miércoles, 23 de diciembre de 2015

Balance 2015: un año cinco estrellas



Llegado a estas fechas me gusta compartir contigo mi personal balance del año, no por presumir ni vanagloriarme o dar envidia, si no por agradecerte todo lo que haces por ayudarme para conseguirlo y servirte de estímulo porque, no lo dudes, es posible atreverse a soñar con alcanzar metas y conseguirlo. No podemos resignarnos a dejar que los días pasen si no a pasar nosotros por los días dejando nuestra huella y recibiendo la energía de la experiencia.
Pues bien, si 2014 fue un año de turbulencias enmocionales, éste diría que ha sido el de la redención y la plenitud.
Han sido muchas las experiencias inolvidables vividas, muchas las personas nuevas que he encontrado en mi camino y muchos los momentos compartidos a cuenta de esas experiencias y esas personas de las que tú, sin duda lo sabes, has sido protagonista principal.
Comenzaba enero con una visita a Fitur inolvidable, cogido del brazo de el gran Dieguito en la que dimos muchísimo color con azafatas de la feria y discurso improvisado en el auditorio de Mi Nube.
Febrero me depararía un cocido fastuoso en Casa Carola con el que daría inicio a esa mágica relación con los quintos del 64 del pueblo manchego de Cabeza Mesada, recibiría la noticia de que había sido galardonado con el primer premio Tiflos de Cuento para escritores con discapacidad visual  y la impartición de una charla a padres de niños con Síndrome de Down de la mano de Rocío, y la Fundación Lakus Aragón en Zaragoza, sería fantástica dando a la familia su verdadero valor y esencia.
Marzo acabaría con un viaje a Oporto y Guimaraes en el que visitaría una de las librerías más maravillosas del mundo y conocería a Sveti, la dulzura en persona, además de a Teresa, una de las jardineras de la luz hecha teatro salmantino.
Abril me llevaría nuevamente a tierras murcianas y al alicantino pueblo de Rojales y sus leyendas para que mis ojos del corazón volvieran a iluminarse con la luz del Mediterráneo y la amistad.
Mayo haría que me adentrase en el mundo de la ópera y la accesibilidad en el Teatro Real de Madrid, algo que culminaría en julio con mi encuentro con Plácido Domingo junto a la Fundación Vodafone y la tecnología, pero también viviría la ceremonia de entrega del Tiflos y un nuevo viaje a tierras de Jaén.
En junio volvería a mi Asturias querida para presentar, ya lo había hecho también en Madrid y Murcia, Mis pequeñas odiseas, pasearía por Candás y Luanco además de sentirme todo un marqués celebrando el cumpleaños en la Vetusta de Clarín. y recibiría uno de los mejores premios que jamás habría imaginado recibir, ser declarado Quinto de Honor un 13 de junio. Y yo que pensaba que me había dejado los alfileres para ponérselos a san Antonio y resulta que recibí semejante distinción a cambio. Qué cosas, Albertito.
En julio regresaría a tierras vizcaínas para emocionarme con la hospitalidad vasca, , además participaría de una experiencia pionera de la accesibilidad al mundo de la pintura en el Museo del Prado, al visitar la exposición de réplicas en relieve “Hoy toca el Prado”.
.En agosto un nuevo viaje europeo nos conduciría a la tierra de los cuentos y el diseño, del Lego y el Diamante Negro, Dinamarca.
En septiembre me imaginaría trasladarme en el tiempo junto a los monjes del monasterio de Silos y el desfiladero de Yecla, mis madrinas viajeras me regalaron su compañía y aliento, como tantas otras veces.
 En octubre culminaría, yo también haciendo presente al braille, los actos de homenaje a Santa Teresa de Jesús, yendo a Segovia a leer un par de poemas de los místicos castellanos, igual que lo hiciera, en mayo, en Salamanca o, en marzo,  en Madrid, en la propia ONCE.
