Buena noche de domingo.
Aquí mi nuevo cuento semanal.
Tras, un fin de semana espléndido, disfrutando de la
familia, afrontamos la nueva semana con fuerza e ilusión.
Que tú también lo hagas así.
Un abrazo.
La excursión nocturna
Qué felices se las prometen Nelly, Chon, Andrea y Jaime esa
noche de invierno al preparar su excursión.
Se trata de practicar senderismo nocturno por un paraje
idílico. Saben que está rodeado de leyendas y castros abandonados, santuarios
milenarios de piedras mágicas. Un río caudaloso, robles y abetos, algún que
otro barranco.
La noche elegida es propicia pues habrá luna llena y las
previsiones meteorológicas anuncian temperatura llevadera.
Se pertrecharán de todo lo necesario, incluidas linternas, y
bengalas, por si acaso. Se asegurarán de que los teléfonos móviles estén
convenientemente cargados y el hecho de ir en grupo da seguridad.
No es la primera vez que se atreven con semejantes aventuras
y siempre les ha ido bien. Llevan años saliendo los cuatro juntos en pos del
ejercicio físico, la naturaleza y el disfrutar en plenitud de la superación en
equipo. Progresivamente fueron ganando en confianza entre ellos, incrementando
el grado de dificultad de las marchas y el tiempo dedicado. En fin, que han ido
acumulando recorridos por montañas, bosques y costas. No hacen ascos a otro
tipo de viajes menos exigentes, pero realmente con los que más disfrutan es con
los de senderismo.
Dan comienzo a la etapa cuando aún es de día. Poco a poco,
conforme vayan ascendiendo caerá la noche. Todo va bien. Se sienten seguros y
relajados. Los primeros escollos los superan sin gran dificultad.
-Tened cuidado. No os confiéis.
¿Quién habla así? ¿Es el viento que ha empezado a
levantarse? ¿Serán los árboles que pretenden avisarles? ¿Será algún lejano
antepasado celta?
-¿Oísteis eso?
-Sí, algo pareció, pero no hay nadie por aquí. ¿No habréis
querido dar ambiente a la excursión y habéis imitado a alguien?
-Bobadas. Sigamos adelante y lo que hace falta es que no nos
despistemos y no abandonemos el sendero marcado.
-Eso si no se nos acaban las marcas.
-¿Nelly? ¿Dónde está? Dijo que siguiéramos adelante, que iba
a hacer un pis. ¡Nelly!
-Regresemos por ella.
-Seguid adelante. Yo ya nunca podré hacerlo.
-Dios, qué voz. ¿De dónde procedía?
-Parece que detrás de aquellas piedras. Vamos.
-No hay nadie. Aquí no está.
-Seguid sin mí. Yo ya nunca podré continuar.
-¿De dónde vino ahora? Me estoy empezando a asustar.
-De detrás de aquel bosque. La luna se refleja en los
árboles.
-¿Y si nos dividimos? Uno por cada punta. Yo no me voy sin
ella, por mucho que insista.
-Ni yo, chico. No creas que porque sea tu novia la vamos a
dejar abandonada.
-¡Aaaaaaaaayyy! ¡Dios, qué horror.
-¡Andrea! ¿Qué pasa?
Un sonoro batir de alas se escucha al mismo tiempo. Se
confunden con la noche que se ha oscurecido. La luna ya no se muestra, ha sido
ocultada por unas nubes negras. Todo está negro.
-Jaime, saca la linterna. No se ve nada. La mía… la mía no
funciona.
-La mía tampoco. Pero si nunca ha fallado. ¿Cómo puede ser?
Un siniestro sonido se escucha cerca, como si alguien descorriera
una trampa chirriante.
-¿Qué hacemos ahora, Jaime?
-Tranquila, Chon. Voy a llamarlas por el móvil…
-Ah, sí. Es verdad.
-No funciona tampoco. No sé.
-Seguid sin mí. Yo ya nunca podré continuar.
-¿La has vuelto a escuchar?
-Sí, pero muy débil. Y como si viniera de abajo, profunda,
lejana.
Las piedras, los árboles, las zarzas, el camino, los pájaros…
Todo ha desaparecido, oculto tras un siniestro telón.
-Dame la mano. Tengo miedo.
-Toma, y yo. Pero así no nos podemos quedar. Hemos de
encontrarlas.
-Usemos los palos de montaña para guiarnos. ¡Andrea! ¡Nelly!
-¿Qué toco aquí? Casi me caigo. ¿Será una raíz o un cuerpo?
Está frío, sea lo que sea.
Hace ya un rato que todo está en silencio. Tan solo pueden
escucharse las respiraciones aceleradas de Chon y Jaime.
-¿Y si lanzamos una bengala? Quizá alguien la vea y nos
busque.
-No sé, déjame avanzar un poco más.
Lo que parece ser una gran risotada rasga como si fuera un
puñal el silencio.
Nada podrán hacer por resistirse tampoco ellos. Una garra de
acero les arrastra. Nunca más serán vistos.Engrosarán la lista de desaparecidos
en los archivos policiales.
De nada sirvió usar los medios más modernos de localización
de personas. De nada sirvieron los perros adiestrados en semejantes labores. De
nada, tampoco, el seguir las huellas que dejaran.
Tan solo habrían podido sorprenderles, a quienes practicaron
las labores de búsqueda, el descubrir que había más piedras de lo normal en el
poblado celta abandonado. Si se hubieran fijado, acaso, habrían deducido algo.
Pero no, les faltaba imaginación y perspicacia, además de que nunca habían
visitado aquel paraje mágico. Total, no eran más que restos milenarios del
pasado, losas areniscas, lápidas funerarias.
Tiempo después, una pareja de enamorados llegará hasta allí,
disfrutando de la primavera en su esplendor. Se les ocurrirá sentarse en una de
esas losas, se enlazarán en un abrazo sin tiempo y en medio de aquel apasionado
abrazo, un susurro se colará entre esa pura manifestación de amor.
-Seguid sin mí. Yo ya nunca podré continuar.
Y, entonces, sí. Aquella pareja continuará. Llegará hasta
una cascada increíble y allí consumarán lo iniciado con su abrazo y, sin que
puedan sospecharlo, la vida germinará,. Y serán gemelos los que nazcan. Y, oh,
casualidad, les pondrán por nombre Asunción y Jaime. ¿Por qué?
Eso mismo ocurrirá poco después con otra pareja, también de
enamorados y nuevamente la vida germinará con otros dos gemelos, en ese caso,
niñas. Y sus padres les pondrán por nombre Nelly y Andrea.
Y los cuatro niños, llegarán a coincidir en el colegio de la
capital. Y se harán amigos. Y… ¿practicarán el deporte de senderismo?
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