Hace ya tres semanas escribía mi último correo veraniego.Sí,
parece mentira pero ya han pasado y aquí estoy ya de vuelta. De vuelta y con
ganas de contar, contar aventuras, emociones ysorpresas. Tres semanas de
encuentros, paseos, agasajos y experiencias, en fin.
Y es que para todo eso ha dado mi estancia en Fuentestrún,
mi pueblo.
Las fiestas con su pregón y sus buenos deseos de alegría,
aunque la música y el calor no me dejasen dormir. La tarde de libros y lectura
que, por primera vez, se organizaba y que tuvo como protagonista a Huellas de
Luz, un acto cargado de emotividad y evocaciones machadianas. Los paseos en pos
de miradores y peñas con aires de leyendas y castros prerromanos. El turismo a
Fitero y Tarazona, donde además de disfrutar viajando, ejercí de ciego
reivindicativo al encontrarme, cómo no, con una estupenda vitrina cubriendo la maqueta
de un monasterio. Y sentirme, por un instante, como aquel campanero de la copla
al tañer la santa Bárbara y su hermana tras suspense por si el ciego se
descalabraría o no subiendo a la torre.
La espera de la
familia y amigos para recibirme haciéndome sentir importante, con sus
felicitaciones por Huellas de Luz. El apoyo de Alejandro como guía y
conversador. La generosidad de Angel para implicarse en esa mesa redonda en la
que la literatura sería el puente hacia los sentimientos. Mi hermano y cuñada
Emilia volcándose para que las cosas saliesen y saliesen bien. Vicente queriendo
que predicara con el ejemplo animándome, alentándome. Pablo, con su serena
sabiduría enseñándome que el mal necesita hacer ruido para destacar frente al
bien, que no hace ruido porque ni hasta eso quiere, haciendo cercanos a quienes
partieron al país de los sueños. Y tantos y tantas más.
Con Alejandro, al atardecer, recorría caminos en pos de
lugares nunca pisados por mí, mientras él me hacía de brújula marcándome puntos
cardinales y pintándome paisajes agostados, anunciando un otoño anticipado.
Con Ángel me emocioné al comparar versos de aquel
poeta sevillano que descubrió el amor en la Soria de olmos y barbacanas con los
relatos que son mi primer libro. Un éxito al que no pude resistir que Louis
Braille y su código tuviesen presencia, leyendo uno de mis relatos en mi pueblo
y entregando al Alcalde un volumen de Huellas. Sé que el maestro francés estuvo
allí, en el lugar donde hace 40 años yo aprendía letras y cifras.
Y cómo no, todos esos brazos que fueron mi apoyo para sentirme
bien, saberme persona mientras me conducían al bar para tomar una cerveza o a
la sombra del parque arbolado que antes fueran eras de trilla.
Fue hermoso, sentir el calor del bronce de la campana,
recibir sus vibraciones después de haber escuchado sus sones.
Fue curioso asomarme al mirador en San Felices desde donde
se divisa el horizonte de sierras y vegas recordando mi infancia de niño ingenuo
cuando mi padre me decía que cierto albañil había colocado un gran pedrusco y
cómo yo le creía, figurándome que aquél sería un gigante.
Fue sobrecogedor enfrentarme al viento del norte, al cierzo,
por los parajes mientras mi padre y yo avanzábamos firmes cuesta arriba, él con
sus 83 años recién estrenados y yo con mi ceguera intrépida.
Y, en definitiva, fue inolvidable esos platos deliciosos,
con sabor a auténtico, con tacto de madre maestra y oído de sartenes y perolas
repletas de manjares con nombres de migas con uvas y chorizo, ciervo estofado o
tarta de queso fresco y mermelada.
Este fue mi verano soriano, el verano en que hubo quienes, a
mis 46 años, me descubrían por fin. Y digo yo, ¿no era hora ya, acaso?
4 comentarios:
Me alegro de que lo pasaras tan bien. Disfruta de Asturias.
Un abrazo
Hola Bertiño: Me tragué de un sorbo la entrevista de RN y me encantó. Lo que sabia, es que vivias en Madrid y ello me alegró, dado que el próximo 4 de octubre (Dios mediante) presento en Madrid un poemario, y me encantaría que estés ahi como amigo. Si deseas puedes venir con amigos, dado que necesito quórum. Volviendo a la entrevista, pienso que es muy positiva y es un gran punto referencial no sólo para los ciegos, sino tambien para los videntes. Un abraciño,
Rosa María Milleiro
Ana, sí que lo pasé bien, sí. Y ahora ya con el curso recién estrenado. Que sigamos contando.
Besitos de luz.
Rosa, claro que iré a escucharte y conocernos personalmente, por fin. Ya me dices la hora y lugar del evento.
Besiños de verso suelto y estrofa larga.
Hooooooolaaaaa!!!! De vuelta a un curso nuevo, ¿con las pilas cargadas?, ya he visto que has tenido un buen verano y unas excelentes vacaciones, me alegro, hombre, además de visita a Tarazona, seguro que te encantoooooo, menuda catedral y tantas cosas mássss, estoy muy vinculada a esa bonita y acogedora ciudad.
Besicos de nuevo cursoooo.
María
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