miércoles, 30 de noviembre de 2011

Recomendaciones narrativas diciembre 2011


Llega un tiempo en el que escribir a los Reyes Magos y regalar. Por si os sirve, relaciono unas cuantas referencias bibliográficas que a mí me parecen interesantes.

Espero haber tenido buen ojo en la selección.

A vuestra salud.

COMPAÑERAS DE VIAJE

Soledad Puértolas

Ed. Anagrama, 2010

Cuentos y relatos

Las circunstancias pueden ser muy distintas, la mujer puede encontrarse en el coche que conduce su marido camino del veraneo familiar, o en un tren hacia un Londres enigmático donde le esperan empleos de cuidadora de niños, o en una ciudad californiana, donde el marido acude a la universidad mientras ella, ociosa, se busca ocupaciones, o en París, Nantes, Turín o Seúl, o en un velero que compite en unas regatas... Esta mujer, personaje secundario, la acompañante del viajero, toma de pronto la palabra y nos da su interpretación, o el mismo narrador se fija en ella y la convierte en la verdadera protagonista de la historia. El lector acaba por descubrir en el interior de estas mujeres soñadoras, inquietas y temerosas un extraño empeño, una rara obstinación por ser ellas mismas, signifique eso lo que signifique.

EL ESPEJO NEGRO

Alfonso Domingo Álvaro

Ed. Algaida, 2011

Novela de intriga

Jerónimo Díaz, un joven pintor anarquista exiliado al final de la Guerra Civil, recibe el encargo de copiar un enigmático cuadro de El Bosco, una obra que aparece y reaparece misteriosamente a lo largo de la historia y que el rey Felipe II tratará de adquirir en el siglo XVI. Su trabajo se verá interrumpido por la invasión alemana y Jerónimo acabará –como miles de compatriotas- en un campo de concentración nazi. Más de sesenta años después, Javier Carreño –un especialista en la obra de El Bosco– es designado comisario de una magna exposición que se celebrará en el Museo del Prado. Pero cuando conoce a Jerónimo Díaz, lo que en un principio era un trabajo metódico y burocrático se convierte en la gran aventura de su vida: una aventura de final impredecible.

LA FORMA EN QUE ALGUNOS MUEREN

Ross Mcdonald

Novela de intriga

RBA Ediciones, 2011

Tras las elegantes avenidas de Los Ángeles, escondido en sus angostos callejones y en los patios traseros de casas aparentemente decentes, existe un submundo de violencia y tráfico de drogas que día a día se lleva por delante la vida de propios y extraños. El detective privado Lew Archer conoce muy bien qué se mueve entre bastidores en tan sórdidos ambientes, y por ello recibe el encargo de encontrar a la dulce Galley Lawrence, una joven enfermera que ha desaparecido de su hogar. A medida que vaya avanzando en su investigación, Archer irá desentrañando una historia casi increíble que relacionará a Galley con el crimen organizado, una terrible verdad que la familia de la chica jamás estará preparada para conocer.

HABITACIONES CERRADAS

Care Santos

Ed. Planeta, 2011

Novela de intriga

La joven Violeta quiere convertir el palacete en el Paseo de Gracia de Barcelona, herencia de su familia, en un museo dedicado a su abuelo, un renombrado pintor modernista. Durante las obras de reforma del edificio aparece el cadáver de una mujer. ¿Qué identidad se esconde tras ese cuerpo? La investigación de esta muerte permite a la escritora catalana Care Santos desgranar la historia familiar de los Lax, una poderosa casta burguesa, desde finales del siglo XIX hasta la actualidad. El lector conocerá las miserias familiares de esta insigne saga, desde los rumores que apuntan a que la abuela Lax se fugó a Venezuela con el dueño de los grandes almacenes El Siglo, hasta los que ensombrecen las figuras de su abuela María del Roser, la matriarca del clan, y su padre, Modesto.

LAZOS DE HUMO

María Iglesias

Ed. Temas de hoy, 2011

Novela histórica

Germán Díaz, hijo de humildes vaqueros cántabros, emigra siendo niño en busca de una vida mejor para él y su familia. Una sucia carbonería en Cádiz es su destino, pero en su camino encontrará inolvidables personajes que le impulsarán a perseguir su verdadera vocación: convertirse en abogado para hacer justicia contra los abusos de los poderosos, como los que él ha sufrido a lo largo de su vida. Gracias a su esfuerzo personal, Germán logra ingresar en la Facultad de Derecho de Sevilla y, en vísperas de la crisis del 98, al tiempo que descubre el amor, consigue licenciarse. Pronto logrará éxitos importantes en los tribunales, pero la profesión y la ciudad le harán pagar un alto precio por sus ideas.

LUKA Y EL FUEGO DE LA VIDA

Salman Rushdie

Ed. Mondadori, 2010

Novela fantástica

Durante la noche estrellada, el padre de Luka, el escritor Rushid Kahlifa, cae en un sueño profundo y Luka teme que no vuelva a despertar. Comienza entonces un viaje mágico para hacer lo que nadie ha logrado nunca: robar el Fuego de la Vida. Una apasionante aventura, llena de leyendas, acertijos y canciones. Adecuada para cualquier lector, tenga la edad que tenga.

EL RITUAL DE ORFEO

Giulio Leoni

Ed. Algaida, 2011

Novela histórica

En 1482 un incendio destruye la primera imprenta de Florencia y acaba con la vida del artesano que había prometido a Lorenzo de Medici un libro impreso con la tipografía perfecta. Cuando llegan al lugar de los hechos, él y su amigo Pico della Mirandola descubren que no se trata de un accidente: el cuerpo del tipógrafo cuelga de la máquina de impresión. Además, por los alrededores se ha visto a una mujer misteriosa que parece ser la bellísima Simonetta Vespucci, muerta años atrás en el esplendor de su juventud. ¿Quién puede haberla convocado entre los vivos? ¿Acaso aquel incendio trataba de destruir El ritual de Orfeo, como cree Lorenzo de Medici? Desde la Florencia del Renacimiento a la Roma de los Borgia, donde las intrigas palatinas se mezclan con el rigor de la Inquisición y las celebraciones de Carnaval quebrantan cualquier regla

RUSIA IMAGINADA: DIEZ VIAJES POR EL PAISAJE RUSO

Care Santos y otros

Ed. Nevsky, 2011

Literatura de viajes / Cuentos y relatos

Existe un dicho ruso que afirma que si pasas una semana en Rusia planearás una novela, si pasas un mes un relato, y si pasas un año entero en el país su compleja realidad te descubrirá la evidencia: jamás serás capaz de escribir nada que recoja su compleja esencia. Hemos querido llevar a cabo el experimento contrario: diez autores contemporáneos españoles escriben cuentos sobre Rusia. La única condición es que los sitúen en un lugar desconocido para ellos: Múrmansk, Vítebsk, Prípiat, Majachkalá, Vyra... Literatura y viaje se unen en un cuaderno de travesía en el que se confunden, a la medida que el escritor va apropiándose del espacio que recrea. Diez miradas personalísimas y distintas que revelan una Rusia inaudita, fuera de los tópicos y las ideas preconcebidas, pero no menos fascinante.

