viernes, 5 de septiembre de 2014

De laberintos e hilos de Ariadna



Buenas tardes:
Desde el más profundo cariño, adelanto mi primer esbozo poético de la nueva temporada, con la intención de ser la Ariadna que a Teseo rescató del laberinto. Ojalá te ayude, pese a no tener varitas mágicas. Va por ti, Figura magnánima. ¡Siempre adelante! Tú puedes, tú vales y lo sé de buena tinta: ¡lo vas a conseguir!

De laberintos e hilos de Ariadna

Cantarte quiero este poema, que no es poema si no súplica, figura grande;
Alma de exóticos perfumes y palabras prohibidas.
Del oscuro laberinto, con el hilo de mi entrega
A sacarte aspiro,
 y devolverte así, la luz del más hermoso horizonte.

Te perdiste mientras creías que te quería,
Pero, ah, qué equivocada estabas.
Tan solo por su egoísmo te buscaba.
Seductor de humo y clichés,
Sirena cruel, de canto con sabor a vino añejo.

¿Y ahora? Ahora se cansó de cantar,
Dejándote a ti en lo más profundo del dolor y la traición.
Creyendo que a su merced te tiene
Para cuando, su capricho desee, volver a seducirte.

Hay salida, mariposa guapa de rizos deseados.
Yo te la mostraré.
Deja que mis dedos de llama sean las miguitas
Que hasta ella te conducirán.
Ciego amigo, ciego tuyo que orientarse sabe.

No tengas miedo, no dejes apagar el fuego de tu genialidad creadora;
No sientas frío, que la brisa cálida te hará volar;
No vuelvas con él, que el agua será cascada refrescante que saciará tu sed;
No dudes, tú puedes, tú vales y la tierra, Madre fiel, te entregará la magia del placer.

No paseas sola, estoy contigo, cogido de tu brazo;
No sufres sola, mi dolor tatuado en heridas que jamás cicatrizan, sabrá ser bálsamo de hada buena;
No estás sola, no necesitas de músicas oscenas para saludar a la aurora;
No huyas sola, los duendes y el tiempo son legionarios guardadores de tu dicha.

¿Lo ves? ¿Lo sientes?
Ya no existen laberintos negros ni oscuros pozos.
¡Lo conseguiste! Albricias de corazón, de alegría, henchido;
Ríe, canta, grita:
¡Eres feliz! ¡Eres la de los pétalos de suave terciopelo.
¿Y él?
Él nada es. Tan solo una miserable espina que ni tan siquiera, para hacer daño sirve.










  

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