En noviembre volvería a practicar la solidaridad por medio de Alaine y la Fundación que lleva su nombre, descubriría la forma de sentir el Alto Tajo y me liaría la manta a la cabeza para pasar un día mágico en La Cabrera junto a brujas y princesas del bosque maravillosas, siendo objeto de la interpretación al piano de una dedicatoria especial.
En diciembre, por fin, llegaría el reencuentro con Barcelona y mis queridos Jaume y Merceditas, la Cultura saldría a mi encuentro en una semana que resumía el año a través de la lectura de Kafka, la música de Amaya Montero, la fantasía de Alicia en el País de las Maravillas y el teatro de Calderón de la Barca.
Doce meses, doce experiencias increíbles.
¿Y las personas? Mis nuevos amigos y amigas, mi luz: a Angelines y Pedro, a Inma y Antonio los conocería en la Carola entre plato y plato de cocido; a Maribel, Juan Carlos y Leire, yendo a Valladolid para encontrar la senda del tiempo; a Maribel, Jesús y Quique, al querer lograr que la Cenicienta supiera que siempre es Princesa sin que importe que den las 12 de la noche; a Marta, al buscar la risa en el ingenio de Luis Piedrahita; a Mayo Muñoz volviendo en un autobús de Soria a Madrid; y a Vicente o Pilar, al acogerme entre los que cumpliremos 50 años al año que viene y que una vez estudiamos juntos hace ya tanto.
Sí, nuevos amigos y amigas, pero también los de siempre siguen ahí: Elena y Nuria, Carmen, Paco y Pili, Diego, Miguel, José Mari… y los que habiéndose distanciado sé que siguen queriéndome como si no hubieran pasado los años.
La literatura, cómo no, también ha sido fiel compañera de mis días a través de esos Motivos para sonreír que tanto han gustado, de esas definiciones de la Vida en 100 palabras y esos cuentos de mi amiga la Vieja Dama. Y la lectura, gracias a las tertulias en el Ferreiro y Casa del Libro o a recomendaciones que me atraparon.
 Fui objeto de entrevistas periodísticas memorables que jamás creí protagonizar, comenzando el año con toda una página en el Heraldo de Aragón, gracias a Nuria; apareciendo en la Revista Tiempo y la Nueva España o en medios de ONCE además de que la radio también me ha querido escuchar con recomendaciones viajeras y literarias en El dinosaurio de Radio Pinatar, Gente Viajera de Onda Cero o Los ojos de Bartimeo de Radio María y el Mundo de las palabras perdidas de AS Radio.
He descubierto lugares magníficos para degustar en buena compañía ricos manjares como la Tetería Vailima, el Federal Café o el restaurante Palacio de Cibeles.
En la parte laboral estoy mejor considerado que en años anteriores, siguen contando conmigo para impartir charlas, en este caso, sobre la importancia de los cuentos a la hora de transmitir valores, el Club Braille que desde hace 11 años coordino, ha mejorado en su participación y actividades y he continuado aprendiendo para hacer llegar mejor la lectura con todo lo que significa para todo el mundo, pero en especial para los ciegos.
En fin, seguro que me dejo cosas, seguro que debiera mencionar a más personas y anécdotas, pero no quiero alargarme. Es mucho lo experimentado y compartido durante este año, la salud se ha portado y mejor aún, mi familia sigue junto a mí al completo. 2016 llegará, es año bisiesto, seguiré queriendo hacer más, compartir más, aprender más; vivir, en definitiva. Cumpliré medio siglo de existencia y creeré, a pesar de todo, que es tan poco lo que hago por ayudarte y ayudar a hacer de este mundo un hogar más cálido. Sé que es poco, pero por poco que sea, cada vez que con algún gesto mío alguien es un poquito más feliz y se emociona, mi ceguera se transforma en luz radiante.
Gracias por ser arco iris en mi horizonte, por acompañarme y comprenderme, por dejarme ser uno más.
Felices fiestas, feliz 2016 y que la luz de la ilusión te acompañe siempre.



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