jueves, 26 de febrero de 2015
Melodías
Buena
tarde:
Como cada
jueves, aquí un nuevo esbozo poético.
Con
cariño. Que te haga soñar.
Un
abrazo melodioso.
Melodías
Ya
canta el jilguero por las mañanas,
Ya la
brisa se aúpa en mis oídos,
Ya tu
voz brilla entre susuros,
Ya
suenan lindas lassonajas.
Me
pides que te diga una canción
Para
tararearla con tu voz.
¿No
sabes acaso que tu voz
Es mi
canción?
Las
notas de tu risa
Son
alegres corcheas
Que
pintan mi pentagrama
Con el
pincel de tus caricias.
El
violín de tus curvas,
El
piano de tu boca,
La
trompeta de tus... ¿pecas?
Orquesta,
toda tú, para mí es tu figura.
Canta,
silba,
Sopla,
pulsa,
Vibra,
afina,
Trina,
gorjea.
Tus
suspiros son melodía,
Tus
jadeos son canción,
Tus te
quieros, sinfonía,
Tus
abrazos, el mejor diapasón.
Melodías
que alegran mi ciego mundo,
Que lo
pueblan de luz y color,
Que lo
colman de deseo y amor.
Melodías
que llegan hasta mí en lo más profundo.
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Etiquetas: Aprendiz de poeta
lunes, 23 de febrero de 2015
"El barrio de la playa" de Begoña García Carteron
Lunes de libros
Buenas tardes:
Mi recomendación literaria semanal nos traslada a la
Barcelona del siglo XVIII. Aquí sus datos:
“El barrio de la playa” de Begoña García Carteron
Ediciones B, 2014. 368 págs.
Corre el año 1751, la guerra de Sucesión hace treinta y
siete años que acabó, pero muchos de los supervivientes todavía no han superado
las secuelas. Extramuros de Barcelona, junto al puerto, en un arenal inhóspito
ganado al mar y con el perfil de la fortaleza militar como telón de fondo,
muchas familias que perdieron sus hogares con la derrota malviven en barracas.
De allí sale un grupo de mujeres para hacer tareas de
limpieza en la ciudad, y el destino las llevará a trabajar en el interior de la
Ciudadela, donde tendrá lugar un hecho que cambiará la vida de todas y las hará
poseedoras de un pequeño tesoro envenenado que deberán guardar en secreto.
Un retrato fiel y emotivo de la gente humilde y trabajadora
de mediados de siglo XVIII a través del papel de la mujer. Una historia
trepidante que pasa en una época de cambios, a lo largo de cinco años, cuando
el arenal repleto de barracas se transformará en el barrio de la Barceloneta.
Una visión del puerto, del contrabando y de los bajos fondos
de una ciudad en pleno crecimiento. Una lucha en clave femenina para con-
quistar la libertad personal en tiempos de represión.
Corre el año 1751, la guerra de Sucesión hace treinta y
siete años que acabó, pero muchos de los supervivientes todavía no han superado
las secuelas. Extramuros de Barcelona, junto al puerto, en un arenal inhóspito
ganado al mar y con el perfil de la fortaleza militar como telón de fondo,
muchas familias que perdieron sus hogares con la derrota malviven en barracas.
De allí sale un grupo de mujeres para hacer tareas de
limpieza en la ciudad, y el destino las llevará a trabajar en el interior de la
Ciudadela, donde tendrá lugar un hecho que cambiará la vida de todas y las hará
poseedoras de un pequeño tesoro envenenado que deberán guardar en secreto.
Un retrato fiel y emotivo de la gente humilde y trabajadora
de mediados de siglo XVIII a través del papel de la mujer. Una historia
trepidante que pasa en una época de cambios, a lo largo de cinco años, cuando
el arenal repleto de barracas se transformará en el barrio de la Barceloneta.
Una visión del puerto, del contrabando y de los bajos fondos
de una ciudad en pleno crecimiento. Una lucha en clave femenina para conquistar
la libertad personal en tiempos de represión.
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Etiquetas: Mis lecturas
domingo, 22 de febrero de 2015
La historia de la clienta a la que no dejaron alojarse en la suitte imperial del Garden Palace Hotel
Buena noche de domingo:
Tras la falta de ideas del domingo pasado, dígase, jejejej, “Síndrome
de la Página en Blanco”, acaso, volvemos por donde solíamos.
