Tras un fin de semana viajero, pongo el cuento de cada domingo.
Que os haga soñar.
Feliz semana y que el otoño sea estación de aromas y colores que inviten a la serena reflexión y a la paz.
Un abrazo.
Porque hay flores a las que todo el mundo recuerda: la rosa de los vientos o los jazmines en el ojal, pero hay otras de las que nadie tiene noticia, la diosa Flora creó el Jardín de las Flores Olvidadas, un rincón mágico y secreto al que irían a parar todas aquéllas que alguna vez fueron importantes para alguien. Un día, una niña se extravió y fue a parar a él. Vagó por sus parterres y frondas, y justo cuando vislumbraba la salida, sus ojos se encontraron con una lavanda. La acarició y se hicieron cómplices. Despertó teniendo la certeza de que su descubrimiento había sido real. Siempre la recordó y buscó. Creyó que nunca la hallaría, ¿cómo había de poder mantenerse fragante? Otra noche, siendo ya anciana, llegó a su rutina el dueño de los ojos que, un lejano atardecer, le robaron el corazón. Portaba una flor. Y entonces, su alma se llenó de luz, sabedora de que volvía a aquel jardín. Al tiempo que su cuerpo descansaba, al fin, en paz, la muerte no pudo borrar la felicidad de su rostro ni tampoco la frescura de la lavanda a la que se aferraban sus huesudos dedos.
domingo, 25 de septiembre de 2011
El Jardín de las Flores Olvidadas
Publicado por Alberto en 9:11 p. m.
Etiquetas: Relatos
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1 comentario:
Precioso el cuento. Aquí me tienes otra vez, recibí tu mensaje por email. Saludos.
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