LOS SAUCES DE HIROSHIMA

Emilio Calderón

Ed. Planeta, 2011

Novela de intriga

Corre el año 1954 y el inspector Ichiro Abe, de la Policía de Tokio, tiene que enfrentarse al caso más complicado de su carrera: ocho supervivientes del holocausto nuclear de Hiroshima han sido asesinados en un tren. Marginados por la propia sociedad japonesa, el caso se complica cuando los cuatro asesinos que han tomado parte en los crímenes aparecen muertos en un hotel de Tokio. En 1969, Elle Bartlett hereda de su padre una importante suma de dinero que descubre, tras muchas pesquisas, que éste consiguió de sobornos a uno de los criminales de guerra japoneses que había investigado años atrás. Por su parte, Ryo Watenabe, único superviviente de la hecatombe de Hiroshima, contrata al ahora ex−inspector Ichiro Abe para que le ayude a reconstruir el pasado de su familia. A partir de ese momento, las vidas de Ichiro, Ryo y Watenabe se entrecruzarán y nadie será consciente de que en el pasado se encuentra precisamente la solución al caso que Abe lleva tratando de resolver tantos años.

EL SECRETO DE LOS TUDOR

C. W. Gortner

Ed. Suma de letras, 2011

Novela histórica

Verano de 1553: Brendan Prescott, un huérfano criado en la casa de la poderosa familia Dudley, es enviado a la Corte, donde se ve inmerso en una oscura misión contra la enigmática hermana del rey Eduardo VI, la princesa Isabel. Pero enseguida lo comprometen a trabajar como agente doble pues el protector de Isabel le promete, a cambio, ayudarlo a desentrañar el secreto de su misterioso pasado. Una oscura conspiración se cierne en torno a la búsqueda del rey, que ha desaparecido en extrañas circunstancias estando gravemente enfermo. Con el único apoyo de un atrevido mozo de cuadras y una audaz dama de compañía a su lado, Brendan se ve envuelto en una despiadada estratagema de falsas apariencias, mentiras y asesinatos.

EL VASCO QUE NO COMÍA DEMASIADO

Oscar Terol

Ed. Aguilar, 2011

Novela fantástica

Año 2050. La industria alimentaria mundial está gestionada por los chinos, que han acaparado los mercados y dirigen los establecimientos dedicados a la hostelería y el ocio. Media humanidad se alimenta de productos que se extraen de la soja, el maná del siglo XXI. Euskadi es el último reducto donde se conserva intacta la tradición gastronómica que ahora funciona casi como una religión que da cobijo a quienes quieren luchar contra la gran invasión china y sus productos elaborados con derivados de la soja. Carlos Zabala es un joven sin más talento que haber nacido en una familia propietaria de un restaurante que atrae a su clientela gracias a la tarta de queso que hace su abuela con una receta secreta. Un desgraciado día Carlos acompaña a su padre en una misión que cambiará su vida para siempre. Deciden intentar sonsacar a la abuela la receta de la famosa tarta para que no se la lleve a la tumba y maldiga el futuro de la familia Zabala, uno de los clanes importantes dentro del mundo de la cocina.

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domingo, 27 de noviembre de 2011

El universo de Carmencita


Y si las calles de este Madrid se han vestido ya, otro año más, con tonos navideños, ¿por qué no pintar mi cuento de este domingo también de colores?

Con cariño y mis mejores deseos, como siempre.

Que estéis bien y os guste.

Carmen, Carmencita para sus abuelos y tíos, era una niña única, genial. De una inteligencia muy despierta y un genio extrovertido que se traducía en su risa de luz y mirada de chispa.

Aquel sábado se había creado un universo propio, particular, un divertimento que le ayudase a pasar una tarde aburrida de un día cualquiera mientras sus padres iban a hacer las compras de la semana.

En él había planetas y estrellas, cielos y mar. Lo había ideado porque le gustaba jugar a ser constructora de mundos a partir de una fantasía desbordante que nacía de su imaginación y los cuentos que escuchaba, de boca de su mamá, antes de dormir o cuando iba de viaje.

Quiso que aquel universo tuviese cinco planetas y muchos soles a su alrededor. Planetas con nombre de Gente, Delincuente, Indigente, Durmiente y Desobediente.

El planeta Gente sería su preferido. En él habitarían sus amiguitas, sus papás, la señora Pilar, la dueña de la tienda de chuches, el Abelino, que vendía tebeos, o su seño, doña Ana a la que tanto quería por la paciencia que la caracterizaba y lo bien que le enseñaba las lecciones de inglés. Su cielo siempre estaría vestido de azul clarito y la estrella que lo iluminaría tendría nombre de Bondad. Lo dibujó, en la cartulina que se había preparado para ese juego, con color índigo y puntitos naranjas.

En Delincuente vivirían los malos malísimos: el imbécil del Carlitos que siempre se metía con ella por las trenzas con que la peinaban o por sus muecas, el desgraciado que se burlaba de la pobre anciana doña María o el gamberro que rompía sus muñecos de nieve. El cielo de ese planeta estaría siempre lleno de nubarrones, su sol se llamaría Rabia y el color con que Carmencita lo dibujó fue el negro.

A Indigente quiso reservarle un lugar especial. En él residirían pobres olvidados que querían vivir, aferrarse a la esperanza. A nuestra chiquilla le gustaría que este planeta estuviese desierto, pero ella bien sabía que cada vez estaba más lleno. Pensó en ponerle un sol con una sonrisa en su centro, la suya, y que el cielo dejara entrever rayitos dorados en medio del gris. Lo dibujó de color verde.

En Durmiente se estaría a gustito. Tendría praderas sombreadas por árboles centenarios y calas de agua cristalina. Su cielo tendría color de merengue, de tenues pastel.Su estrella se llamaría Paz y le pondría unas cetas de compás, de sueño y de sueños. La coloreó en amarillo suave.

¿Y en Desobediente? En Desobediente se guardó un rinconcito para ella porque había veces que, bueno, le costaba cumplir con lo que le mandaban. Sabía que no estaría sola, que habría más niños como ella. Pero ése sería un lugar de paso, del que había que huir, procurar salir corriendo cuanto antes. Su sol tendría nombre de Decepción, el color de su cielo sería el gris oscuro y lo pintaría de marrón caquita, en su cartulina.

Y así pasaron las horas de aquella tarde de sábado de un día cualquiera. Perfiló, corrigió, borró, repintó y culminó. Estaba satisfecha, contenta. A su universo le añadió, además, unas palomas que llevarían mensajes de superación, ejemplo y vida; un barquito de vela que surcaría los lejanos mares de la aventura y una casa, su hogar, una casita con su tejado rojo en triángulo, sus ventanitas abiertas de par en par, con su puerta y todo, y en la que cabrían todos.

-Cariño, ya hemos vuelto. ¿Se te ha hecho largo? ¿Te has aburrido? Mira, te hemos traído una napolitana de chocolate. Uy qué dibujo tan bonito. ¿Qué es?

-Yupi, qué bien, mamita. ¡Ya estás aquí! Mira, es mi universo. ¿Quieres que te lo cuente? ¿Que te explique cómo es?

Y, muchos años después, Carmencita, ya doña Carmen, contemplaría en su despacho del palacete, actual sede bancaria, un dibujo infantil, un dibujo coloreado que siempre quiso guardar porque estaba lleno de recuerdos y luminosas nostalgias.

