas de hacerlo.
Y luego te enteras de que piden gente, también desde BBVA, para ir a recoger alimentos a Alcalá de Henares y para allá que te vas, pero... tienen ya gente suficiente... es complicado...
Y luego tu admirada Rosa Sánchez te reta a participar en el cubo solidario en pro de Ameder... es complicado... no tengo a nadie que me grabe... pero claro, puede más el valor y una compañera de trabajo y su hija se ofrecen para recoger el guante...
Y aún más, te enteras de que alguien a quien conoces se encuentra rodeada de sombras y tú luchas denodadamente por que sus sombras sean disipadas por el sol de las palabras bonitas, portadoras de ilusión, luz y esperanza, palabras que se asientan en el cariño, la lealtad y el deseo utópico de ser hada de las de varita mágica, aunque sea una quimera.
Valor, valer.
Valor es algo más que una marca de chocolate rico rico, es firmeza y conciencia, enseñanzas aprendidas de tus mayores y de tu tierra soriana. Valer es casi aquello de lo que siempre se dijo “querer es poder”. Valer no es un precio que ha de pagarse por hacer.
Más aún.
Valor tienen las personas que confían en mí creyendo que valdré para hacer algo y valor también es el que le doy, enorme, a aquellas pequeñas cosas que pueda hacer y que percibo sirven de algo, valen.
Vale la pena seguir empeñándose en valer y en tener valor.
Cómo no voy a querer ayudar si yo necesito tanta ayuda... Pero… es tan poco lo que hago…
Sonrío a quien me saluda, doy gracias a quien me ayuda, me esfuerzo por ayudar con mis actos y capacidades de discapacitado visual grabe.
Me gusta hablar en público y mostrar las capacidades de una persona discapacitada, mostrar que si yo lo hago, los demás, también pueden hacerlo. Compartir, aprender, soñar, vivir.
Hoy se ha concedido el Premio Nobel de la Paz  a Malala, aquella niña pakistaní que hace dos años, con 14, fuera brutalmente agredida por ir a la escuela. Ella sí que tuvo valor. Es magnífico su testimonio heroico.
Claro, ni yo soy ningún héroe ni nada por el estilo, tan solo soy alguien que quiere hacer de este mundo un hogar más cálido en el que vivir, en el que todos tengamos cabida y seamos tratados con cariño. Discapacitados con grandes problemas, ancianos olvidados, solitarios excluidos de todos.
Valer. Valor. Como dijera también Rosa Sánchez en su último artículo: “tú puedes, tú lo vales y, lo sé de buena tinta, lo vas a conseguir”.
Permíteme sentir el valor que es ayudar, déjame creer que valgo. ¡Va por ti!
   




2 comentarios:

Rosa Sánchez dijo...

Hermosa reflexión, Jesús Alberto Gil Pardo, para enmarcar, de premio nobel. Tus palabras son un guiño a la ESPERANZA, a la AMISTAD, al AMOR INCONDICIONAL con mayúsculas... un guiño, un soplo de aire fresco, una caricia, a la VIDA misma. Esa vida que, pese a las injusticias, pese a las barreras, pese a las mentiras y traiciones, pese a todo... vale la pena vivir con ilusión y alegría. Hoy comentaba con Pastori una reflexión de Iker Jiménez. Hay un Dios que es quien se encarga de tocar los corazones en pro de un mundo mejor. Un Dios de Verdad y Justicia. Supo lo que hacía cuando te envió a ti a la tierra. Tú te encuentras entre las personas más integras, nobles y leales que he conocido. Lo sabes bien. Gracias por las referencias sobre mi humilde persona. Sabes que aprendo de ti. Haces grande lo que tocas porque actúas desde el corazón. Gracias. Gracias siempre. Por cuanto haces. Por ser tú mismo. Por ser como eres. Un abrazo emocionado y agradecido.

Alberto dijo...

Querida Rosa, gracias a ti por hacer posible que mi valer se asiente en tu valor. No lo dudes... como diría aquél... "Nena, tú vales mucho", jejejejejejejeje. Besazos valiosos

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