Un abrazo y dulces sueños…
La historia de la clienta a la que no dejaron alojarse en la
suitte imperial del Garden Palace Hotel
Señoras, señores no se pierdan los sucesos de los que voy a
hablarles. Son dignos de la mejor novela. ¿Y es que no va a poder aceptarse
como cliente a cualquiera que se acerque a determinado establecimiento por fino
o caro que sea?
-¡No me venga con historias. Tengo derecho y si no me lo
conceden se van a enterar. Consulte con el director o con quien se le apetezca,
pero no estoy dispuesta a renunciar a alojarme en la suitte imperial de este
hotel.
-Señorita, no se lo tome como algo personal. Son las normas.
Deben cumplirse unos requisitos marcados por la casa desde su fundación.
Requisitos en el vestir y en el estar. Y usted, sin duda alguna, no los reúne. No es cuestión de hablar o dejar
de hablar, es que usted no cumple y punto.
-Así, ¿ni siquiera va a consultarlo con el divino director?
-El señor director no está para que se le moleste con estas
nimiedades. Usted no da la talla y no hay más que hablar.
-¡Se arrepentirá! Fíjese bien, más le vale que no se olvide
de mi supuesta innoble apariencia.
La chica mira con ojos sanguinolentos al soberbio
recepcionista. Él la espanta como si de una molesta mosca se tratara y no le da
más importancia. En su magnificencia cree que semejantes palabras no son otra
cosa que fanfarronadas sin más.
--Señor, señor. Suba inmediatamente a la suitte imperial. Ha
pasado algo horrible.
Así le dice el responsable de planta al director, ajeno a la
discusión antedicha. Cuando lo haga observará que las paredes del lujoso cuarto
se han teñido de sangre chorreante. Los cortinajes lloran sangre. La cama es
una piscina de sangre. El aseo se ha anegado en sangre.
-Santo Dios. ¿Qué es esto. Vamos, llame al equipo de
limpieza. Esta tarde está prevista la llegada de una de las concubinas de un
jeque árabe. Debe estar lista.
Pero no, no estará lista. La sangre no dejará de manar.
Tendrán que ofrecerle otra de las suittes, aunque de inferior categoría y
compensarla con un gasto extra en detalles del más refinado lujo.
Una semana después, parece que, al fin, el problema se ha
solucionado. La dirección del gran hotel, magnífico palacete de suntuosas
instalaciones, famoso por las historias vividas en él, historias de amores y
espías, de conspiraciones y extravagantes caprichos, decide no dar pávulo a lo
acontecido en la habitación 501. Mejor dejarlo estar. Naturalmente, el
recepcionista no recuerda ni relaciona con el asunto a cierta mocosa de aspecto
vulgar que estuvo empeñada en alojarse en ella. Nada de aquello ha comentado
porque para él nada tiene que ver con la sangre.
-Señor señor… venga rápido.
Otra vez el jefe de la planta quinta llama al director.
Al no obtener respuésta de los huéspedes, la camarera me
pidió utilizar la llave maestra para entrar en la 501. Vea usted mismo.
Un opulento anciano yace muerto encima del cuerpo, también
inerte, de una joven. Ambos están desnudos. En el suelo, tirado, hay un frasco
de pastillas vacío. Parecen ser afrodisiacos aunque tal vez tan solo sean
vitaminas.
Ocupados como están en la escena no pueden prestar atención
al alféizar del ventanal. Alguien sonríe malévola. Alguien porta un saco con
odio y venganza en el semblante.
Todo quedará en muerte por parada cardiorespiratoria, inducida
por causas naturales.Se pretenderá quitar importancia al deceso, pero el
personal ya ha empezado a murmurar. “La 501 está maldita”.
Rumores que pronto cobrarán nueva carta de naturaleza cuando
vuelva a fallecer, después de resbalarse en el jacuzzi el nuevo huésped, un
alto ejecutivo de empresa petrolera.
Sangre, muertes, olor extraño, sonidos como de agonizantes…
qué es todo aquello.
-Qué, ¿se acuerda de mí?
-¿Otra vez usted aquí? ¿No fui suficientemente explícito la
última vez?
-Usted sabrá. Lo que yo sí sé es que la suitte imperial
actualmente nadie quiere ni va a poder utilizarla. A quien se atreva la vida le
irá en ello.