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sábado, 26 de noviembre de 2011

Hoy, sábado de braille

Sí, hoy he tenido la fortuna de participar en una de esas jornadas que a uno le dan calor en el alma, que le estimulan. Y aber gozado, además, de cierto protagonismo en su desarrollo me llena de orgullo todavía más.

Y es que, hoy, en torno a 60 usuarios y usuarias madrileños y castellanomanchegos del código de lecto-escritura, que creara Louis Braille para que los ciegos del mundo dispusiéramos de la llave para acceder a la luz del conocimiento, nos hemos juntado para intercambiar experiencias y testimonios, además de enriquecernos compartiendo.

El lugar del encuentro ha sido el Servicio Bibliográfico de la ONCE, centro que se encarga de hacer accesible la información por medio del braille, el relieve y el audio, y la iniciativa partió de los Consejos territoriales de Madrid y Castilla La Mancha, como órganos representativos de los afiliados de esas comunidades autónomas.

Hemos tenido ocasión de conocer los proyectos y líneas de trabajo de la Comisión Braille Española en cuanto al rotulado de tarjetas identificativas, la adaptación de mapas físicos o la mejora en la información que ofrecen los envases de productos farmacéuticos, además de la unificación de signografías.

Después hemos visitado el Museo Tiflológico, un museo hecho para tocar, en el que se exponen obras de artistas ciegos, maquetas de monumentos del mundo y muestras de cómo ha ido evolucionando la tecnología aplicada al acceso a la información por parte de las personas ciegas. Un museo muy recomendable de ver,abierto a todo el que quiera acercarse.

Por la tarde, tras una estupenda comida de compañerismo, hemos podido exponer el contenido de los Clubs Braille (yo fui su promotor y actual coordinador de el de Madrid). Ha habido lugar para la emoción al escuchar a una persona sordociega expresar su necesidad de braille para tener una vida autónoma o a otra señora que tiene una tienda y que para trabajar en ella, se sirve del etiquetado en braille; para el humor, con anécdotas e ingenio; para el debate en torno a la complementariedad entre el braille y las nuevas tecnologías,al braille aplicado a la vida cotidiana y su ausencia en productos y servicios del día a día, al deseo de promocionar al braille en colegios, bibliotecas o ferias, o a la conveniencia de establecer bibliografía asequible a neolectores (libros sencillos) que incentiven su lectura por parte de quienes acaban de aprenderlo.

Pero más allá de los temas debatidos y las propuestas planteadas como sugerencia, me ha gustado el buen ambiente creado, las historias contadas y la puesta en valor del legado que nos dejó el genial maestro francés: un sistema de puntos revolucionario y todo un ejemplo de tenacidad, espíritu de superación y lucha, sin que nunca se arredrara ni ante la enfermedad ni ante la incomprensión o el desprecio de sus coetáneos.

La guinda ha sido el intercambio de productos típicos: nosotros, desde Madrid, les hemos entregado una cajita de esos caramelos que son las violetas y ellos, a su vez, nos han agasajado con, cómo no, sus exquisitos mazapanes.

En fin, una jornada inolvidable en la que, estoy seguro, Louis braille tampoco a querido perdérsela.

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jueves, 24 de noviembre de 2011

Alfonso X: el rey de la Cultura

Quiero aprovechar que ayer se cumplió el aniversario del nacimiento de Alfonso X (1221-1284), el que sería conocido como el Sabio, para recordar su figura intelectual más allá de la faceta política o bélica de su reinado.
Con ello pretendo rendir homenaje a su figura, amante de las letras y la cultura en general, todo un ejemplo a seguir.

El reinado de Alfonso X destacó sobre todo en el orden cultural. Se le considera el fundador de la prosa castellana y, de hecho, puede datarse en su época la adopción del castellano como lengua oficial. Sus profundos conocimientos de astronomía, ciencias jurídicas e historia desembocan en la organización de tres grandes centros culturales que giran alrededor de Toledo, Sevilla y Murcia. En la primera ciudad quedó ubicada la famosa Escuela de traductores de Toledo que, junto a compiladores y autores originales repartidos por el resto, emprendió una ingente labor de recogida de toda clase de materiales para la elaboración de libros, que el propio rey corregía y supervisaba. Movido exclusivamente por un afán cultural, el rey hizo tabla rasa de las diferencias de raza o religión, por lo que reunió a judíos, musulmanes, castellanos e italianos, que colaboraron libremente y otorgaron al conjunto una proyección universal.
Las obras así producidas pueden encuadrarse en tres grandes apartados: obras jurídicas, obras científicas o de carácter recreativo y obras históricas. El propósito de las primeras fue contribuir a la labor unificadora iniciada por Fernando III el Santo. El Fuero real de Castilla (1254) preparó la redacción de la que sería su gran obra, el Código de las siete partidas (1256-1263 o 1265), donde se recoge lo mejor del derecho romano para unirlo a las más vivas tradiciones de Castilla. Este código, de larga influencia en el ordenamiento castellano y español, supuso la recepción del derecho romano en Castilla y su incorporación a la corriente europea del «derecho común».
Obras científicas o de carácter recreativo son los Libros del saber de astronomía con sus Tablas astronómicas o Tablas alfonsíes, integrados por tratados originales, refundiciones y traducciones que pretenden compilar todo el conocimiento astronómico de la época con el fin de impulsar su desarrollo. Asimismo cabe registrar el Lapidario (1276-1279), tratado en el que se describen quinientas piedras preciosas, metales y algunas sustancias, y los Libros de ajedrez, dados y tablas (1283). También se le atribuye la traducción de los cuentos de Calila y Dimna.
Entre las obras de carácter histórico figuran dos títulos fundamentales: la Crónica general y la Grande e general estoria, textos cuya ambiciosa empresa es contar, el primero de ellos, la historia de España desde un punto de vista unificador, en términos nacionales y políticos; el segundo, en cambio, se propone la relación de la historia universal.
Otra importante faceta de su actividad fue alentar la creación poética, así como escribir poesía en lengua gallega. Sus 453 composiciones, entre las que abundan las de "escarnio" vertidas en un lenguaje paródico o insolente que recurre a veces a la ironía mordaz, lo avalan como el primer lírico en dicha lengua. Sin embargo, es en su vertiente religiosa donde el rey alcanza sus mayores logros: las 420 canciones que componen las Cantigas de Santa María, dedicadas a enaltecer los milagros de la Virgen, constituyen uno de los más preciados legados de musicalidad y variedad métricas.

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martes, 22 de noviembre de 2011

Paloma blanca

Estoy seguro, bien lo sabéis: hoy es santa Cecilia, la patrona de la música y los músicos.

Para celebrarlo, quiero compartir aquí la letra y el enlace de una canción.

Para mí la música también me ilumina. Me hace visualizar imágenes al son de sus tonos, me emociona y me ayuda a soñar con la poesía que se desprende a través de lo que se expresa.

Que os guste.

Estrella de mi vida,

espérame, mi amor.

Y apenas te iluminas

Y ya dices adiós...

Como un pétalo que viaja en el aire

y deja una caricia por mi piel

Con tinta de agua clara.

