lunes, 6 de enero de 2014

Navidades 2013: anécdotas y recuerdos

Tocan a su fin las navidades de 2013. Ojalá hayan sido para ti realmente navidades, con lo que ello significa: esperanza, deseos de paz y bien, encuentros gratos y motivos de celebración.
Quiero compartir contigo algunas anécdotas y recuerdos de las mías, con el ánimo de hacértelas más próximas y ayudarte a reflexionar sobre esos pequeños detalles que las hacen grandes aunque pasen desapercibidos en no pocas ocasiones.
Comenzaron para mí el día 21 con un viaje cargado de nostalgia y emotividad a mi pueblo soriano. Hacía muchos años que no pisaba sus calles y campos en estas fechas. Aprovechamos para llevarnos productos de la tierra que compondrían las comidas festivas: cardo (para ensalada y cocido), caza (perdices, corzo y liebre), nueces, orejones y ciruelas pasas. Mi hermano lo hizo posible, dejando constancia, como siempre, del lujo que supone tenerlo por tal. Además, tuve ocasión de compartir viandas en el bar, que antaño fuera parte de las escuelas, en una mesa de concordia y calidez. Me sentí verdaderamente Bien (con mayúsculas). Comenzaba el itinerario de lo auténtico y esencial de la vida (naturaleza, familia y experiencia) que se ha constituido en denominador común durante estos días. Al tiempo, recordamos, cómo de niños, el 24 de diciembre se montaba una gran hoguera en la plaza del pueblo, la zambomba_ y cómo con sus brasas, luego se iba de casa en casa para venderlas y sacar unas perrillas con las que comprar guirlache y anís.
Los olores a guisos de mi madre han sido una delicia gloriosa para mi olfato. Qué placer da llegar a casa, tras pasear del brazo de mi padre y oler los efluvios de cocinera maestra de mi señora madre.
El tacto se dio su cuota de gusto al hacer cosquillas a mi sobrina pequeña y ver cómo se quedaba dormidica feliz. Fue fantástico.
El oído se sonrió al escuchar el acento maño de las mañas, la música de gaita y jota y los comentarios de esa niña que le pregunta a su madre, cuando se dirige a la cabalgata de Reyes: “mami, ¿por qué no hay nubes en el cielo?” A lo que la madre le responde: “porque están viendo a los Reyes Magos”. Me imaginé su carica.
El asombro vino cuando me entero de que el 23 han robado la figura de Melchor del belén de la Plaza del Pilar. Dos días después aparecerá en una calle, al otro lado del río, eso sí, sin el cofrecico. Qé cosas.
 La sonrisa viene de la mano de los animales: a mi amigo Mariano, su nuevo perro guía, se le come los turrones que había dispuestos en semejante bandeja y el día de año nuevo, una joven que vuelve de juerga mientras yo me dirijo a misa, le cuenta a alguien que “aún no le ha dado de comer al conejo” (ummmmm, jajaja).
Claro que también sonrío al sostener un bolígrafo gigante que me deja mi sobrina y fantaseo con que semejante artilugio no puede ser otra cosa que augurio de escritor empedernido.
La emoción se hace amiga de mi alma al comprobar que mi sobrina mayor se ha hecho mayor y sale de juerga hasta “pronto por la mañana” y mis padres, y yo, la esperamos inquietos hasta que la oímos abrir la puerta aunque nos alegramos porque viene bien, cansada pero contenta.
Sigue la emoción cuando nos juntamos toda la familia, estamos juntos, cuando recibo mensajes y llamadas tuyos, y cuando degusto el roscón. Cuando meriendo con ellos, después de darnos un garbeo. Me gusta visitar un curioso belén compuesto de oficios y casas tradicionales aragonesas, usos y costumbres que me evocan a mis tiempos en que trabajé por tierras del Somontano y de Teruel.
Y los regalos, cómo no. Más allá de la Ilusión y la Luz que recibo por parte tuya, una gorra de gentleman mu elegante y un cucharón son símbolo de cariño, utilidad práctica y originalidad.
Tampoco olvido ese especial bizcocho que nos trae mi cuñada, receta originaria de las Descalzas Reales de Sevilla, que simboliza dulces promesas. Su elaboración requiere que se pase un vaso de masa madre a modo de testigo y se vaya haciendo a lo largo de 10 días. El turrón de yema que nos cocina tampoco es moco de pavo. Una artista, mi cuñada.
He leído algunos librillos, claro que sí, y mi Iphone ha sido protagonista, aportándome utilidades interesantes: un juego accesible de preguntas y respuestas, nuevos seguidores y fotos que comparto en Twitter y Facebook, haciéndome con ello, presente y aprendiendo cosicas nuevas cada día.
Ah, diréis: “qué baturro vuelve el Albertito, que todo lo acaba en ico”, jejejje.
Paz y bien, salud, sorpresas y magia. Que 2014 nos depare encuentros y más anécdotas.
¡Va por ti y los tuyos!


1 comentario:

apm dijo...

Parece Alberto que las navidades con las que has despedido el año han sido más que buenas... me han encantao tus anecdotas y recuerdos, y sobre todo, eso que cuentas de volver a casa y volver a oler -y a comer- las comidas caseras de tu madre: te comprendo perfectamente porque yo siento lo mismo.
Me sumo a tus deseos para este nuevo año recien estrenado... que sí, que haya con generosidad rebosante paz, salud, amor, armonía, trabajo, y un poquito de humor.

Mil besitos gordotes

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