-¡Qué bobadas!
-¿Bobadas? ¿Seguro?
-Roberto, ¿qué sucede?
-Señor, días atrás esta muchacha se empeñaba en alojarse en
la suitte imperial, a lo que yo aduje que no era posible, conforme a las normas
de la casa. Dijo que regresaría y que me arrepentiría por negárselo. Yo no le
di más importancia. Total… es una mocosa andrajosa.
-¡Mocosa andrajosa! Se me está acabando la paciencia con
usted, mequetrefe infame.
El director la mira y algo le dice que no es bueno
menospreciarla. Si él ha llegado hasta semejante altura del emporio hostelero,
siempre fue por su perspicacia.
-Señorita, ¿qué podemos hacer por usted en esta casa?
-Simplemente, déjenme pasar una noche en la suitte imperial.
Es un deseo del que no se arrepentirá. En cuanto al fantoche de recepción…
-Señor, señor. Me siento morir. Me falta el aire.
Roberto Ruiz cae desvanecido sin vida al tiempo que la clienta,
conducida por el director sube en el acristalado ascensor que la lleve a la
suitte.
A la mañana siguiente, el personal de limpieza, sorprendido
porque en esta ocasión no haya sucedido nada, se encontrará con una nota,
clavada en el cabecero y trazada con sangre:
“Fui yo, la Muerte quien provocó todo. Échenle la culpa al último
muerto. No vuelvan nunca a cometer el mismo error. Todos valemos como huéspedes.
Firmado… la Vieja Dama joven clienta.”
Todo irá recuperando la normalidad en el Garden Palace
Hotel, pero siempre se contará, a modo de leyenda, otra más que le dé fama, la
maldición de la suitte imperial.
¿Se atreverán a dormir en ella? ¿Y si…?
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Etiquetas: Relatos
Crónica a ciegas del concierto de Amaya Montero
#Mimotivo para sonreír. Paz y bien, feliz domingo. Mi motivo
para sonreír de hoy es lo a gusto que uno se siente participando como uno más,
pero siendo ayudado como al que más otra vez más, jejejej. El 10 de febrero de
2013 asistíal concierto de Jaime Urrutia en una de las clásicas salas
madrileñas de música. Ayer, poco más de dos años después, como si no hubiera
pasado el tiempo, volví a hacerlo, de nuevo acompañado de Elena. Y es que
asistir a conciertos en directo de grupos que uno siempre ha escuchado y tanto
han significado, es algo que me gusta especialmente, pese a lo complicado que
es meterse en una sala abarrotada y cuyo acceso no resulta fácil. Pero bueno,
sonriendo sonriendo, con determinación y un poco de atrevimiento el resultado
siempre es el deseado.
Así que ayer… Amaya Montero nos esperaba en la Joy Eslava,
todo un símbolo de la música madrileña. Llegar no parecía difícil, cerquita de
la Puerta del Sol, en la calle Arenal. El problema fue que, había una cola
inmensa para entrar, y eso que eran las 8 de la tarde, cuando el concierto
comenzaba a las 9. El vigilante, cual bulldog discotequero, incólume a nuestros
bastones blancos, nos mandó al final de la dichosa cola. Una chica se ofreció a
acompañarnos. Resulta que se trataba de Ana, la presidenta del club de fans de
Amaya y nos aseguró que iba a tratar de hacer lo posible por solucionar nuestro
acceso y ubicación. Y así hizo.
Al cabo de 10 mins. Volvió para rescatarnos. El bulldog se
había convertido en caniche, jajaja y nos dejó pasar en manos de otros gigantes
que nos ubicaron al ladito de la barra, junto a la mesa de mezclas, a pie de
pista allí donde estaban las cámaras de televisión _les pedí que no me sacaran
la calva_.
Así nos apercibimos de detalles previos como los comentarios
de los técnicos y el momento de apertura de puertas.
Y el concierto dio comienzo. La gente entregada, coreaba y
jaleaba a la guapa donostiarra. Y nosotros sentaditos cómodamente disfrutando
de la música y la voz, imaginando a la gente y a la cantante.
En éstas que alguien me coge la mano y me habla al oído. Es
la hermana de Amaya que viene a ponernos una pegatina y a agradecernos, con mucha
emoción, el que estemos allí. Le dimos palabras de aliento y admiración y nos aseguró
que se las transmitiría, me acarició la mejilla y nos describió cómo iba
vestida su hermana: un vestido corto de lentejuelas y sandalias y luego un top
y pantalón negros con botas altas.
