miércoles, 4 de septiembre de 2013

Fuentestrún, 2013: la guinda de mi verano



“A esta hora os escribo este último mensaje desde el lugar en el que tantos años atrás aprendiera, de forma autodidacta, a escribir a máquina. Como si el tiempo no hubiera transcurrido.
 Día de despedidas, despedidas de los caminos de mi pueblo, de los encuentros con mis mayores y sus mayores, de buenos deseos de volver a vernos.
 Esta tarde montaré en el autocar que me devolverá a Madrid. Y lo haré con espíritu pleno tras días intensos de naturaleza y familia, de ricas viandas y de sabiduría popular.
 Tardaré en volver, ya será en 2014 y espero hacerlo con el deseo de que mis seres queridos sigan aquí. Porque, de otro modo, ?quién me dejará su brazo para pasear? ?Tendré entonces que recurrir a ese pedazo de metal que me guía, ese bastón blanco que ahora dejo en la maleta?
 Y querré que ese árbol centenario, ese chopo, continúe junto al lecho de ese río Manzano ahora seco, eterno testigo de mi caminar y mis sueños.
Ah, los veranos de mi pueblo tan especiales por retornar a las raíces y por ver cómo mis padres se alegran de que vuelva. Más allá de mis zascandileos por el mundo y de mis rutinas de ciudad, a uno siempre le emociona volver a pisar las calles del pueblo, en realidad aldea meseteña, de acercarme por la casa en la que nací y el camposanto en que descansan mis antepasados y en el que querré que se depositen mis despojos de lo que un día fui para que se cierre mi círculo de vida aunque, ésta es mi ciega certeza, no habré muerto porque habré dejado mis huellas en forma de escritos y recuerdos de aquéllos a quienes alguna vez di luz.
 Desde la meseta soriana, con sus colores dorados y parduzcos, sus verdes y azul, !siempre adelante!”
Pues bien, una vez regresado sin novedades anoche y hechas algunas gestiones aprovechando que aún hoy no trabajaba, empezaré mañana, resumo estos días de vacaciones sorianas.
Llegué un lunes 19 de agosto en plenas fiestas con ambiente de algarabía y música, con la perspectiva de la comida popular tradicional del día siguiente.
Si el año pasado mi pueblo me deparó experiencias como campanero y escritor, este año no ha sido menos y me traigo de regalo el haber tocado un águila de Harris y una buha con su fino plumaje, sus garras y picos de cetreras; el haber presentado Vacíos del pasado, una actividad plástica que busca homenajear a quienes tienen que dejar su pueblo, al par que denuncia el abandono de las zonas rurales; y el disfrutar de una inolvidable mañana, cargada de emociones y energía,  de monte junto con mi padre y hermano por parajes, tocando lindes recién implantadas en la Tejera, plantas como el espliego o la manzanilla y esas sólidas piedras que un lejano día fueron muralla de castro celtíbero, lugar donde germinó en mí la semilla de arqueólogo, olores, sonidos y texturas genuinas.
Días de tranquilidad, de cariño y de descanso.
Las calles de mi pueblo ahora tan bien arregladas, sus plazas, su iglesia con la torre recién restaurada son rincones en los que sigue viva una forma de hacer y existir, , ese bar que fuera salón de escuelas y que se ha convertido en lugar de encuentro.
En fin, días que han complementado de la mejor manera unas estupendas vacaciones coronando esos viajes a la comarca de la Vera y a la Perla del Danubio, un lujo de verano, sobre todo porque en cada momento he gozado del afecto y la complicidad de mis seres más queridos.
Poco he leído porque se me estropeó el reproductor de libros, algo he escrito gracias a la tecnología, pero sobre todo, mucho he atesorado en forma de entrega, palabras y tradiciones.
Que vuestro verano también haya sido pródigo en encuentros, emociones y experiencias. En definitiva, en vivencias.

2 comentarios:

brujita dijo...

Fructífero tu verano Alberto, y ahora con las pilas recargadas vuelves con nosotros... Yo por mi parte estoy dando fin a mi estancia en Miróbriga y el próximo miércoles regreso a mi querido Calpe, a llenarme de azules durante algún tiempo.

Mil besos volados.

Alberto dijo...

Brujita querida, sí; vuelvo ilusionado y contento de este verano.
Ah, esos azules del Mediterráneo que yo recuerdo de las pinturas de Sorolla. Qué suerte tienes por poder verlos y llenar tu retina con su luz.
Besitos volados y sentidos también para ti.

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