martes, 6 de diciembre de 2011

Córdoba: celebrando la discapacidad

Entre este pasado sábado y ayer tuve ocasión de disfrutar de un nuevo viaje, una nueva aventura a ciegas. Se trataba de, con la compañía de mis queridas Nuria y Elena, emprender mi último periplo viajero de este 2011 tan plagado de nuevos lugares descubiertos (yo que digo ser un homo viajerus frustrado). ¿El destino? Córdoba, la milenaria, la capital del califato omeya andalusí. Además, por coincidir con el 3 de diciembre, sería una buena fecha para celebrar la discapacidad, comprobar que más que tal, de lo que debe hablarse es de capacidad diferente.

Desplazarnos en un tren al que te ayudan a subir y bajar. Tres ayudas por una. Vamos a la OCA (ya se sabe: de oca a oca… y ciego porque te toca ), Oficina Central de Atendo –atención a personas que necesitan ayuda para su viaje en tren_. Vienen a buscarnos. “Ahí están, mírales” (así oímos que se dicen quienes nos prestarán la asistencia). Parece que nos habían estado buscando ya que no fuimos al lugar de encuentro que hay establecido para el caso (ah, qué ciegos más díscolos). Pero es que nos resultaba más fácil ir a la sede de la OCA que al otro punto.

Llegar a un hotel, ya en Córdoba, con nombre de Amistad (no podía tener otro, yendo quienes vamos) y encontrarnos con un caminito que lleva desde la verja de entrada al pie de la escalera. “No, si se pensó para que hiciese juego con el empedrado del entorno”. Ah, estética y accesibilidad, ¿conceptos contrapuestos? No, complementarios. Ascensor con botonadura en braille, número de la habitación en relieve, que lujo.

Conocer la mezquita cordobesa. Toda una proeza de esplendor artístico, pero más aún: el folleto explicativo del monumento que nos dejan, con su plano y todo, ¡en braille! Qué detallazo.

Ir a cenar a un típico restaurante con ciegos amigos residentes en la ciudad, con los que conversar de ciegadas y cieguerías. Descubrir que la carta está en braille, poder leerla y hacérsete la boca agua al par que los dedos leen promesas de ricos manjares con nombres de berenjenas a la miel, flamenquín, salmorejo o patatas moriscas.

Pasear por sus calles y plazas, unas laberínticas, otras amplias, buscar referencias de fuentes que suenan,villancicos rocieros que son baliza, una puerta de muralla con nombre de director de cine (Almodóvar), pasarelas de madera o metal, tipos de suelo empedrado, liso, rugoso_, traqueteo de caballos que pasean carruajes . Referencias, referencias para no perderte paloteando.

Patios que mantienen su frescor y belleza vegetal aun en estos fríos invernales, llenos de romanticismo; estatuas, leyendas, toreros, religiosidad popular, con devoción al Cristo de los Faroles o a la Dolorosa; Cultura, tolerancia, saber de sabios (Maimónides, AlGafequi, Séneca); vida actual, con anuncios de Navidad, turistas, terrazas.

¿Carencias? ¿Deseos? En el Alcázar se ofrece un espectáculo de luz y sonidos, “¿podríamos disfrutar de él?” “NO, no; para ustedes no hay nada.” Museo de Medina Azahara, edificio recién inagurado, “¿accesibilidad para los cieguitos?” “¿Eso qué es?” Nada, nada vitrinas vitrinas. Todo muy bonito y esplendoroso, pero… un cristal se interpone entre los restos de lujos pasados y nuestras manos.

La mujer morena, la del mantón español, la guapa de la copla que pintara Julio Romero de torres. ¿Dónde está? Podría verla este ciego? “No, no; que para eso ya va usté mu bien acompañao con dos guapas señoras.” Bueno.

Una biblioteca en la Mezquita que contiene códices y antiquísimos manuscritos. ¿Se puede visitar, es que soy bibliotecario? No, no; está cerrada.

No noshemos privado de nada, un viaje redondo: 3 visitas guiadas que nos han hecho ver la ciudad, con sus distintas perspectivas y ángulos, y la que fuera Medina Azahara ahora en ruinas y meca del boato musulmán, mil años atrás; hemos paseado, teteado (¿qué té pido yo? ¿Un Mira la Noche le va bien? Ummmm, si yo mirar, lo que quiero es mirar otras cosas, pero si no hay más remedio…); hemos montado en coche de caballos emulando a los rosiero de pro; hemos comido en un palacio unas rosquitas soberbias rellenas de jamón y queso; hemos golosineado dulces a base de sorbete de mora (miren que yo busqué y busqué a ver si le encontraba a la urí la melena y demás curvas, pero nada, que resulta que era un helado), un borrachito de merengue gratinado al horno y, cómo no, el típico pastelón (hojaldre relleno de cabello de ángel, o a lo mejor, de Ángela). Y oigan, que nos hemos querido traer uno cada cual y que cuando nos los entrega la dependienta nos quedamos anonadados con las cajas. Y hyo que me digo: “y yo con mi pastelón como un….”. claro, cómo no vas a escuchar que alguien diga: “adónde irán esos?” Y nosotros que pensamos, qué razón tiene la señora.

Ah, y en medio del paseo en el coche de caballos, por cierto caballos con apelativos de Felipe y Pantoja (qué menos), en una paradita escuchamos el sonido de agua que fluye. ¿Será el chorrillo de una bonita fuente de las tantas que hay? No, señores; es uno de los caballos que, mientras el cochero habla a través del móvil (bonita paradoja) ha aprovechado la parada para echar una meadita (bueno, digamos mejor un meadón que rima con…).

Historias que tratan de la hija de cierto corregidor que, por avara, quedóse cautiva en el subsuelo del palacio paterno, encerrada para siempre y que aún hoy se la oye lamentar con aullidos en la noche. Un indio de la India que construye una casa increíble por enamorado ¿de Córdoba? ¿De una cordobesa? Una hermosa mulata que fue presa por hechicera y que pintó un barco en la pared de su celda con el que huyó delante de su carcelero…

Es lunes por la tarde, he felicitado los 15 años de mi sobrina y la estación de tren nos aguarda para el regreso a la cotidianeidad.

Todos estos, recuerdos, imágenes que quedan en mi retina de ciego, vivencias, aprendizajes.

Pero, como siempre, más allá de todo, por encima de todo, amistad compartida, armonía, riqueza en valores.

¿Cómo no saberme un privilegiado? ¿Tener la certeza de que lo soy?

¿Y mi próximo viaje? Los Reyes Magos tienen la respuesta.

2 comentarios:

Piedad dijo...

Hola, Alberto.
He paseado contigo por las calles de Córdoba y puedo asegurarte que ha sido un placer... me he divertido tanto como vosotros y me he reído un montón, sobre todo con la meadita del caballo, jajaja.
Ahora a ver qué viaje te traen los Reyes Magos... pero antes hay que celebrar la Navidad ya próxima aunque todavía habrá tiempo para leer alguno de tus cuentos o relatos... Mientras llega te dejo un cordial saludo y toda mi admiración por tu valentía.

Mercedes Pajarón dijo...

Y qué grasssia le hah puehto a tu crónica, shiquiyo! Me ha encantado.

Un besósculo y unas berenjenas con miel!

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