Sobre una piedra al sol

Te dibujé despacio

Sus ojos y mi voz.

Como gotas de rocío caen al lago

Y rompen el espejo al cielo azul.

Paloma blanca

Pasaste tan cerca de mi ventana...

Que revolviste todo con tus alas...

Me despeinaste entera toda el alma...

Nunca te olvidaré y siempre llevaré

Tu cara, encima de mi cara...

Cuando el bar Febrero

Y se halla puesto el sol

Te buscaré en la noche...

Estrella de mi amor

Soplaré contigo tu primera vela

Y cruzarás el manto celestial

Paloma blanca

Pasaste tan cerca de mi ventana...

Que revolviste todo con tus alas...

Me despeinaste entera toda el alma...

Nunca te olvidaré y siempre llevaré

Tu cara, encima de mi cara...

Paloma blanca!

Pasaste tan cerca de mi ventana...

Que revolviste todo con tus alas...

Me despeinaste entera toda el alma...

Nunca te olvidaré y siempre llevaré

Tu cara, encima de mi cara...

Tu cara, encima de mi cara...Ohhh

Tu cara, encima de mi cara...


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sábado, 19 de noviembre de 2011

¿Dónde está?

Buenos días de sábado:

Permitidme que hoy os envíe mi cuento a esta hora ya que mañana no me va a resultar posible.

Que lo expresado en él, sea símbolo de ese amor tan anhelado y deseo de que también a vosotras y vosotros os sea dado descubrirlo, saber verlo.

Como siempre, con el mejor d mis deseos.

Ah, y dejadme que comparta, antes de ello, una frase que hoy e escuchado en un acto especial al que he tenido el lujo de asistir, toda una certeza: “los amigos, los buenos de verdad, siempre superan la mayor de tus expectativas”. Gracias porque yo lo experimento cada día con vosotras y vosotros.

Sí, ¡dónde está? ¿Dónde estará eso que tanto se anhela poseer? Unos aspiran a encontrarlo en un ser humano con alma gemela, otros concibiendo una obra de arte o en la proximidad a Dios y, en fin, todos y todas se afanan en aferrarse a él, en hacerlo suyo, en acapararlo.

Santi también lo había intentado pero nunca lograba alcanzarlo y vaya que sí que lo había perseguido, se había esforzado por ello con denuedo y ahinco pero nada de nada.

Y es que él era diferente. Muchas veces le habían hecho sentirse inferior, nulo. Mas su tesón y genialidad innatos le habían convencido de que no lo era, de que podía, él también, hacerse merecedor de su disfrute.Había tenido que enfrentarse a las burlas de muchos, al desprecio de casi todos y a la marginación sin tasa. A cambio, se refugió en un mundo de sueños, un universo cimentado en base al calor del refugio que eran la lectura y la imaginación.

Y cuando creyó que de nada servía, alguien especial le demostró que no era así, que su ceguera podía dar luz a quien supiera mirarle, a quien se detuviera a contemplar su sonrisa limpia, su deseo de hacer felices a los demás a través de su intuición y sensibilidad.

Y entonces lo comprendió: el amor también podía ser para él algo posible.

Y un día sus manos le llevaron a los pétalos de una flor de aromas increíbles. Y otro día a la sedosidad de un pañuelo bordado. Y más aún, al fin, al rostro terso de una mujer que se le ofrecía pleno, consciente, libre.

Y después de experimentar sensaciones como ésas, se sorprendió de que la gente fuese tan ciega, de que buscasen el amor de una forma tan errática cuando, en realidad, era tan fácil alcanzarlo.

Y, cuando ya anciano, mucho tiempo después, parado en su banco de siempre, agarrándose a su bastón de siempre, una niña, a la que ya le iban creciendo las ganas de volar, se sentó a su lado y le preguntó, como a tantos otros:

-Buen señor, ¿sabría responderme a una pregunta?

-Dime, hermosa muchacha.

¿¿Dónde habita el amor? ¿Dónde está? ¿Cómo podría encontrarlo?

Y él, con su mirada vacua, pero preñada de sonrisas luminosas y esperanzadoras, sólo pudo hacer una cosa: señalarle con sus dedos extendidos aunque ya huesudos, apuntando hacia el corazón de la chiquilla para responderle:

-El amor está dentro de ti. Sólo debes esforzarte en aprender a abrirle las puertas de tu interior.

-¿Y cómo lo haré?

-Ah. Sabiendo mirar, queriendo acariciar, buscando el disfrute en plenitud, dejando que fluya hacia ti desde el trino de un petirrojo, las páginas de un libro o el sabor de un manjar preparado con el alma.

Esa misma niña recordaría, entonces sí, muchos años después, las palabras del viejo don Santiago cuando, en una noche pura, en medio de la selva, un espigado mulato le quiso ofrecer la figurilla de un hipopótamo al tiempo que le pedía que se casase con él, que la respetaría, que juntos podrían seguir ayudando a que los niños de aquel continente sonrieran, creyeran en un futuro mejor.

Y Ana aceptó, quiso, le abrazó y acarició mientras creyó vislumbrar que una de las miriadas de estrellas que habitaban el cielo africano, y que eran sus testigos, la miraba. ¿odría ser que fuera el espíritu de aquél al que ella, de adolescente, le confió sus sueños?

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jueves, 17 de noviembre de 2011

¡¡Gracias!!

Sí, gracias. Gracias a las dos personas que, esta mañana, han hecho posible que mi llegada al trabajo no fuese una odisea y el retraso con el que he fichado no haya sido apenas apreciable.

Y es que eso de desayunarte cuando llegas a la entrada del Metro con que la mitad de tu línea se encuentra cortada, es todo un fastidio, una pu…

¿Qué hacer entonces?

Muchas mañanas me acompaña a llegar al andén una encantadora señora cuyo nombre aún desconozco y cuando coincidimos apenas si intercambiamos unas breves palabras de cortesía y sincero deseo de buenos días. Ella se apea unas estaciones antes que yo. Y, sin embargo, hoy me ha ayudado a no verme solo en el trasbordo que hemos tenido que hacer y luego a salir a la calle para acabar el periplo andando, bastón en ristre, paloteo va, paloteo viene, y lo ha hecho regalándome su tiempo, dando un rodeo innecesario para ella, brindándome sus ojos y su mano para guiarme.

Me ha dejado encauzado en la acera por la que debería transitar una serie de travesías.

Y en esas estaba, peleándome con unos andamios, cuando otro señor se ha ofrecido a llevarme hasta mi centro. Parece que él trabaja al lado y cada día da ese paseo matinal (para no escuchar a su médico la monserga de que ande _me ha dicho_) al que yo hoy me he visto obligado a hacer.

Quiero compartir y poner en valor aquí la acción de estas dos buenas personas anónimas y expresar alto y claro que, en medio de las prisas en las que se está inmerso a unas horas tan tempranas como ésas, ha habido quien ha estado dispuesto a detenerse y ayudarme. ¡Cómo no darles las gracias! Cierto es que no he visto cuál sería su físico, pero sí he percibido, con claridad, que su corazón era grande, hermoso y lleno de luz.

