Mientras España se prepara ojalá que para darnos otra
alegría, yo os mando otro de mis relatitos.
Supongo que por eso de que estamos metidos ya en pleno
verano, ha salido más ligero y chispeante. Al menos, esa ha sido mi pretensión.
Bueno, a sonreír y a disfrutar.
Buena semana, para mí especial y llena de emociones por la
presentación de Huellas de Luz. Sé que vais a estar ahí, a mi lado para darme
ánimos y celebrar mi bautismo literario con vuestro cariño de siempre.
Un gran abrazo.
-¡Paliativa! ¡Paliativaaaaa! ¿Quién es Paliativa? Señora Paliativa,
¿dónde está?
-Yo soy, ¿pasa algo? ¿Ofendo, acaso? Qué pesao.
-No, no. Es que yo soy un candil, bueno, en realidad, mi
nombre completo es Zas Candil.
-¿Y eso?
-Pues porque mi misión es llevar luz de acá a allá, de noche
en noche, de oscuridad en oscuridad y…
¡zas!
-Sí, zas Candil. Jejejejje. Pues yo, a mitigar y suavizar.
Eso es lo mío.
-Miti ¿qué?
-Sí, hacer que duela menos.
-¿Doler? ¿El qué?
-Pues por ejemplo cuando algún incauto que va por ahí, por
cerros y llanuras, se quema cuando se topa con vos.
-Oiga, oiga. Que conmigo nadie se topa ni se quema, si acaso
se alumbra.
-Pues… sin ir más lejos esta mañana he tenido que
“paliativizar” a un señor que, amante del ahorro, en vez de ayudarse de una
lámpara en su cueva, se ayudó de un colega suyo y, oiga, no vea cómo llevaba
los dedos. Parecían fresones henchidos de lo rojos que los traía y lo gordos
que se le habían puesto. Menos mal que he empezado a besárselos con mi lengua
de cremoso gel y ha comenzado a mejorar.
-Bah, paparruchas. Algún torpe, que siempre han de haber
domingueros de la luz.
-Bueno, ¿qué me quería antes con tanto llamar y
chisporrotear?
-Ah, pues que… Que me duele mi piel de latón y, a lo mejor,
usted, sabía cómo bruñirla para que cuando mi dueño me pone en marcha no me dé
tantos golpetazos.
-Ah, ¿y qué hará usted por mí, a cambio?
-¿YO? No sé, igual puedo ayudarla a que cuando tenga que
ponerse a trabajar, lo haga más segura y con más eficacia.
-No me venga con palabrería de candil masterizado en
universidades del hueco lenguaje empresarial. Que a mí me va hablar clarito y
finito. Así que, ¿en qué me va a ayudar de verdad? Vamos, diga algo que me
convenza, que si no se queda con sus abolladuras…
-Abolla ¿duras? Si yo las únicas cosas duras que conozco son
las curvas de la estatua sobre la que últimamente me suelen colgar con eso de
la crisis.
-Aún me va a hacer
reír y todo.
-Ah, por cierto, ha hablado antes de lengua. Me gustan las
lenguas y si son de fuego, más. ¿Ha probado las lenguas de fuego alguna vez?
Son de un calentito…
-Yo, las únicas lenguas que conozco son las de los pobres
mortales que cuando vienen a mí, aúllan, gritan, rugen.
-Y luego están las de gato que son como de chocolate.
-¡Lenguas de gato de chocolate! Semejante idiotez. ¿Cómo va
a tener un gato una lengua de chocolate? Será de carne, como las de todos.
Que sí, que sí. Que un día que me llevaron a una pastelería
me acercaron a una caja y pude leer en ella ese nombre.
-Qué cosas tiene, señor Zas.
-Bueno, pero ¿quedamos en concordia? ¿Usted me bruñe y yo la
alumbro.
-No sé, no sé. Que me huelo engaño oleoso por su parte. Y a
mí, el aceite de candiles no me va, me va más el de aloes y cantuesos.
-Cómo es. ¿No me palia, entonces?
-Si quiere palios, váyase a iluminar a la custodia de Toledo
y tendrá palio.
-¿De Toledo? Si yo lo único que conozco de Toledo son los
mazapanes y anguilas de yema.
-Me da que es algo golosón.
A esta mención, el aludido Zas refulge cual luciérnaga. Se
ve que doña Paliativa ha dado en la mecha.
-Y usted, ¿no es golosa?
-Pero cómo voy a ser golosa. Lo que tengo que ser es dulce
para sanar.
-Pues eso, lo que yo digo. Que aún me la comeré, rica rica.
-Ale, quédese con sus bollos que yo me voy a curarle a esa
niña sus rodillas que mire cómo se le han puesto tras caerse de la bicicleta.
-Claro, si me hubiera llevado a mí en vez de a ese birrioso
faro, no se habría chocado contra el coche. Pero, oiga oigaaaaa.
Nada, que Paliativa se ha marchado con la niña y nuestro
pobre Zas Candil se ha quedado a dos velas; no, a dos velas, no. Que él cera no
tiene. Así que… “lágrimas de aceite corren por su piel.”, como diría la
canción. ¿O no decía así? Pppprrrrssssshhh pppppprrrrsssssshhhhh.
Ooooooh, y el pobre Zas candil que se apaga solo
ssooooooolo. Y la engreída grumosa rebosante reboza a la traviesa Mariquilla, la ciclista reina
de la pista. Eso sí, hoy una reina llena de chichones, moratones y heridas.
3 comentarios:
Hola, alberto.
Pues sí, mientras España se prepara para darnos otra alegría, yo así lo espero, paso a saludarte, a felicitarte y a desearte mucho éxito en la presentación de tu libro, al tiempo que he disfrutado leyendo tu nuevo relato bañado de humor... ¡Te admiro profundamente por la facilidad de expresión y gracia para explicar toda una historia, como es la del candil!
Que tengas una feliz semana.
Abrazos...
Piedad.
Alberto, mucha suerte en la presentación de tu libro, seguro que brillas como la estrella más grande y esa luz anima a luchar por lo que uno o una cree.
Besicos.
María
Piedad, muchas gracias por tus buenos deseos y tu admiración, no sé si merecida.
bueno, ahí estamos tratando de animar el cotarro y dar color.
Un abrazote de luz.
María, mi estrella sois vosotras que tanto os preocupáis por mí. Y sois una estrella muy brillante que me dais muuuuucha luz.
Seguro que con vuestro apoyo, saldré con bien del lío de esta tarde.
Muchos besicos también para ti.
Cuídate y sigue ahí, que eres muy importante para mí.
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