Frente a este mundo que, parece estar avocado a una crisis inexorable, en el que la libertad se ha metamorfoseado en esclavitud del éxito, las modas o el poseer, quiero apostar, como única forma de supervivencia, por el valor de la persona como tal.
Frente a la soledad que, a tanta gente afecta, a la incomunicación, debemos buscar la escucha por encima del ruido.
Frente a la falta de unos cimientos sólidos asentados en los valores y los principios, hemos de recuperar esa tradición de esfuerzo y de crecimiento interior por medio de la cultura y de la ayuda sincera.
Frente a los malos modos, la rabia, la frustración, hemos de regalar una sonrisa agradecida, algo pequeño pero que dé aliento de esperanza.
Que seamos capaces de renunciar al tenerlo todo ya, y a las distintas clases de drogas que traen la oscuridad. Busquemos la lucidez, como una luz interior que alumbre nuestro camino hacia un futuro mejor, más cálido.
Sí, lo sé; soy diferente, cada uno lo somos. Yo llevo un bastón blanco que me distingue de lo estándar. Pero esa diferencia, estoy seguro, de que sirve a los que me rodean de estímulo, porque demuestra que cuando uno lucha y confía en sí mismo, eso sí, con sencillez y humildad, con la fe que mis padres me enseñaron, es capaz de superarse y de encontrar razones sólidas para… ¡ser feliz!
domingo, 1 de junio de 2008
El valor de la persona
Publicado por Alberto en 6:00 p. m.
Etiquetas: Reflexiones
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1 comentario:
Por supuesto que sí, hay que luchar para ser feliz. Siempre.
Un abrazo.
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