De no haber sido por ellos dos, hoy yo habría llegado a trabajar mucho más tarde y, sobre todo, con una gran tensión acumulada ante la necesidad de romper mi itinerario habitual.

Y si a mí tanto bien me han hecho, ¿cómo negarme yo a ayudar a quien quiera que me lo pida pudiendo hacerlo?

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domingo, 13 de noviembre de 2011

El día del descuento

Llego, llego. Tarde, pero aquí estoy con mi cuento de cada domingo.

Tras una semana plagada de emociones, mañana empieza otra. Que os sea positiva.

Como siempre, con cariño. Que os guste y estéis bien.

En la librería de viejo El Pergamino, en su escaparate, con gran lujo de tipos y alardes, se anunciaba que al siguiente viernes podría obtenerse un sustancioso descuento por la compra de ejemplares raros y de ediciones difíciles de encontrar de autores que, un día fueron noveles y que, años después, incluso siglos, habían alcanzado fama de clásicos. Una oportunidad única, una ganga, un chollo.

El objetivo era poner en aprietos, aunque tan solo fuese por un día, al autócrata del sector, a don Genaro Urdiales, aquél que había convertido en cortijo particular todo el negocio de la edición, venta y distribución de ese tipo de tesoros.

A los que se le resistían, cada vez los eran menos, los anotaba en su agenda particular de malditos y se encargaba, mediante mercenarios bibliocidas, de hacerlos desaparecer de la forma más expedita y eficaz.

El díscolo establecimiento se encontraba ubicado en un callejón no lejos de la sede del diario satírico de la ciudad, Antena Rugiente en cuyo laboratorio se gestaban los más incisivos y punzantes titulares. Así, periódico y librería se apoyaban mutuamente en su quijotesca labor de lucha contra los gigantes de la Cultura, aunque luego muchos dijeran que no eran gigantes, que eran molinos.

El tirano Urdiales se dijo que había llegado la hora, que por mucho que se empeñasen esos insensatos locos, él vencería definitivamente. Se relamió al maquinar la manera en que les haría despertar de su sueño onírico y, una vez eliminado al ingenuo Isidorus Papirus, que se había atrevido a desafiarle, ya nada ni nadie le apartaría de su triunfo de realidady gloria.

Y llegó la fecha esperada. La víspera, en cafés y salones, tertulianos y lectores se frotaban las manos ante la perspectiva de hacerse, con una joya en forma de Los miserables o La pequeña Dorrit o Arroz y tartana o hasta de las Memorias del gran gurú empresarial, John Hall. Aunque también los había que se preguntaban, al hilo del artículo gacetillero, si realmente llegaría a puerto semejante desafío. La intriga estaba servida.

Amaneció, la aurora se presentaba clara, la temperatura benigna y la atmósfera limpia. Las inmediaciones, desde horas, se poblaron de curiosos e interesados. Todo estaba listo. Sólo faltaba que los dueños abriesen para que el acontecimiento se produjera.

En éstas, nadie supo ver de dónde vinieron, unas ráfagas abrasadoras con hambre de siglos, se aprestaron a devorarlo todo, con el apetito insaciable de golosas consumidoras de dulces sin par. Parecía que los más negros augurios se cumplirían. La impotencia se hizo presente, la rabia, hermana, y la tristeza, dueña.

Pronto, la superficie quedó devastada al tiempo que alguien, desde su cúspide de rey, frotaba sus manos con incontenida malicia. Hasta que…

Sí, hasta que en el ahora solar ardiente se abrió una escondida trampilla, una puerta ignota. Isidorus Papirus, acompañado de una cohorte de genios, otrora derrotados personajes y libreros, portaban, en brazos y carretillas, volúmenes y más volúmenes de todo tamaño y formas.

Increíble prodigio. El déspota ahora hundido en su trono de oropel no podía creerlo. Nadie podía dar crédito a lo que contemplaban sus ojos. No paraban de salir y salir de aquel maravilloso vientre heroínas, exóticas doncellas, caballeros, espadachines, pilluelos, grandes señoras, viajeros, una interminable procesión acompañada de fanfarrias y tamboriles, y en la que un coro de ángeles desplegaban sus alas tocando las trompetas del despertar, ángeles con cara de magia, ilusión o perseverancia.

Pronto, cada cual tuvo lo que tantas veces soñó con poseer y, libros en ristre, fueron retirándose.

¿Qué haría entonces el que, desde aquel día del descuento, perdiera sus armas de dominio? Desde que le abandonaron Miedo, Censura y Fuego ¿qué le quedaría? El tan, hasta entonces, temido orondo Genaro Urdiales pronto se vio acosado por los fantasmas de la soledad, la decrepitud y el abandono mientras que la ciudad de Biblion se hacía más grande, más rica, más visitada, crecía y crecía. El viejo Papiro reconstruyó su sede y pasaron los años.

Nadie se acordaba ya de aquel Genaro Urdiales ni de sus tramas y la librería pasó a ser gran biblioteca de códices e incunables, al tiempo que hubo quien la hizo escenario de romances y aventuras en las que nunca faltaba un protagonista con aura de fantasma y nombre de Isidorus.

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Reforestando a ciegas: ¿se puede?

Recordaréis que el sábado pasado comentaba cómo yo, pese a la ceguera, percibo el bosque y los sentimientos que me evoca.

Hoy he tenido la oportunidad de desarrollar algo de lo que allí os decía, practicar ese sano amor por él.

Y es que, hace algunos días, mi amiga Elena me hizo partícipe, como tantas otras veces, de una iniciativa llevada a cabo por los voluntarios de BBVA, el banco en el que ella trabaja, según la cual se proponían plantar y podar árboles en la madrileña Casa de Campo.

Claro que me apunté sin dudarlo, sabedor de que sería aceptado sin importar mi discapacidad, de que sería integrado y por aquello de que busco, bien lo sabéis, siempre la posibilidad de aspirar a la normalidad, de enriquecerme con experiencias y retos, además de darme a conocer a nuevas gentes.

Mis expectativas se han visto satisfechas con creces: he participado, mejor o peor, pero como uno más, he recibido el regalo del sincero cariño de personas que de nada me conocían y he aprendido compartiendo opiniones y vivencias.

Llegar al punto de encuentro de la mano de Conchita _paisana Soriana con la que enseguida he congeniado_ y Javier _con el que ya me unía una buena amistad, y, con Elena _claro, qué voy a decir de ella, de su capacidad, de su ejemplo de tenacidad y logros. Ser presentado, ataviado, como el resto de integrantes con mi chaleco, mi azada y mis guantes. Atender las explicaciones de los profesionales del proyecto “Ardilla: connecting Life” y de quienes nos guiarían en la tarea. Se trataba, ni más ni menos, que de hacer una plantada de encinas y podar otras ya puestas. La cuestión parecía sencilla. Hacer el correspondiente hoyo en la tierra, ponerle al brote un protector, cubrirlo y hacerle un pequeño alcorque a modo de dique.

Nos hemos puesto manos a la obra y… ¡ufff, qué duro es cavar! Imaginaos, sin ver, ¿dónde clavas la azada? ¿Con cuánta profundidad hacer el hoyo? ¿Cómo poner derecha la planta?