Seguramente Ana, le había comentado de nuestra presencia.
Propusimos por proponer el que querríamos estar con Amaya, hacernos una foto,
darle un abrazo. Creímos que sería posible, pero… claro la hermana de Amaya no
es nuestra Paloma, hermana de Jaime Urrutia, así que dos horas después, el concierto
terminó y una pareja se ofreció a ayudarnos para salir y hasta nos llevó al
Metro.
Y camino del Metro fuimos comentando que había tropezado con
el micrófono y había dado un traspiés, que casi se cae, que le cambiaba la voz
de cuando hablaba a cuando cantaba y lo chulo que había sido el repertorio,
mezcla de temas de siempre y actuales, de La oreja de van Goth y de ella en
solitario.
Y ya en el Metro, otra pareja se ofrece a llevarme hasta el
andén, Elena ha tomado otra línea. Y me dicen que han venido ex profeso de Gran
Canaria para ver el musical del Rey León y así llego a mi destino.
Y ya, en casa, busco la cuenta de Amaya Montero y del club de
fans en Twitter para expresar nuestra gratitud. Cuento cómo las canciones de Amaya
me han acompañado muchas veces, cómo he contemplado el mar en las playas de la
Concha o la Zurriola a través de sus letras y la animo a que no se rinda y continúe
componiendo y cantando.
Sentí no saber el nombre de la hermana de Amaya que tan
cariñosa se mostró con nosotros, dejamos para la próxima ocasión ese encuentro
de privilegio y si puedo le diré que sí, que el concierto estuvo muy bien, pero
que la música estaba demasiado alta para un espacio cerrado, tanto que a veces
se acoplaba con desagradables chirridos, que cuando la bajaron un punttito
retumbaba menos y a ella se la escuchaba mejor, ya sé son cosas del directo
pero… y es lo que tiene ser cegatón de oído fino.
Y sí, claro, siempre me impresiona que miles de personas
coreen “mirando al mar recuerdo el día que te conocí”, “esas tardes de invierno
por Madrid”, esa “única palabra…” y tantas y tantas otras canciones.
Sonríe sonríe e imagina al Albertito con cara de bobalicón
cogido del brazo de Ana, la presidenta del club de fans, imaginando a Amaya
Montero y la banda en el escenario, fantaseando con estar, no en una silla
apartadito, si no en plena pista como un fan más, jejeje. Ah, si hubiera venido
Blanca Arantegui… jejjejeje. ¿Qué quién es Blanca? Jejejjejeje. Sonreír no
cuesta nada, pero vale un mundo, tu sonrisa es muy valiosa para mí.
Un abrazo musical.
Publicado por Alberto en 11:28 a. m. 1 Dejaron su huella
Etiquetas: Así soy
sábado, 21 de febrero de 2015
"Mis pequeñas odiseas en la librería La taberna ilustrada
Buen sábado:
Si te perdiste el acto de presentación en Madrid de “Mis
pequeñas odiseas”, el día 6 y te apetece acompañarme o comentarlo con tu gente,
te cuento:
Porque viajar es mucho más que ver, es sentir y vivir;
y leyendo, viajamos, quiero invitarte, con todo cariño, a la tertulia /
presentación literaria en torno a “Mis pequeñas odiseas: viajando con otros
ojos” que tendrá lugar el próximo jueves, día 26 a las 19 horas en la librería
La taberna ilustrada de Madrid, Cl. Martínez Izquierdo, nº 9.
Me encantará compartir contigo lo que significa la
literatura de viajes para el desarrollo de la imaginación y los sueños de
aventuras. Quién no ha disfrutado con los libros de Emilio Salgari, Jules
Verne, Robert L. Stevenson, Javier Reverte y tantos y tantos otros.
Pero además, naturalmente, haremos un viaje a través de los
sentidos, mirando con los ojos del corazón esos lugares que a su autor le han
seducido por su riqueza paisajística, histórica o cultural.
Gracias por tu apoyo y… ¡nos vemos el jueves!
Un abrazo.
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Publicado por Alberto en 10:47 a. m. 1 Dejaron su huella
Etiquetas: Mis lecturas
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