viernes, 28 de septiembre de 2012

Se nos había olvidado la lluvia


Se nos había olvidado la lluvia y, de repente, nos ahogamos.
Tantos meses deseando que el cielo se limpiara de humos y gases, y hoy parece que vaya a caerse de tan limpio. ¿Querrá, gracias a ella,  enjuagar la tristeza de tanto derrotismo a base, no de sollozos, sino de lágrimas convulsas sin fin?
Llueve, llueve y llueve como en aquel Singapur de mi amigo Paco, sí, el  de su “Día que fuimos dioses”.
Y yo sin paraguas. Y yo zambullendo mis pies en esos charcos que son lagunas. Y yo recibiendo el baño que me lanzan autobuses y coches mientras espero a que el semáforo se ponga verde para mí, aunque para mí siempre sea invisible su color.
Claro, llevar con la mano derecha el bastón y con la izquierda el paraguas. ¿Con qué mano tomaré entonces el brazo de esa guapa chica que saldrá a mi encuentro para regalarme la promesa de una cita soñada? No, no, mejor me mojo y aguardo a que surja la invitación, por si acaso. ¿Que no surje? Ah, te… refrescas de calores y calenturas calenturientas. Bueno, que el gorro impermeable hace también lo suyo, no vayan a creer.
Pero, qué afortunado soy: no necesito salir de casa esta tarde de viernes, dispongo de un hogar en el que guarecerme, no viajaré por esas carreteras que hoy están cortadas a causa de tanta lluvia, no me salvaré, por los pelos que no tengo, de morir aplastado por ese puente que se hunde en cierta autopista.
Claro, se nos había olvidado la lluvia. Los sumideros de las calles no pueden bebérsela tapados como están tras siglos sin tragarla; se escucha el lamento de todo el mundo porque ya se sabe: nunca llueve a gusto de todos.
Se nos había olvidado cómo suena la lluvia, mientras rebota contra el voladizo que la maestría de mi padre supo dejar en el ventanal del salón de mi casa; del ritmo monocorde de su goteo constante; o del ruido al ser salpicada por el tráfico en las calles de este Madrid.
Y yo, mientras recupero su memoria, fantaseo con románticos encuentros acompañados de su música o excursiones en pos de suculentas setas que luego se cocinarán al calor del cariño de la madre. Claro que, un ciego cogiendo setas…  no sé yo. Y, si encima son de cardo… uuuummm.
Se nos había olvidado la lluvia.


5 comentarios:

amelche dijo...

Se nos había olvidado, pero ha caído el diluvio universal sobre las 5 y las 7'30. Y me ha impresionado ver en las noticias el puente de la autovía partido en dos, con toda el agua marrón desbocada corriendo por debajo y una furgoneta blanca que estaba al borde del precipicio, se ha librado por los pelos, la rueda de detrás ya tocaba el borde por donde se ha partido la autovía. Y, si no se acaba de caer ese trozo de puente, no sé cómo van a sacar la furgoneta de ahí, porque se ha quedado en un tramo doblado hacia arriba, con lo cual, hacia delante tiene una buena pendiente y detrás tiene el abismo, así que, no puede tirar ni para atrás ni para adelante. Supongo que estará con el freno de mano para que no se caiga. Como no sea con un helicóptero, de ahí no la rescata su dueño.

Además, por esa autovía he pasado muchas veces, porque es el paso natural desde aquí a Andalucía. Así que, también me ha impresionado por eso.

Cuídate. Un abrazo:

Ana

FRANCISCO RODRIGUEZ TEJEDOR dijo...


Ja, ja, ja, amigo Alberto. Sabes que me gusta la lluvia un montón. La de Singapur y la de aquí. He disfrutado a rabiar con este texto tuyo, tan diferente, me parece a mí, a lo que hacer habitualmente. Qué bien escrito está, lleno de gracia, de ironía, de detalles. Te veo muy en forma últimamente, amigo. De lo cual me alegro y, al mismo tiempo, me produce una envidia sana que me anima a continuar a tope. Un fuerte abrazo y espero que te hayas secado ya. Me dicen que mañana hará sol, ja, ja, ja,

Alberto dijo...

Ana, así es. Me impresionó la noticia del puente y me imaginaba la furgoneta colgada según lo contaban en la radio y ahora tú me la cuentas también.
La verdad es que es muy fuerte la cosa y por eso me ha dado por escribir este texto.
Mucho ánimo y ahí seguimos.
Buen fin de semana y ten cuidado.
Besitos de luz.

Paco, ya se sabe... después de la peor de las tormentas siempre acaba saliendo el sol.
Creo que eso de que estoy inspirado últimamente, viene de cierta comida mexicana que disfruté en excelente compañía. De ahí viene la cosa.
Me alegro de que sea un estímulo para ti lo que yo pueda ir haciendo y es un orgullo que me pongas de ejemplo ante tu hijo. Qué pasada.
Ale, que ya espero tu próximo libro.
Un abrazote y no olvides cierta deuda, ¿eh? jejejje.
Buen finde.

Tiempo Terapéutico dijo...

Linda reflexión Alberto y cómo nos graficas con tus palabras tus vivencias tan personales...
Aunque se nos olvidó la lluvia, de pronto su presencia nos recuerda que también tiene su función y que nada puede ser eterno ni definitivo (el calorcito)... tendremos que irnos recogiendo y guareciendo que también es bueno. Un abrazo!
Lili.

Rosa María dijo...

Cuando se te olvide la lluvia, no tienes más que venir a Galicia. En ella encontrarás de todo; lluvia, sol, viento templaza y setas¡
Sabes que el próximo 4 (Dios mediante) tenemos una cita en la presentación de mi poemario: PASEO MIS PIES DESNUDOS....
Es la primera vez que presento en Madrid, espero tener un día bueno concerniente a todo lo que conlleva el momento.
Un abraciño y hasta entonces.
Rosa María Milleiro

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