Javier me ha prestado sus ojos y sus manos y algo hemos hecho pero el calor de este increíble supuestamente día otoñal y el cansancio, cómo me he acordado de mi padre, él que con 82 años se cava solito el huerto, han hecho que me propusiera cambiar de bando y pasar a la labor de poda.

Otro reto: ¿cómo cortar las ramas sin ver? ¿Con tijeras? ¿Con una especie de cuchillo curvo dentado, de nombre hacheto? _Me he visto como si fuera un intrépido bandolero_. Nada, nada; siempre adelante, que no se diga.

“Que te pongas gafas protectoras” Y YO QUE ME VEO CON ELLAS Y QUE DIGO: “¿Y si a cuenta de ellas, va y resulta que a mis ojuelos les da por ver y hacer chirivitas ante tanta chica guapa? ¡Habría sido el milagro del BBVA! ¡Qué cantazo! Pero nada de nada, que he tenido que seguir viendo con la imaginación y usando a Javier de buen lazarillo.

El caso es que allí que nos hemos ido, a darle al hacheto. Y otra vez a sudar, raca que raca, y otra vez agujetas mil. Vamos, que me he sentido como una miserable bellota. Cuando deguste alguna exquisita tapita de jamón ibérico del bueno, me acordaré de hoy. Ah, esos encinares. ¿Quién me iba a decir a mí que tan cerca de este Madrid urbanita había semejante extensión de monte?

El caso es que la mañana se ha pasado, entre bromas de ciegos y veras de buenos corazones, en un suspiro. Y, faltaría más, a recuperar fuerzas con una buena, y abundante, comida. Y, en ella, lo mejor: la charla agradable, los momentos compartidos y la sobremesa que se ha alargado al hilo del correspondiente chupito de pacharán _ya se sabe… “pacharán más de mil años, muchos más” y que total, yo ni iba a conducir ni más ciego de lo que estoy, no iba a estar.

El caso es que así ha transcurrido esta jornada, organizada de forma magistral, en la que he plantado algunas encinas pero, sobre todo, estoy seguro de ello, también han germinado semillas de sincera amistad.

Cómo no, dar las gracias a Javier y Conchita, su esposa, a Elena, a Joaquín, pendiente de todos y de todo para que nadie se sintiese excluido u olvidado, a Carmen con su dulzura, a Araceli con su hija Beatriz, todo un portento de niña y a tantas otras buenas personas que han hecho que este día, para mí, estuviese teñido de luz brillante y cálida, y que quedará grabado en mi retina de la memoria, ésa que me hace ver la belleza de lo hermoso que me rodea.

Como hablábamos Elena y yo, al despedirnos, otra experiencia más que atesorar, otra muesca más en nuestro haber. ¡¡Gracias por haberlo hecho posible!! Espero haber estado a vuestra altura.

¿Y las más de 800 encinas plantadas? ¿Se sonreirán de las chaladuras de este cegato?

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viernes, 11 de noviembre de 2011

Hoy mi ilusión tiene nombre de número

¿Cómo no escribir algo hoy? ¿Este 11 del 11 del 11 con nombre de ONCE, de la Organización que tanto me ayuda, con sus medios, su gente y sus apoyos, a conseguir ese afán mío por ser uno más?
Desde aquel 9 de julio de 1987 que me dieron el carnet de afiliado hasta hoy han pasado tantas cosas... Sentirme comprendido, estimulado y realizado. Cómo explicar la increíble emoción de la primera vez que, ayudado de un bastón blanco, salía solo de noche, se me abrió el mundo; la primera vez que leí un libro en braille, supe que era el comienzo de una pléyade de aventuras, viajes, sueños e imágenes; el primer día que comencé a trabajar estaba nervioso por si sabría o no hacerlo bien, una nueva ciudad, un nuevo mundo para mí; el día que llegué a este Madrid, para hacerme cargo de la Biblioteca Central de la ONCE, ¿me perdería en el Metro? ¿Me sabría orientar? Tantas vivencias, tantos retos, tanta gente buena conocida, ganada, tantas satisfacciones, tantos senderos recorridos. Hasta hoy.
Hasta hoy, en que respiro ilusión. He asistido a la gala en la que se ha celebrado que hoy la ilusión tiene nombre de número. Me he emocionado al verme reflejado en las historias que se han contado en ella, he recordado todos esos instantes y a todas esas personas (muchas de ellas, ya residentes del país de los sueños) que fueron sembrando, en mí, a lo largo de esos años, la semilla que hoy germina.
Ha sido bonito estar allí, escuchar la canción de Miguel Ríos que alude a santa Lucía y los ciegos,, cantada por él mismo y los niños de la coral Allegro de Alicante, encontrarme con gente emocionada también porque se sentían como yo.
Y esta noche, me toque o no el cupón, una cosa será cierta: sentiré que una hermosa hada con su magia estará a mi lado, no estaré solo en el sofá, y ese hada tendrá nombre de amistad y felicidad, de gratitud por tener tanto bueno como tengo, por saber, tener la certeza de que soy un privilegiado
Dejadme que brinde con vosotras y vosotros por la ilusión, por seguir pudiendo dejar mi huella y por ayudar a hacer de este mundo un hogar más cálido y que, mi sonrisa, sea luz para quienes se crucen en mi diario caminar. ¡¡Que nunca nos falte la ilusión!!
Con cariño.

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miércoles, 9 de noviembre de 2011

Mi trozo de cielo

Este día de la Almudena, fiesta en este Madrid otoñal, quiero compartir una hermosa canción de la autora canaria Rosana. Con el mejor de mis deseos de que disfrutes de alguien especial que te regale afectos.

Al final de la letra, va el enlace para escucharla.

Nadie tiene la vida comprada…ni guapos ni feos…ni

el que tiene dinero pa más que tapar agujeros

Aunque sé que en la calle esperanza se alquilan

consuelos…es mejor no tragar agonías mordiendo veneno

Nadie tiene seguro de vida que cubra los sueños…aunque

sé que en la calle de al lado se vuelven eternos.

A la corte del Rey Baltasar le he pedido un deseo…por

vivirla contigo hipoteco mi trozo de cielo..

Mi trozo de cielo…oh… ¿sin ti pa que?…bien sabes que

yo sin ti no me quedo mi trozo de cielo…oh…sin ti es

mi calvario, mi pena, mi ruina…lo que se te ocurra

con todas las letras del abecedario…

Nadie quiere soltar el testigo…ni ser el primero…

Nadie quiere morir ni siquiera quien quiere ir al cielo…

No me gustan los días contados ni voy a contarlos…que

en la calle de los imposibles se envuelven milagros…

Le soplamos al tiempo en la tarta de los cumpleaños…

es por eso que a veces la vida se pasa volando…

Cada vez que le doy un soplido le pido un deseo…por

vivirla contigo hipoteco mi trozo de cielo…

Mi trozo de cielo…oh…¿sin ti pa que?…bien sabes

que yo sin ti no me quedo mi trozo de cielo…oh…

sin ti es mi calvario, mi pena, mi ruina…lo que se te

ocurra con todas las letras del abecedario.

http://www.youtube.com/watch?v=ZLYcgnnNXBU&feature=youtu.be

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domingo, 6 de noviembre de 2011

Una luz con nnombre de esperanza

Ojalá que cuando sintáis que la noche oscura se apodera de vuestras almas, no olvidéis que siempre habrá alguien que os lleve la lámpara esperanzadora que la disipará.

Con cariño. Feliz semana, como siempre.

Los habitantes de aquella lejana gran ciudad, allende el desierto , un día de invierno, se quedaron a oscuras. No sabían qué fue lo que pudo suceder. El caso fue que, muchos de ellos, tuvieron que aprender cómo era el verdadero sabor del pánico, la angustia. No veían, tropezaban, caían como marionetas sin hilos, se desorientaban, los sonidos eran ruidos que se tornaban amenazadores.

Quisieron prender velas, buscar linternas con las que, siquiera mínimamente, se salvasen de las tenebrosas tinieblas mas no las hallaron. Se habían desprendido de aquéllas, fiadores como estaban de sus inventos.

La técnica y los técnicos se veían impotentes para solucionar el problema. De nada les valía su bien probada pericia para ello. A la naturaleza le había dado por hacerse visible y demostrar su poder en forma de imprevisto fenómeno cataclísmico.

Las horas pasaban como siglos. Estaban paralizados, agarrotados, quietos.

A esa nada insondable en que se había convertido su universo, se sumó el viento ululante y la ventisca con sus caricias de frío mortal.

Nada parecía que podría hacerse. De nada les valdría su suficiencia de pequeños dioses, su pretensión de gigantes invencibles.

A la plaza más céntrica, en la que tiempos atrás se constituía el núcleo de vida, el punto de encuentros del mundo de todo, foro, ágora, mercado y hasta lugar de citas antiguas y modernas, en la que se erigiía el reloj con que se marcaban los ritmos, se acercaron unos y otras, guiados por la tabla de salvación que era la necesidad de no estar solos, compartiendo sus miserias.

Los había que callaban, los que especulaban con causas y porqués o quienes buscaban culpables. Pero nadie era capaz de aportar nada más en medio del barullo, solución alguna.

Y cuando ya se desesperaba de todo, a lo lejos se vislumbró una procesión como de libélulas portadoras de lucecitas. Eran puntos de claridad, muy poca cosa pero ¡eran luz! ¿Qué sería? ¿Qién las sostendría?

Fuera lo que fuese, todos miraban hacia allí, todos anhelaban que llegasen cuanto antes. Creían que al acercarse aquellos puntittos tenues mudarían en luciérnagas brillantes, blancos faros que acabasen con aquella noche de pesadilla y terror.

¿Que quiénes eran esas libélulas que llegaban cual serpentina de fuegos artificiales?

Sí, increíble maravilla, eran los ciegos y las ciegas de la ciudad que, bastón blanco en ristre, de manera despreocupada y natural se acercaban deseosos, también ellos, de estar donde todos. Pero, en cambio, su marcha era segura, firme hacia delante, relajada.

Y es que, por una vez, su ceguera se demostró no como discapacidad sino como ventaja.

La alegría, la costumbre tan asumida de caminar sin ver y su tenacidad eran la claridad que tanto ansiaban sus paisanos y esas características, reflejadas en los bastones eran la luz que llegaba. Era la promesa de la esperanza. Era la certeza testimonial de que la luz no se encontraba en el exterior, que había que buscarla en las ganas que alimentan la lámpara de la vida y que ésta reside en el corazón de cada persona.

Pero aún más hubo. Junto a la procesión, a su lado, venían unos mágicos seres: el pájaro de la mañana que anunciaba la aurora, una anciana olvidada en cuyo rostro se pintaban las líneas del mapa que conducía al mayor de los tesoros, el amor, el perro que, fiel compañero, mostraba su alegría moviendo incesante la cola y un niñito que abrazaba, casi sin poder con él, un curioso libro en el que se contenía la magia capaz de enseñar que no ha de dejarse nunca la curiosidad por aprender.

Con la arribada de los recién llegados, como aparecidos, un nuevo día, lleno de luz se enseñoreó de la atmósfera y la algarabía trocó el anterior ambiente de negra zozobra. Pero, eso sí, a partir de entonces todos aprendieron del suceso. Quizá, no pocos, andando el tiempo, olvidarían, sin duda que así sería, pero en el inconsciente de generaciones venideras quedaría el recuerdo ejemplar de aquellos ciegos que, un lejano día, enseñaron a buscar la luz a los que veían.

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sábado, 5 de noviembre de 2011

El bosque al alcance de los sentidos

Quiero dar traslado del extracto de la intervención que, con motivo del acto de homenaje al bosque, hemos tenido ocasión de leer, en braille, en el salón de actos del Centro de Educación Medioambiental de Valsaín, este sábado que termina.

Ha sido una jornada muy interesante, con la exposición de diversas facetas que atañen al bosque y, por nuestra parte, de hacer visible la ceguera.

Que os guste.

Mi compañera Elena Rodrigo y el que subscribe, ambos ciegos totales hemos querido elaborar un texto que refleje lo que, a nosotros, nos aportan los bosques, cómo los vemos.

Es un orgullo poder participar en esta jornada de homenaje al bosque, al tiempo que aprovechamos para reivindicar su respeto y el que, también nosotros, de forma autónoma, podamos disfrutar de su calidez y encanto. Pedimos, de manera expresa, que se habiliten para ello, rutas accesibles, enclaves adaptados y, en definitiva, lograr con dichas acciones, entre todos, que sean espacios abiertos también a los ciegos en particular y al resto de discapacitados en general. Estamos seguros de que es posible conseguirlo y que el resultado, convenientemente difundido, merecerá la pena.

¡Nosotros también queremos formar parte del grupo de amigos de los bosques!

Bien, hemos estructurado la comunicación en dos partes, una testimonial y otra creativa.

Previamente a su desarrollo, incorporamos una cita atribuida a una persona especial, todo un ejemplo de superación y esfuerzo que pese a su sordoceguera, fue capaz de demostrar que se pueden alcanzar numerosas metas gracias a la tenacidad y la ilusión: Hellen Keller. Su anhelo se traduce así: "Daría un largo paseo por el bosque y embriagaría mis ojos con todas las bellezas del mundo de la naturaleza, intentando desesperadamente absorber el gran esplendor que se despliega en todo momento ante los que pueden ver." Os invitamos a reflexionar sobre el significado de estas certeras palabras.

A continuación hacemos una advertencia: Las personas ciegas somos individuos antes que discapacitados. No se debe caer en la tentación de generalizar, ha de huirse de los tópicos, por lo que, lo que a nosotros nos sugieren los bosques, es sólo fruto de nuestro amor por ellos, lo cual no significa que todas las personas invidentes sientan lo mismo, ni mucho menos.

A partir de aquí, hago un repaso de cuál ha sido, desde mi niñez, el modo en que he ido relacionándome con los bosques, desde las arboledas de chopos en mi pueblo soriano hasta los majestuosos hayedo de Irati o acebal de Prádena. Recuerdo, un lugar emblemático para mí, al que siempre que visito mi pueblo, me acerco porque simboliza la memoria de mis orígenes, el Árbol del río Manzano.

Mis juegos de niño, mi imaginación, hija de las lecturas, y los paseos junto a mi padre han alimentado, desde siempre, mi amor hacia los espacios arbóreos.

¿Que cuáles son los regalos que he recibido, a cambio, de esa caja mágica que son los bosques? Ante todo, paz que aliviara el desasosiego de mi espíritu, calidez que mitigara el frío de mi alma en los momentos de soledad y sueños en forma de aventuras, encantamientos y hazañas legendarias.

El bosque me acompaña siempre que paladeo un licor de arándanos, que toco la hoja de castaño que me regaló, una vez, un ser especial o cuando contemplo la figura que compré, siendo adolescente, tallada en madera de los pinares sorianos.

Quiero obsequiarles con mi símbolo de cariño, en forma de caricia, poner mis manos en sus troncos e impregnarles mi huella, transmitirles mi gratitud, escuchar su voz.

En cuanto a lo que percibo dentro de ellos, os cuento: se oye el silencio, un silencio relajante traído por el rumor del viento al acunar sus hojas y por las melodías de sus moradores; siento que paseo por una alfombra mullida y turgente; que descubro sus texturas cargadas de mensajes; y que me empapo de sus olores, fragancias preñadas de vivencias, y recuerdos, el más natural de sus aromas.

En el bosque, por sus características, los sentidos se agudizan, se abren cual poros sedientos que necesitan embriagarse _como decía Hellen Keller_ de tanto goce, de tanta variedad de estímulos.

En fin, dentro de un bosque me siento a gusto, disfruto en plenitud, me imbuyo de todos sus dones y cuando salgo de su seno, es como si me renovara, como si volviese a resurgir la energía de la vida en mi cuerpo.

Pero, además, he de resaltar el poder evocador del bosque. La capacidad que tiene de inspirarme, seguramente a partir de las lecturas y películas, para fantasear con encuentros inesperados con seres misteriosos: ancianas curanderas, recios pastores, hermosas doncellas o genios increíbles, duendes y hadas.

En este sentido, la segunda parte de lo que compartiremos el próximo día 5 de noviembre, a la que aludía al principio se traduce en un cuento, uno de ésos que semanalmente voy publicando en mi blog, Tiflohomero y que quiere ser una historia desempeñada por alguien como nosotros que se decide a afrontar una jornada en la naturaleza aun estando privado de la visión, un día de senderismo por un monte mágico. Lo que al protagonista y a su acompañante les acontezca, lo que el sueño y un mágico hallazgo les depare, serán el núcleo de un hermoso romance nacido a partir de la complicidad de un árbol centenario y de una sabia hechicera.

Un relato, en fin, que invita a soñar, a entregarse a los designios del destino y a atreverse a dejarnos cautivar por sus dones.

En definitiva, nuestro afán no es otro que aportar otra perspectiva de los bosques, en la que queremos ir más allá de una mera imagen estética o utilitaria de sus funciones. Queremos hacer hincapié en su dimensión sensorial y mágica. Queremos invitar a que, cuando se viaje a su interior, se haga con la mente despierta y con el ánimo de sentir, de dejarse atrapar por todo un mundo de sensaciones que, por supuesto, incluyen las visuales pero que abarca otras muchas. ¿Os las vais a perder? No lo hagáis, os proporcionarán grandes dosis de felicidad.

Alberto Gil Pardo y Elena Rodrigo Izqierdo

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jueves, 3 de noviembre de 2011

Mi último viaje: por tierras catalanas

Por fin puedo compartir una nueva experiencia viajera, otro periplo, otro viaje aprovechado intensamente..
Al hilo del puente de Todos los Santos quise conocer personalmente, ponerle voz y cercanía a otra de esas personas buenas con las que cuento como seguidoras de mis andanzas, otra excelente amiga, Trini. Para ello me desplacé a la comarca del Bajo Ampurdán, en Gerona y, de paso, visité la capital (que no conocía y tenía gran interés en hacerlo) además de volver a pasear por Barcelona descubriendo nuevos rincones y espacios.
Llegar a una estación de tren y ser recibido con la alegría de un reencuentro es maravilloso.
Intercambiarnos productos que simbolizan cariño, ganas de proporcionar felicidad e ilusión es muy hermoso y emocionante.
Y percibir la calidez de la complicidad y ser aceptado te llena, te hace sentir pleno.
Paseamos, con el permiso de una lluvia que cedió su lugar a un sol otoñal luminoso y que quiso dejarnos vía libre para disfrutar y empapar los sentidos de naturaleza viva. Degustamos ricos manjares que se enaltecen al ser compartidos, desde esa ensalada otoñal con higos y setas hasta esas castañas asadas pasando por un entrecot soberbio y un atún exquisito hasta , cómo no, por dulces sublimes con nombre de galletas de mantequilla caseras, piña a la catalana (medio tronco vaciado y llenado con crema catalana y trocitos) hasta el bisbalenc o brasset de creme).
Y pisamos lugares en los que la historia fue presente haciendo que se estimule la imaginación, al tiempo que te hace sentir protagonista. Evocar a aquel médico ciego
Que fuera personaje de novela, a la época medieval o a aquella actividad cultural de un tiempo tan atractivo y rico como fue la segunda mitad del siglo XIX.
Desde una visita guiada por el Gran Teatro del Liceo y la Sagrada Familia, además de estar en el parque de La Ciudadela en Barcelona; el paseo por la judería gerundense (con sus callejuelas y la casa de Isaac el ciego, hoy museo) y la entrada a la catedral, su puente sobre el Oñar, diseñado por Eiffel y el centro histórico, con su muralla y plazas, repletas de animación; hasta la playa de L’Estartit, con su rompeolas y su puerto deportivo; pasando por Corsá y sus árboles, además de sus casas centenarias;La Bisbal, con su castillo, pastelerías y tiendas de cerámica, y antigüedades; y Palau-sator, con un restaurante en el que comimos como los reyes y su torre del reloj fueron todos ellos lugares contemplados con deleite e intensidad.
Unos días, en definitiva, vividos en plenitud, que han dejado huella imborrable en mi memoria, otro noviembre mágico que no olvidaré.
Sensaciones de emoción, goce, descubrimientos, momentos inolvidables. El agua fluyendo impetuosa por ríos y ramblas, los olores acentuados,el silencio en el campo.
Las anécdotas que adornan todo ello: desde ese vigilante que se las da de perspicaz ingenioso al creer que necesito el paraguas para apoyarme en él (como si cualquier cosa valiese de bastón y no importase que fuera cogido de un brazo amigo) en la exposición de un representante del modernismo, las calabazas que ay en la entrada del restaurante donde nos dimos un gustazo (como si creyesen que lo que allí se da no es amor sino…), los pequeños cangrejos que se ponen en guardia levantando sus pinzas a nuestro paso, la reivindicación que hago en el Liceo para que se disponga de audiodescripciones en sus instalaciones, una vez más las maquetas parapetadas en vitrinas que me las hacen inaccesibles, en fin lo de siempre, una cola que nos saltamos por aquello de que los cieguecitos ya que no podemos ver, al menos no tenemos que esperar o un cerrojo con forma de culebra con su boquita y todo.
Así pasaron cinco días especiales, cinco días que mitigaron el sentimiento de soledad del que hablaba la pasada semana y que fueron toda una esperiencia. ¿Cómo darles las gracias a quienes la hicieron posible?

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